Tegucigalpa – La Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) ha experimentado un avance significativo en su capacidad de respuesta frente a la crisis migratoria que afecta a la región. El informe ‘Un hogar en México’, publicado recientemente por la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), revela que durante 2024 el organismo logró resolver un 40% más de solicitudes de asilo en comparación con el año anterior, alcanzando un promedio mensual de 2,800 resoluciones.
A pesar de la disminución en el número total de solicitudes -78,900 en 2024 frente a más de 140,000 en 2023-, México se mantiene entre los diez países con mayor recepción de peticiones de asilo a nivel mundial. Un dato relevante que destaca el informe es la composición demográfica de los solicitantes: el 54% fueron mujeres y el 25% correspondió a niñas y niños, incluyendo 700 menores no acompañados.
Honduras encabeza la lista de países de origen
La mayor parte de las solicitudes provinieron de personas originarias de Honduras, con más de 27,700 peticiones, seguidas por Cuba (17,600), Haití (10,300) y El Salvador (5,400). Esta diversidad de nacionalidades refleja la complejidad de la crisis migratoria en la región, impulsada principalmente por factores como la violencia generalizada y la persecución directa.
La encuesta de Monitoreo de Movimientos Mixtos realizada por ACNUR, que incluyó más de 5,000 entrevistas a personas refugiadas y migrantes en México, revela que siete de cada diez declararon haber sido obligadas a abandonar sus hogares debido a la violencia. Más del 60% expresó temor por sus vidas si tuvieran que regresar a sus países de origen, lo que justifica su necesidad de protección internacional.
Avances tecnológicos y desafíos presupuestarios
Uno de los logros más destacados de la Comar durante 2024 fue la implementación de procesos de digitalización y la adopción de tecnología biométrica, lo que ha permitido aumentar significativamente la eficiencia en la resolución de casos. Este avance tecnológico ha contribuido a mantener una tasa de reconocimiento de personas refugiadas superior al 60%.
Sin embargo, el informe también señala importantes desafíos que enfrenta el sistema de asilo mexicano. Las limitaciones presupuestales de la Comar, sumadas a la escasez de alternativas legales de estancia para las personas migrantes, han sobrecargado el sistema. Particularmente preocupante resulta la reducción del 97% en la emisión de Tarjetas de Visitante por Razones Humanitarias (TVRH) por parte del Instituto Nacional de Migración (INM), lo que dificulta el acceso de los solicitantes a servicios esenciales como empleo formal y educación.
La geografía del asilo en México
La distribución geográfica de las solicitudes de asilo en México refleja patrones migratorios específicos. La frontera sur, especialmente el estado de Chiapas, constituye el principal punto de ingreso al país para las personas desplazadas, concentrando más de tres cuartas partes de todas las solicitudes.
Por otro lado, la Ciudad de México representó el 18% de las peticiones a nivel nacional (14,300), a pesar del cierre temporal de la oficina de la Comar entre mayo y agosto. El aumento de personas refugiadas en la capital llevó a la creación de una nueva oficina de terreno de ACNUR en febrero de 2024.
En la frontera norte se detectó un «aumento significativo» de mexicanos desplazados internamente, quienes representaron más de la mitad de la ocupación de los albergues en esa región. ACNUR expresó especial preocupación por las condiciones a las que se enfrentan los refugiados y solicitantes de asilo en esta zona, que incluyen riesgos climáticos, problemas de seguridad, secuestros, extorsiones y deficientes condiciones de salud e higiene.
El desplazamiento interno: una crisis paralela
El informe ‘Un hogar en México’ también arroja luz sobre una crisis paralela: el desplazamiento interno forzado. En 2023, más de 320,700 familias se vieron obligadas a cambiar de hogar o lugar de residencia dentro de México para protegerse del crimen organizado.
Particularmente alarmante es la situación en Chiapas, donde la violencia provocó el desplazamiento de 11,000 personas durante ese período, mientras que aproximadamente 600 más cruzaron la frontera hacia Guatemala, invirtiendo el patrón migratorio tradicional.
Estos datos evidencian que México no solo es un país de tránsito y destino para migrantes internacionales, sino que también enfrenta sus propios desafíos en materia de desplazamiento interno forzado, una realidad que añade complejidad a la crisis humanitaria que afecta a la región.