Tokio – Dos muertos y más de un centenar de heridos fue el trágico balance de la explosión de una bomba, el 27 de julio de 1996, en el Parque Olímpico de Atlanta’96, en el primer ataque terroristas durante unos Juegos desde los atentados de Septiembre Negro en Múnich’72.
El 27 de julio de 1996 el mundo olímpico quedó sobrecogido con la explosión, un sábado a la 1.15 de la madrugada, de un artefacto casero colocado en el Parque Centenario de Atlanta, ciudad que unas horas después amaneció desierta y tomada por las fuerzas de seguridad.
Las víctimas mortales fueron una mujer, a consecuencia de la onda expansiva, y un cámara de la cadena de televisión estatal turca TRT, Melih Uzunyol, de 40 años, que murió de un infarto.
Los Juegos de Atlanta no se detuvieron, por acuerdo del COI y de los organizadores.
El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que había estado en Atlanta dos días antes, definió el atentado como «un acto vil de terror contra el espíritu olímpico» y animó a los participantes en los Juegos a «no dejarse intimidar» por actos como aquel.
El español Juan Antonio Samaranch, entonces presidente del COI, afirmó que el Movimiento Olímpico no se dejaría «amedrentar por el terrorismo» y que los Juegos de Atlanta continuarían de acuerdo con el plan previsto.
La Villa de los atletas permaneció toda la noche cerrada; en cada una de las sedes olímpicas se guardó un minuto de silencio en memoria de los fallecidos y la bandera olímpica ondeó a media asta.
Un agente de seguridad, Richard Jewell, que se encontraba de servicio en el Parque Centenario (y fue el primer sospechoso para la Policía) había descubierto un extraño paquete y, por iniciativa propia, comenzó a evacuar la zona.
Al mismo tiempo, una persona «con voz tranquila» llamó desde una cabina pública al servicio de emergencias de Atlanta (911) y advirtió de la colocación de una bomba en el Parque. No se identificó ni atribuyó la acción a grupo alguno.
El sistema informático del 911 grabó la conversación e identificó sin dificultad de dónde procedía la llamada. Según las investigaciones realizadas a partir de la grabación, se trataba de un varón blanco y estadounidense.
El paquete sospechoso, que resultó ser una bomba de fabricación casera, había sido abandonado en la base de una de las columnas que sustentan los altavoces y las luces que se utilizaban para los conciertos que se ofrecían en el Parque.
Las sospechas en torno a Richard Jewell resultaron injustificadas y el agente fue exonerado de todos los cargos tres meses después. El atentado había sido perpetrado por Eric Robert Rudolph, un cristiano fundamentalista estadounidense que cometió tres más en la región durante los meses siguientes.
Rudolph llevó a cabo su acto criminal de Atlanta como un acto de protesta contra el aborto, la homosexualidad y los ideales «socialistas» y «globalistas» que, según él, encarnaban los Juegos Olímpicos, y pretendió provocar su interrupción con el ataque terrorista.
El terrorista anduvo en fuga hasta su captura en Carolina del Norte en 2003. Rudolph se declaró culpable y fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
JS