En Moscú, la catedral de Cristo Salvador resuena con cantos y oraciones. Está llena de fieles en una de las grandes festividades ortodoxas: Pentecostés.
Por BBC Mundo
Pero muchos han venido aquí para ver una obra maestra que ha sido puesta en exhibición, un icono ortodoxo de 600 años, uno de los más preciados de Rusia, que se cree fue pintado por el artista medieval Andrei Rublev. Se lo conoce como La Trinidad.
Durante un siglo, esta frágil pintura ha estado en un museo estatal, la Galería Tretyakov de Moscú. Allí, los controles de temperatura y humedad, junto con los equipos de restauradores, han ayudado a proteger y preservar esta obra de arte.
Pero recientemente, el Kremlin ordenó que el icono fuera transferido a la Iglesia ortodoxa rusa. El jefe de la Iglesia, el Patriarca Kirill, está encantado.
«Este icono regresa a la Iglesia en un momento en que nuestra patria se enfrenta a fuerzas enemigas masivas», dijo a los fieles durante el fin de semana. «Regresa para que podamos pedir a Dios que ayude a nuestro país y que oremos por nuestro presidente ortodoxo, Vladimir Putin, quien tomó la decisión de devolver el ícono».
El Patriarca puede estar satisfecho, pero el traslado de la imagen ha generado controversia.
Decisión política
Uno de los historiadores de arte más reconocidos de Rusia accede a reunirse conmigo para explicarme por qué la decisión es controversial.
Lev Lifshits formaba parte de un grupo de expertos que recomendó no trasladar el ícono de la Galería Tretyakov, advirtiendo que ello podría causarle graves daños.
«Esta decisión fue el capricho personal de alguien», explica Lev. «El Consejo de Restauración [de la Galería Tretyakov] se opuso categóricamente a esto».
«Mientras el ícono estaba en el museo, con un equipo de restauradores, era como una persona en cuidados intensivos. Se lo vigilaba las 24 horas del día y con el equipo más moderno».
«Esta es una decisión política. Los que están en el poder aquí están mirando al cielo y esperando ayuda desde arriba».
O al menos, esperando la ayuda de la Iglesia para mantener el apoyo público a la invasión a gran escala de Ucrania y al presidente de Rusia. El Patriarca Kirill respalda públicamente lo que el Kremlin aún llama «operación militar especial». Anteriormente, afirmó que cualquier soldado ruso muerto tendría sus pecados «lavados».
Además, el Patriarca ruso ha sugerido que el reinado del presidente Putin sobre Rusia ha sido mandatado por Dios.
«Dios te puso en el poder para que puedas realizar un servicio de importancia especial y de gran responsabilidad para el destino del país y el pueblo confiados a tu cuidado», dijo el Patriarca Kirill en octubre pasado.
Lealtad a la Iglesia
En ese sentido, el regreso del ícono de la Santa Trinidad podría interpretarse como una recompensa por la lealtad de la Iglesia.
Pero eso podría ser solo parte de la historia.
«La Iglesia es un elemento muy importante de su ideología personal», opina Andrei Kolesnikov, experto del Centro Carnegie Rusia Eurasia. «El círculo interno de Putin, y el propio Putin, tienen una ideología: es clerical, antioccidental e imperialista. ¿Cuál es la base de esta ideología? No es el marxismo-leninismo como en un período anterior de la historia rusa, sino la religión».
«Él es un hombre religioso. Pero no se trata del cristianismo en sí mismo, con valores cristianos reales, porque la crueldad no es un valor cristiano. En ese sentido, Putin es seguidor de un tipo muy específico de religión».
Fuera de la catedral del Cristo Salvador en Moscú, los fieles hacen fila para ver el ícono de La Trinidad. Algunos aquí esperan milagros.
«Es difícil ahora con la operación militar especial», me dice Valentina. «Estamos rezando por la victoria».
«Cualquier persona sensata esperará que el conflicto termine pronto», dice Antonina. «Creo que Dios ayudará».
En Rusia, la Iglesia ortodoxa a menudo presenta la guerra en Ucrania como una «guerra santa».
Para hacer creer a los rusos que Dios está de su lado. Y para hacerles olvidar que fue su país el que invadió Ucrania.