Las desigualdades económicas y sociales, en especial las discriminaciones raciales y sexuales, están alargando la pandemia del sida, alertó la directora ejecutiva de Onusida, Winnie Byanyima, en una entrevista a EFE.
“Tras 40 años de lucha contra el VIH y el sida, sabemos que las desigualdades impulsan las pandemias y nos impiden acabar con ellas. Y que las pandemias también impulsan las desigualdades, como vimos con la covid”, dijo Byanyima en Brasilia.
La directora de Onusida visitó la capital brasileña para lanzar el martes el Consejo Mundial sobre Desigualdad, Sida y Pandemias, una de las iniciativas con las que este programa de la ONU pretende contribuir para el fin del sida hasta 2030.
Ese nuevo organismo pretende “reunir pruebas” que muestren el vínculo entre las desigualdades y el sida, con el objetivo de ayudar a los responsables políticos a tomar decisiones al respecto.
La necesidad de educación sexual
La desigualdad de género es uno de los mayores problemas en relación al sida, tanto por el factor de la educación, como por el riesgo de que las jóvenes se expongan a la violencia sexual, una amenaza que aumenta exponencialmente en todo el mundo entre las chicas que no están escolarizadas.
“La escuela es el lugar más seguro para prevenir, para reducir el riesgo de contraer el VIH. Si las niñas permanecieran en la escuela, su riesgo de infección por el VIH podría disminuir hasta un 50 %”, dijo Byanyima.
La responsable de Onusida recalcó que “la educación es clave”, pero alerta de que “en muchos países, tanto en África como en países como América Latina, donde la religión y las tradiciones son fuertes, la educación sexual encuentra la resistencia de los padres, los profesores y los líderes religiosos”.
“En muchos países seguimos luchando para que los gobiernos acepten impartir educación sexual en las escuelas. Es un reto, en especial para las niñas en América Latina”, comentó.
Los riesgos en aumento para los homosexuales
La relación entre la discriminación y la infección de VIH llega a niveles alarmantes en el caso de los homosexuales, que “corren un riesgo mucho mayor de infectarse por el VIH que los demás hombres”.
En los países donde las relaciones entre personas del mismo sexo no están penalizadas, esa diferencia de los contagios se reduce, como es el caso de Tailandia, donde el riesgo de infectarse de VIH para los homosexuales es once veces superior al de los heterosexuales.
Pero en un país como Malasia, donde las relaciones entre personas del mismo sexo están penalizadas, los hombres homosexuales corren un riesgo 74 veces mayor.
El racismo y la pobreza marcan diferencias
Brasil, según Byanyima, es un “líder mundial” en la lucha contra el sida, pero también se convierte en un ejemplo negativo del peso que suponen las desigualdades sociales en la eliminación de las pandemias.
En los últimos diez años, las nuevas infecciones de VIH entre la población blanca han disminuido un 12,3 %, pero, al mismo tiempo, entre los afrodescendientes aumentaron un 13,4 %, una tendencia que se repite en las muertes por sida.
“Vemos esto en todo el mundo. No sólo en Brasil. Vemos, por ejemplo, que en países que han alcanzado el control de la epidemia de sida, como Canadá, como Estados Unidos, todavía hay altos niveles de nuevas infecciones entre la población indígena pobre o la población afroamericana en Estados Unidos”, comentó Byanyima.
Por ello, el sida sigue concentrándose en minorías étnicas y grupos de personas pobres, algo que refleja en parte las desigualdades dentro del sistema sanitario.
El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/Sida (Onusida) aúna los esfuerzos de once organizaciones de la ONU y tiene como meta poner fin a la epidemia de sida para 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. EFE