Estados Unidos. – Hasta 2016 las redes sociales parecían inocuas. Servicios conversacionales donde se daban cita, virtualmente, millones de personas para debatir de sus ideas mundanas. El sistema se perturbó. Fue entonces cuando los ciudadanos se quitaron la venda de los ojos y conocieron la realidad.
Fue algo catártico. Había quien, de manera malintencionada, difundía bulos y mentiras aprovechando el ecosistema publicitario digital de las marcas importantes.
Facebook, rey del gallinero, fue el blanco de las dudas. Hizo cambios, mejoró algunas fórmulas, introdujo medidas para combatir las noticias falsas, pero la sensación es que, después de todo, no ha aprendido nada.
Frente a esta visión, Twitter, red de micromensajes, ha dado un paso importante prohibiendo los anuncios políticos en todo el mundo en su plataforma. Es más que un gesto; es un sacrificio, puesto que con esta decisión se corta una importante fuente de ingresos.
La política definitiva de la compañía al respecto será publicada el 15 de noviembre, incluidas algunas excepciones, como los anuncios para fomentar el registro de votantes, y se aplicará a partir del 22 de ese mismo mes. No tendrá, por tanto, ningún efecto sobre las próximas elecciones generales de España del 10 de noviembre.
Jack Dorsey, fundador y consejero delegado de Twitter, ha confirmado este giro empresarial en una serie de mensajes en su perfil. “Pagar para aumentar el alcance de un discurso político tiene ramificaciones significativas que la infraestructura política actual podría no estar preparada para gestionar. Merece la pena da un paso atrás para abordarlo”, manifiesta.
De hecho, cree que “no debería valer la pena comprar el alcance de un mensaje político”. Con esta decisión, el empresario pretende evitar los posibles “riesgos” que provocan los algoritmos de recomendación sobre el debate político y la conversación en esta plataforma, que alberga actualmente unos 320 millones de usuarios registrados y unos 145 millones diarios.
“Los anuncios políticos en internet suponen desafíos totalmente nuevos para el discurso cívico”.
“No es creíble que digamos: Estamos trabajando duro para evitar que la gente juegue con nuestros sistemas para publicar información engañosa, pero si alguien nos paga para dirigirse a una persona y forzar que vea su propaganda, pueden decir lo que quieran»», añade. Dorsey ha apuntado que la compañía valoró la posibilidad de prohibir únicamente la propaganda de candidatos, pero se dieron cuenta que «había forma de saltárselo”.
“No es justo que todos menos los candidatos puedan comprar publicidad sobre asuntos que quieren impulsar”, matiza. Para el creador de Twitter, esta serie de medidas puede incentivar la transparencia. “La transparencia en los requisitos para los anuncios es un paso, pero no es suficiente. Internet da unas capacidades totalmente nuevas y los reguladores tienen que pensar más allá del presente para garantizar un terreno de juego equilibrado”, justifica.
Para Dorsey, un mensaje político genera audiencia gracias a los seguidores de una cuenta o la viralidad de los “retuits”, pero cree que «pagar» por ganar visibilidad «elimina esa elección» e «impone a los usuarios mensajes políticos optimistas y específicos». Lo deja claro también cuando apunta a que «esta decisión no debe contaminarse» con dinero.
“Los anuncios políticos en internet suponen desafíos totalmente nuevos para el discurso cívico”, pero cree que las consecuencias pueden ser preocupantes por la propagación de “informaciones engañosas no comprobadas y profundas falsedades a una creciente velocidad, sofisticación y escala superlativa”, sostiene.