Por: Diario El Mundo
Santiago, Chile – El 11 de septiembre de 1973, Chile sufrió uno de los eventos más traumáticos de su historia reciente: el golpe de Estado que derrocó al gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende y llevó al poder al general Augusto Pinochet.
Cincuenta años han transcurrido desde el fatídico 11 de septiembre de 1973 en Chile, un día que quedará grabado en la historia del país y de toda Latinoamérica.
Aunque medio siglo puede parecer un largo período, el tiempo adquiere una dimensión relativa cuando se trata de una época marcada por heridas y cicatrices que aún esperan ser sanadas.
Este golpe de Estado, que dejó una profunda cicatriz en la memoria colectiva de Chile, tuvo profundas implicaciones políticas, sociales y económicas que aún se sienten hoy en día.
Orígenes del Golpe de Estado
El contexto político y social que condujo al golpe de estado en Chile se remonta a varios años antes de 1973. La elección de Salvador Allende como presidente en 1970, como líder de la coalición de izquierda Unidad Popular, marcó un cambio significativo en la política chilena.
Allende era un médico de la Universidad de Chile, masón y político socialista y marxista. Cuando, en octubre de 1970, el Congreso ratificó su victoria democrática de un mes antes, se convirtió en el primer político con este perfil en llegar al poder a través del voto popular, según Memoria Chilena.
Su gobierno buscó implementar reformas económicas y sociales radicales, incluyendo la nacionalización de industrias clave y la redistribución de tierras.
Sin embargo, estas políticas encontraron una fuerte resistencia por parte de sectores conservadores, incluyendo a gran parte de las fuerzas armadas y a grupos empresariales poderosos. La polarización política creció y se intensificaron las tensiones en la sociedad chilena.
Responsables del Golpe
El 11 de septiembre de 1973, las fuerzas armadas lideradas por el general Augusto Pinochet llevaron a cabo un golpe de Estado que resultó en la muerte de Salvador Allende en el Palacio de La Moneda.
Aunque Augusto Pinochet es el nombre más conocido asociado con el golpe militar en Chile en 1973, no fue el único responsable del derrocamiento del presidente Salvador Allende.
Según Memoria Chilena, el vicealmirante de la Armada, José Toribio Merino, y el comandante de la Fuerza Aérea, Gustavo Leigh, lideraron el golpe del 11 de septiembre. Además, unos días antes del golpe, el general Arellano Stark solicitó el apoyo de Pinochet para llevar a cabo la acción militar, pero no recibió una respuesta definitiva de su parte.
Pinochet asumió el poder y se convirtió en el líder de facto del país. El golpe de Estado fue apoyado por Estados Unidos y se cree que la CIA tuvo un papel activo en su planificación.
Consecuencias del Golpe de Estado
Las consecuencias del golpe de estado en Chile fueron devastadoras. Durante la dictadura de Pinochet, que se prolongó hasta 1990, se llevaron a cabo violaciones sistemáticas de los derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias, torturas y ejecuciones de opositores políticos. Miles de chilenos fueron perseguidos, desplazados y exiliados.
Durante la dictadura en Chile, que duró desde 1973 hasta 1990, se cometieron graves violaciones a los derechos humanos.
Según estimaciones, al menos 3.200 personas fueron asesinadas o desaparecidas durante ese período, de las cuales cerca de 1.469 personas fueron víctimas de desaparición forzada, incluyendo 1.092 detenidos desaparecidos y 377 ejecutados políticos cuyos cuerpos nunca fueron entregados a sus familias.
A pesar de que el Poder Judicial ha condenado a algunos agentes estatales y civiles como autores, cómplices o encubridores de estos crímenes, no se ha especificado cuántos.
Económicamente, el gobierno de Pinochet implementó políticas neoliberales que transformaron la economía chilena. Si bien estas políticas llevaron a un crecimiento económico, también aumentaron la desigualdad y debilitaron el sistema de seguridad social.
Legado y Memoria
El golpe de estado en Chile en 1973 dejó una profunda herida en la sociedad chilena. Aunque el país ha vuelto a la democracia y ha realizado esfuerzos por enfrentar su pasado, el legado de la dictadura de Pinochet todavía se siente en la política y la sociedad chilena. La memoria de las víctimas y los horrores de la dictadura sigue siendo un tema central en la vida política y cultural del país.
En resumen, el golpe de estado en Chile en 1973 fue un evento trascendental que cambió el rumbo de la historia del país y dejó cicatrices profundas que aún persisten. Chile sigue trabajando para sanar esas heridas y construir una sociedad más justa y democrática.