Luego de décadas de relativa distensión y construcción de confianza entre las grandes potencias nucleares, la proliferación nuclear ha vuelto al centro de la escena en los últimos años. La situación se ha vuelto cada vez más incierta y los expertos temen los efectos de esta nueva carrera armamentista.
Por Infobae
En un mundo cada vez más inestable, con varios conflictos abiertos, las armas nucleares están en el centro del debate sobre el presente y el futuro. La guerra en Ucrania y la amenaza del Gobierno ruso de recurrir a su arsenal nuclear tensaron las relaciones con Occidente y gran parte de la comunidad internacional.
Este escenario inquietante se suma a las constantes provocaciones del régimen norcoreano y al progreso del programa nuclear iraní. En este informe, nos preguntamos qué sucedería si estos conflictos escalan y desencadenan una respuesta nuclear. Y, lo que es aún más inquietante, ¿cuál es la situación de los arsenales nucleares en los puntos más calientes del planeta?
La era nuclear: 78 años después
Pasaron 78 años desde que se lanzó la primera bomba atómica. El 6 de agosto de 1945, un artefacto nuclear llamado Little Boy, cargado con uranio-235, devastó Hiroshima. Tres días después, otra bomba, Fat Man, con plutonio-239, fue detonada en Nagasaki.
Los efectos fueron catastróficos. Murieron unas 215.000 personas como resultado directo de estas explosiones, lo que llevó a la rendición de Japón en el marco de la Segunda Guerra Mundial.
La “destrucción mutua asegurada”
Tras el final de la segunda conflagración mundial, la Guerra Fría entre EE. UU. y la Unión Soviética desencadenó una carrera armamentista conocida como el “equilibrio del terror”. Pero ¿qué evitó que estas superpotencias usaran su arsenal?
Fue la doctrina de la “destrucción mutua asegurada”, que sostenía que ningún país se arriesgaría a un ataque nuclear, ya que provocaría una respuesta igual o incluso mayor por parte del enemigo. Este equilibrio llevó a la firma de acuerdos clave, como el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) en 1972, seguido de otros tratados que limitaron las armas estratégicas, el SALT I y el SALT II. El Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) se sumó a la lista.
Una nueva era de tensiones
Todo parecía encaminado hacia una contención, especialmente después de la disolución de la Unión Soviética y la entrada en vigor del START I. Tiempo después, la firma del START II por parte de Boris Yeltsin y Bill Clinton, y el Nuevo START suscrito por Barack Obama y Dmitri Medvedev, reforzaron la sensación de distensión entre Moscú y Washington.
Sin embargo, en 2019, tras casi tres décadas de relativa estabilidad, Donald Trump retiró a EE. UU. del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio alegando presuntas violaciones por parte de Rusia.
En 2022, tras la invasión de Ucrania, Moscú suspendió su participación en el Nuevo START, el último tratado vigente con Washington sobre limitación de armas nucleares. El despliegue de armamento nuclear táctico ruso en Bielorrusia y las amenazas de Putin sobre un posible ataque nuclear a Ucrania encendieron las alarmas en Occidente.
Un planeta al borde del abismo
Hoy, todos los ojos están puestos en Ucrania, mientras la tensión entre la OTAN y Rusia aumenta. No obstante, otros actores también tienen un papel importante en este complejo ajedrez.
Actualmente, nueve países poseen armas nucleares. Cinco de ellos son reconocidos por el Tratado de No Proliferación (TNP), en vigor desde 1970: EE. UU., Rusia (como sucesora de la Unión Soviética), Francia, el Reino Unido y China. Del total de 12.700 ojivas nucleares en existencia, casi el 90 % se encuentra en manos de EE. UU. y Rusia.
Moscú está en el centro de la atención de Washington, que también se preocupa por el rápido desarrollo del programa de misiles chino, que podría aumentar de 350 a 1000 ojivas nucleares para 2030.
Otros cuatro países cuentan con sus propios arsenales nucleares y se encuentran fuera del TNP: India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. Este último abandonó el TNP en 2003, y amenaza a sus vecinos en Asia, especialmente Japón y Corea del Sur.
En Medio Oriente, el programa nuclear iraní sigue avanzando a pesar de las sanciones y la salida de EE. UU. del acuerdo de 2015. Aunque los líderes iraníes afirman no tener intención de fabricar armas nucleares, la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) expresó preocupación sobre su capacidad técnica para hacerlo.
La situación es alarmante. La carrera armamentista nuclear está más viva que nunca, y el temido “botón rojo” sigue siendo una amenaza latente. La sola amenaza de su uso es, por sí sola, una señal de advertencia del mundo que vivimos.