Los presidentes mantuvieron una reunión en Caracas en la que discutieron de energías, migración y paz.
Por El País
Nicolás Maduro y Gustavo Petro, en un esfuerzo por mantener viva una relación que ha dado crédito internacional al primero y uno de los mayores logros de su Gobierno al segundo, se reunieron este sábado en Caracas por quinta vez en el último año. Los presidentes, en una rueda de prensa conjunta que ofrecieron al acabar el encuentro en el Palacio de Miraflores, hablaron de llevar a cabo un plan de integración energética de doble vía que favorezca a los dos países. “Es muy probable que Ecopetrol se vuelva socia de PDVSA en explotación de campos de gas en Venezuela y de campos de petróleo”, explicó Petro.
El presidente colombiano, unos instantes antes, había justificado la decisión: “Traeremos de Venezuela energías que aún subsisten y materias primas para hacer más barata la gasolina colombiana y para sustentar la transición de las energías limpias a través del gas”. Petro ha planteado desde que llegó al poder una transición energética acelerada para descarbonizar su economía, pero con el tiempo ha matizado que esta se hará de manera paulatina y ordenada. La economía venezolana, por su parte, depende en gran medida de los ingresos del petróleo, sobre todo ahora que ha recibido de Estados Unidos una licencia para que PDVSA pueda operar al margen de las sanciones internacionales.
Sobre la mesa también estuvo el asunto de la migración, con especial énfasis en la situación del Tapón del Darién. Petro ha propuesto, como ya hiciera en la Cumbre sobre migrantes que se celebró en Palenque hace unas semanas, llegar a un acuerdo con Estados Unidos para que los inmigrantes que lleguen a su frontera desde el sur puedan ser repatriados a su país origen, lo que afecta mayoritariamente a los venezolanos, que por primera vez en la historia han superado a los mexicanos en número de personas que cruzan el río Bravo. Esa repatriación, explica Petro, debe fomentarse con un “programa de humanización”, desarrollado por Washington, que incluya compensaciones a los migrantes que vuelvan a su país para que al volver a su país puedan mejorar su situación.
Ni Petro ni Maduro se refirieron en sus declaraciones públicas al momento político de Venezuela. Petro ha apoyado con ímpetu la negociación entre el Gobierno chavista y la oposición, e incluso ha mediado al respecto con Joe Biden en la Casa Blanca. Maduro, para abrirse a una flexibilización a las sanciones al petróleo y el gas, ha dado su palabra a que se celebrarán elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024 y ha permitido que la oposición organizara unas primarias en las que ha resultado elegida, de manera abrumadora, María Corina Machado. Sin embargo, Machado sigue inhabilitada por las instituciones controladas por el chavismo y a día de hoy no podría concurrir a esos comicios, lo que tensa las relaciones entre todas las partes.
Petro, que en su día fue inhabilitado como alcalde de Bogotá por la contraloría colombiana —una decisión que después revocó la CIDH—, defiende con vehemencia que son las urnas quienes deben determinar quién gobierna y no decisiones administrativas que pueden ser manipuladas. Cuando se supo de la inhabilitación de Machado, Petro la defendió en público, unas declaraciones que a buen seguro no gustaron en el chavismo. Aunque los detractores de Petro le acusan de haber sido condescendiente con Maduro, el presidente siempre ha mantenido que en Venezuela debe producirse una transición democrática y pactada que ofrezca garantías tanto al chavismo como a la oposición, después de unas elecciones que cuenten con todas las garantías.
Petro ha estado acompañado en Caracas por el canciller, Álvaro Leyva; la primera dama, Verónica Alcocer; el ministro de Energía y Minas, Andrés Camacho; la ministra de Medio Ambiente, Susana Muhamad; y la directora de Prosperidad Social, Laura Sarabia.
Sarabia vuelve a la primera línea del Gobierno después de que hace unos meses tuviese que salir del mismo por el espionaje a la niñera de su hijo, un asunto que investiga ahora mismo la fiscalía. El presidente no la ha querido perder de su lado y ha hecho que vuelva a formar parte del núcleo duro que toma las decisiones más importantes del Estado.
Colombia y Venezuela rompieron sus relaciones en 2019, durante el Gobierno de Iván Duque, pero las volvieron a retomar nada más llegar Petro al poder, hace poco más de un año. El presidente colombiano ha dicho en esta ocasión que alejarse del país vecino fue “una profunda estupidez”, solo posible “cuando la ideología y el sectarismo anegan el alma y el corazón”. “En muchas partes del mundo hay experiencias en donde a pesar de las distancias ideológicas, coyunturales y personales de los mandatarios, nunca dejan que se rompan las relaciones, nunca jamás cometen la tontería de paralizar sus flujos comerciales”.
Por último, Maduro y Petro trataron el tema de la paz, lo que involucra de lleno a Venezuela, donde vive la mayoría de dirigentes de la guerrilla del ELN. En teoría, los países trabajarán en la creación de destinos turísticos en la cuenca del Amazonas, donde ahora mismo operan grupos criminales. “Se podría construir una economía no depredadora, una economía limpia, que daría mucho más dinero a los habitantes de ambos países que la explotación de economías ilícitas, de origen minero, que están depredando la selva amazónica”, ha expuesto Petro. Maduro contestó que dará todo su apoyo a la paz que propugna Petro porque “la paz de Colombia es la tranquilidad de Venezuela”.