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El impacto de las protestas universitarias propalestinos en Estados Unidos

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La polémica en torno a la política de Israel con respecto a Gaza, el recrudecimiento de las protestas estudiantiles y su represión policial tienen consecuencias más allá de los campus universitarios en Estados Unidos.

Por DW

Una vez más, jóvenes estadounidenses están convirtiendo los campus universitarios en escenario de protesta contra lo que algunos han descrito como «un genocidio retransmitido en directo desde sus teléfonos y un presidente demócrata que lo apoya plenamente», dijo a DW Leigh Raiford, profesora de Estudios Afroamericanos en la Universidad de California, en Berkeley.

«Hay toda una generación que no votará por el partido Demócrata, no votará por Joe Biden”, señaló, explicando que el trato de Israel a los palestinos estará en la mente de algunos votantes en noviembre.

Esto contrasta fuertemente con lo ocurrido hace cuatro años, cuando Biden derrotó al expresidente estadounidense Donald Trump, apelando a los jóvenes que participaban en las protestas vinculadas con el movimiento Black Lives Matter.

En decenas de campus universitarios estadounidenses se han levantado campamentos, demandando el fin de los ataques israelíes en la Franja de Gaza.

Casi 35.000 personas han muerto debido a la campaña militar de Israel, que comenzó después de que Hamás, calificada de organización terrorista por el Gobierno alemán, la UE, Estados Unidos y algunos Estados árabes, lanzara un ataque sin precedentes contra Israel el 7 de octubre de 2023.

De acuerdo con la ONU, que utiliza cifras del Ministerio de Salud controlado por Hamás, casi la mitad de los muertos son niños.

Las demandas varían, pero los manifestantes en los campus universitarios quieren, en general, que Estados Unidos, como principal proveedor de ayuda militar, ponga fin a lo que Biden ha descrito como un «férreo» compromiso con Israel.

El presidente estadounidense ha dicho que las protestas no alterarán su postura. Sin embargo, su Gobierno detuvo esta semana un envío de munición a Israel, según un informe de la plataforma estadounidense de noticias Axios. No quedó claro de inmediato por qué el Gobierno tomó la decisión, pero es la primera vez que esto ocurre en medio de la actual escalada.

Los estudiantes que protestan también demandan que sus universidades se desprendan de participaciones financieras en la industria armamentística y en empresas relacionadas con Israel.

Bajo presión, muchas universidades han recurrido a la Policía para desalojar a los manifestantes, aduciendo problemas de seguridad y violaciones de las reglas de los campus. Hasta la fecha, al menos 2.000 personas han sido detenidas en universidades de todo el país.

Numerosos informes, como los de los campus de Georgia, Texas y Nueva York, parecen revelar un uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía. Sin embargo, la Universidad de California, en Los Ángeles, fue criticada por hacer demasiado poco cuando manifestantes proisraelíes enmascarados atacaron un campamento propalestino la semana pasada.

«Este es un ejemplo más de la represión del discurso propalestino de los estudiantes por parte de las facultades y universidades», declaró Amr Shabaik, director jurídico de la sección de Los Ángeles del Consejo de Relaciones Estadounidenses-Islámicas, en un comunicado.

Por su parte, partidarios de Israel, -país donde los atentados de Hamás causaron en octubre la muerte de aproximadamente 1.200 personas, muchas de ellas civiles- han denunciado acoso o amenazas dirigidas a estudiantes judíos.

Pero también muchos judíos han expresado su solidaridad con las protestas, uniéndose a los campamentos y organizando comidas tradicionales durante la Pascua judía del mes pasado.

El matizado panorama de quién se sitúa en qué bando ha complicado aún más la respuesta de las universidades.

Aunque tienen «la obligación legal de combatir la discriminación y la responsabilidad de mantener el orden, es esencial que no sacrifiquen los principios de libertad académica y libertad de expresión, que son fundamentales para la misión educativa de su respetada institución», escribió Anthony Romero, director ejecutivo de la Unión Americana de Libertades Civiles, en una carta abierta a las autoridades universitarias.

Cuando la Policía antidisturbios entró en el Hamilton Hall de Columbia la semana pasada, resultó difícil pasar por alto una coincidencia: habían hecho lo mismo exactamente 56 años antes, durante las protestas de 1968 contra la guerra de Vietnamy por los derechos civiles.

«Estamos en una época igualmente dividida», dijo a DW Gregory Payne, catedrático de Estudios de Comunicación del Emerson College de Boston. «Tenemos ahora lo mismo que en 1970: un fracaso de liderazgo de arriba a abajo».

En mayo de 1970, tropas de la Guardia Nacional de Ohio abrieron fuego contra una protesta antibélica en la Universidad Estatal de Kent, matando a cuatro estudiantes e hiriendo a otros nueve. No fue el único enfrentamiento con víctimas fatales en aquella época, pero es el que está grabado a fuego en la memoria de muchos estadounidenses como Payne, que ha dedicado gran parte de su carrera a enseñarlo.

Por eso, Payne insiste: «fundamentalmente, lo importante y lo que se necesita ahora, igual que entonces, lo que necesitamos todos los días, es el diálogo».

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