Tegucigalpa – Una mirada crítica al optimismo gubernamental sobre el crecimiento económico de Honduras emerge desde la academia, donde el reconocido economista Julio Raudales plantea importantes cuestionamientos sobre las proyecciones oficiales del 4% del Producto Interno Bruto (PIB) y la efectividad real del gasto público en el país.
«Nos encanta hablar de gastar, pero lo importante no es solo gastar o ejecutar el Presupuesto al 100%; se trata de la calidad de ese gasto y de cómo beneficia a la gente», señala Raudales al analizar las cifras gubernamentales que, según explica, deben interpretarse con cautela.
El experto subraya que mientras el crecimiento proyectado del PIB es en términos reales, el aumento presupuestario se calcula en términos nominales, lo que podría elevar el gasto hasta un 8% al incluir la inflación.
La preocupación del economista se centra particularmente en los programas de reducción de pobreza, como la Red Solidaria, que a pesar de contar con asignaciones presupuestarias, muestran una ejecución deficiente. Esta situación se agrava por la dependencia de fondos externos, cuya llegada se ha visto obstaculizada por retrasos en las aprobaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI).
El análisis de Raudales revela un problema estructural que trasciende administraciones: la tendencia histórica de dirigir el gasto público hacia áreas con limitado impacto en el crecimiento económico. «Para reducir la pobreza realmente, deberíamos invertir en sectores como el turismo, la agricultura, la manufactura y el comercio, que tienen un impacto mucho más rápido y efectivo», argumenta.
Los resultados de esta ineficiencia son evidentes en las estadísticas: Honduras mantiene un 65% de pobreza y un 45% de pobreza extrema, cifras que persisten a pesar de 24 años de implementación de programas como los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
«Si no se logra eficacia, ¿para qué gastar tanto dinero?», cuestiona el economista, llamando a una reflexión profunda sobre no solo el monto del gasto público, sino su dirección y efectividad.
Esta evaluación crítica surge en un momento crucial para la economía hondureña, especialmente considerando que el FMI ha ajustado a la baja sus proyecciones globales, lo que añade un elemento adicional de incertidumbre a las optimistas proyecciones oficiales de crecimiento.
