Tegucigalpa – La esperanza renace en América Latina al registrar en 2023 una reducción histórica de la pobreza al 27,3%, la tasa más baja desde 1990. Así lo reveló la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en su informe «Panorama Social de América Latina y el Caribe 2024».
Sin embargo, detrás de estas cifras alentadoras, aún se oculta una realidad cruda: 172 millones de personas continúan sin ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas, y 66 millones de ellas viven en condiciones de pobreza extrema.
La disminución de 1,5 puntos porcentuales respecto a 2022 marca un avance significativo tras el impacto devastador de la pandemia de COVID-19, que en 2020 disparó los índices de pobreza en la región.
No obstante, la CEPAL advierte que, a pesar de esta mejora, la pobreza extrema alcanzó al 10,6% de la población, manteniéndose por encima de los niveles de 2014, cuando se registró la cifra más baja de las últimas tres décadas.
Brasil, el motor de la recuperación
El impulso principal detrás de esta reducción proviene de Brasil, país que alberga a un tercio de la población latinoamericana. Las políticas de transferencias no contributivas implementadas por el gobierno brasileño fueron determinantes para mejorar las condiciones de vida de millones de personas.
Sin esta reducción en Brasil, el panorama regional sería menos optimista: la pobreza habría sido del 28,4%, apenas 0,4 puntos porcentuales menos que el año anterior, y la pobreza extrema se habría mantenido en un 11,1%.
«Las transferencias sociales en Brasil han jugado un papel crucial en este descenso», destacó José Manuel Salazar-Xirinachs, secretario ejecutivo de la CEPAL, durante la presentación del informe. Sin embargo, subrayó que la mejora regional es frágil y que se requieren esfuerzos sostenidos para consolidar estos avances.
Brechas persistentes y desigualdades
A pesar de los progresos, las desigualdades siguen marcando el rostro de la pobreza en América Latina. Las mujeres en edad laboral continúan siendo más afectadas que los hombres, y los niños, niñas y adolescentes enfrentan tasas de pobreza considerablemente más altas que otros grupos etarios.
Además, uno de cada cuatro hogares carece de acceso a la protección social, proporción que se eleva a uno de cada tres en los quintiles de menores ingresos y en áreas rurales.
«La división sexual del trabajo y la actual organización social de los cuidados siguen siendo obstáculos para la inclusión laboral y la protección social de las mujeres», enfatizó Salazar-Xirinachs. En 2023, poco más de la mitad de las mujeres en la región estaban vinculadas al mercado laboral. De las que no lo estaban, el 56,3% se dedicaba exclusivamente al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, en contraste con solo el 7,3% de los hombres.
El llamado a fortalecer la protección social
La CEPAL urge a los gobiernos a avanzar hacia sistemas de protección social universales, integrales, sostenibles y resilientes. Para mitigar la pobreza, especialmente en la vejez, es fundamental fortalecer los programas de protección social no contributiva, dirigidos a quienes no han podido realizar aportes suficientes a los sistemas de pensiones o seguridad social.
«Enfrentar la crisis del desarrollo en la región requiere robustecer la institucionalidad social con capacidades técnicas, operativas, políticas y prospectivas», subrayó el secretario ejecutivo de la CEPAL. Según los cálculos del organismo, es necesario establecer una inversión estándar en protección social no contributiva de entre el 1,5% y el 2,5% del PIB, o entre el 5% y el 10% del gasto público total en el ámbito de los ministerios de Desarrollo Social o instituciones equivalentes.
Este objetivo aún está lejos de ser alcanzado. En promedio, una veintena de países de la región destina solo el 0,8% del PIB, o el 3% del gasto público total, a la protección social no contributiva, según datos de 2022.
Un futuro con retos y oportunidades
El informe de la CEPAL es un llamado a no bajar la guardia. Si bien las cifras muestran una tendencia positiva, la persistencia de altos niveles de pobreza extrema y las brechas de género y edad evidencian la necesidad de políticas más robustas y focalizadas.
«La reducción de la pobreza es un logro significativo, pero no podemos ignorar que millones de latinoamericanos aún viven en condiciones precarias», alertó Salazar-Xirinachs. «Es imperativo que los países de la región implementen políticas que aborden las raíces estructurales de la desigualdad y la exclusión».
La CEPAL destaca la oportunidad que representa este momento para reforzar las estrategias de desarrollo social, promover la inclusión laboral de las mujeres y jóvenes, y garantizar que el crecimiento económico se traduzca en bienestar para todos los habitantes de América Latina y el Caribe.
La disminución de la pobreza en 2023 ofrece un rayo de esperanza para América Latina, pero también resalta los desafíos pendientes en la lucha contra la desigualdad y la pobreza extrema.
La CEPAL insta a los gobiernos y a la sociedad en su conjunto a redoblar esfuerzos para construir una región más justa y equitativa, donde el desarrollo sostenible y la protección social sean pilares fundamentales del progreso.