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Toulouse, conocida como “La Ville Rose”, es la ciudad estrella de 2025

Capital de la música y de la aviación, la ciudad francesa, considerada por algunos como un París en miniatura, ha perfeccionado, a lo largo de los siglos, su propio arte de vivir.

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Los franceses llaman a Toulouse “La Ville Rose” (la ciudad rosa) por el color de sus casas de ladrillo sonrosado y se atreven incluso a considerarla un París en miniatura. Y es que esta ciudad del sur de Francia ha perfeccionado a lo largo de los siglos su propio arte de vivir, a base de buena comida, música, vida nocturna, mercados y una energía positiva que recorre, cada vez con más fuerza, sus elegantes casas rosadas.

Por El País

Capital de la música y de la aviación, Toulouse tiene muchas propuestas para hacer una escapada de fin de semana: galerías de arte en locales industriales reconvertidos, cafés de lo más animado, una cocina excepcional y tranquilos paseos por las soleadas orillas de ríos y canales. Por estas razones, la editorial Lonely Planet ha seleccionado Toulouse como la mejor ciudad para descubrir en 2025.

Toulouse es la Ciudad de la Música de la Unesco. Por ello, entre lo imprescindible de la escapada debería incluirse un concierto en Le Saint des Seins, una sesión de jazz en Le Taquin o de música clásica en Théâtre du Capitole. Aunque también es recomendable un circuito arquitectónico por la urbe que incluya la basílica románica de St-Sernin y el neoclásico Capitole, su ayuntamiento. Pero también es conocida como la capital de la aviación europea, con un interesante patrimonio sobre el tema en el Musée Aeroscopia, L’Envol des Pionniers y en la misma fábrica de Airbus. Y la tercera gran seña de identidad tolosana es la gastronomía, nutrida de productos del sur como se puede comprobar en el Marché Victor Hugo o almorzando un cassoulet (guiso de pato, salchicha y alubias) en algún local del mercado cubierto.

Un paseo por el casco antiguo

Le Vieux Quartier, el casco antiguo de Toulouse, es el centro de todo. Entre mansiones y escaparates, gente que va y viene, cafés y salones de té, locales de jazz, techno y rock y algunas joyas arquitectónicas; la ciudad se remonta a tiempos de los romanos y, de ellos, queda una zona llena de lugares interesantes, prácticamente peatonalizada, que se puede explorar a pie o en bicicleta.

Lo habitual es empezar la visita en la es­pléndida Plaza del Capitolio para después callejear hacia el sur hasta el peatonalizado Vieux Quartier. Casi todas las mejores galerías, museos y edificios religiosos de la urbe quedan cerca de las estaciones de metro Esquirol, Jean Jaurès y Jeanne d’Arc (todas de la línea A).

La magnífica plaza mayor de Toulouse es también su corazón, literal y metafórica­mente. Aquí se reúnen los tolosanos para tomar café o un aperitivo entre las fachadas de ladrillo rojo. En esta plaza están el Capitole (ayuntamiento), el Teatro del Capitole, uno de los teatros de ópera más prestigiosos del país; y la llamativa Salle des Illustres, de finales del siglo XIX. Al sur de la plaza empieza el Vieux Quartier, una maraña de callejas y plazas arboladas repletas de cafés, tiendas y restaurantes.

El Teatro del Capitole es una obra maestra construida en el siglo XVIII, aunque ya hubo antes otras versiones previas del edificio para reunir a los capitouls (magistrados jefes) desde 1190. Su fachada principal combina ladrillo rosa con columnas blancas y el interior es una auténtica galería de artistas locales que va desde cuadros medievales de estilo prerafaelista a la sala del puntillista Henri Martin.

Otro de los iconos de la ciudad es la Basílica de San Sernín, una iglesia románica coronada por una torre octogonal que culmina en una aguja. Este edificio es considerado el mejor de la ciudad y dentro destaca el llamativo retablo dorado sobre la tumba de St. Sernín, el primer obispo de Toulouse. Igual de icónico es el Convento de los Jacobinos, que parece muy opresivo por fuera, pero por dentro está bañado de luz y que además tiene un bonito claustro y una sala capitular interesante. Y un tercer templo para ver es la catedral de St- Étienne, una especie de esquizofrenia arquitectónica con un fabuloso retablo tallado.

Museos de arte para todos

Al margen del arte sacro más tradicional, hay mucha vanguardia en las calles tolosanas. Les Abattoirs, en el antiguo matadero de la ciudad, es ahora una galería de arte moderno con piezas de Marcel Duchamp, Ro­bert Rauschenberg y Robert Mapplethorpe. Pero la auténtica joya del lugar es el desco­munal cuadro de Pablo Picasso Despojo de minotauro en traje de arlequín, que solo se exhibe seis meses al año debido a su precario estado.

La Fundación Bemberg, un lujoso museo de bellas artes e historia del diseño, ocupa uno de los hôtels particuliers (mansiones privadas) más imponentes de Toulouse: el Hôtel d’Assézat, renacentista del siglo XVI. Entre sus paredes forradas de terciopelo se exponen muebles de época y en la galería superior obras de Picasso y Toulouse-Lautrec que alternan con las de otros impresionistas.

Pero hay mucho más arte en el centro. En el Museo de los Agustinos, que reabrirá en otoño de 2025, destaca una extraordinaria colección de arte en un antiguo monasterio agustino que abarca casi dos milenios, de la época romana a principios del siglo XX. Su principal atracción son las obras de Toulouse-Lautrec y Monet.

Los que prefieren la arqueología pueden ir al Museo St-Raymond, un histórico edificio de ladrillos que fue en su día un refugio para pobres y hoy es un museo que nos remonta a los orígenes romanos de la ciudad. Como curiosidad, el Museo Paul-Dupuy es un original tesoro en una mansión del siglo XVII que expone arte religioso, relojes históricos e instrumental médico antiguo.

‘Bistrós’, mercados y un poco de buena vida

Viajar a Toulouse es toda una inmersión a la cocina tradicional francesa. Aquí encontramos bistrós que preparan cuencos humeantes de cassoulet (guiso de pato, salchicha y alubias), mercados repletos de productos de temporada del suroeste y la santísima trinidad de la cocina gascona: pato, saucisse (salchicha de cerdo) y brandi de Armanac. Los chefs innovan en Les Halles de la Cartoucherie, que abrió en una fábrica de munición reconvertida en zona gastronómica, espacio de coworking y sala de conciertos en 2023.

El mercado Victor Hugo es el maravilloso mercado central de Toulouse, con puestos que exponen los productos regionales. En la parte superior hay cinco establecimientos que convierten esos ingredientes frescos en maravillosos almuerzos. Aunque no es fácil pillar mesa entre tantos tolosanos, turistas y comerciantes que comen aquí. Otra opción para probar el popular cassoulet es cenar en el modesto Au Gascon o probar la versión de un chef en Le Genty Magre.

Buscando estrellas Michelín podemos llegar al restaurante del famoso chef y juez de Masterchef Francia, Michel Sarran, donde no es fácil conseguir mesa. Pero hay otras opciones. Una es el restaurante de dos estrellas Py-r, uno de los mejores locales gastronómicos de la ciudad, con platos deslumbrantes y precios asequibles. Y también destaca el Une Table à Deux, una joya gastronómica gracias a que sus viajados y dotados chefs convierten productos locales frescos en menús de inspiración que cambian a menudo.

Disfrutar como un flâneur (paseante) francés

Aunque los tolosanos esperan con ansia la inauguración de la tercera línea de metro en el 2025, para los visitantes de fin de semana, la mejor manera de ver la ciudad sigue siendo el típico flânerie (callejear sin rumbo).

Es casi imprescindible darse un paseo por las arboladas orillas del río Garona y el Canal del Mediodía, una vía fluvial que atraviesa Toulouse en su ruta de 360 kilómetros por Francia desde el Mediterráneo hasta el Atlántico. Se puede también vagabundear por las calles sin tráfico del casco antiguo y entre los cafés llenos de estudiantes de la plaza mayor, o ver una curiosa colección de criaturas mecánicas gigantes dando un paseo desde su sede en Halle de la Machine. Se aconseja deambular para empaparse del caleidoscopio de rojos, rosas y ámbares salpicados por la luz del sol y sentir el ritmo de esta ciudad.

Un viaje por el espacio

Desde la II Guerra Mundial, Toulouse ha sido el núcleo de la in­dustria aeroespacial francesa y allí se han desarrollado importantes proyectos, además de componentes para programas espaciales internacionales.

La fantástica y enorme Cité de l’Espace, en las afueras de la ciudad, es un lugar para pasar un día completo de experiencias. El centro repasa la historia aeronáutica de la localidad con exposiciones interactivas que incluyen un simulador lunar, una cápsula giratoria para probar la tolerancia a los viajes espaciales, un planetario y un observatorio, además de un enorme cine para adentrarse en una misión espacial. En total, cuatro pisos de exposiciones sobre las exploraciones espaciales, con la posibilidad de subir a una estación espacial Mir. También des­tacan las réplicas a tamaño real de naves espaciales icónicas, como el Mars Rover y un cohete Ariane 5, de 52 metros.

Visitando (y pilotando) un Airbus en el museo de la aviación

El complejo Airbus, en el extremo norte de Toulouse, es casi una ciudad en sí misma. Su museo de la aviación, Aeroscopia, se construyó en el mismo lugar donde se terminó el primer Airbus A380. Y el lugar, un enorme hangar con 20 aviones, es una oportunidad para ver de cerca aviones comerciales y militares, trepar por alguno de ellos y ampliar el conocimiento sobre la industria aeronáutica. Además, es una introducción al desarrollo del diseño aeronáutico y permite acceder a un Concorde y a un A330B.

Los aficionados a los aviones pueden reservar una visita guiada por la enorme fábri­ca J. L. Lagardère Airbus, cerca del aeropuerto de Blagnac, 10 kilómetros al noroeste del centro de Toulouse. El circuito principal incluye una vi­sita a la cadena de montaje del A380 aunque también hay un circuito panorámico más largo que recorre en autobús otras secciones de este complejo. En cualquier caso, hay que solicitar ambas visitas con antelación.

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