Desde 1998, la Argentina enfrenta la reemergencia del dengue, la infección transmitida por hembras de los mosquitos Aedes aegypti a través de sus picaduras. Desde entonces se han producido 5 epidemias nacionales y las dos últimas ocurrieron en 2023 y 2024, con récords de casos de personas afectadas y muertes.
Por Infobae
Cada una de las 24 jurisdicciones lleva un registro que forma parte de la vigilancia epidemiológica de casos y fallecimientos. Recientemente, se sumaron también los índices larvarios de 11 provincias, según informó el Ministerio de Salud de la Nación.
En base a esas herramientas, se advirtió que durante las últimas semanas, “los valores a nivel nacional arrojan una situación de riesgo entomológico moderado o alto”. Esto implica que tienen que reforzarse las medidas para la prevención del dengue como la eliminación de criaderos de mosquitos.
Para evaluar el riesgo, se utilizan los índices larvarios, que permiten evaluar el nivel de riesgo de transmisión del dengue y otras arbovirosis en distintas zonas.
Para su cálculo, se lleva a cabo un relevamiento en terreno donde se inspeccionan viviendas y establecimientos, verificando la presencia de criaderos con larvas del mosquito vector.
A partir de esta información, se obtienen tres índices clave: el índice de viviendas positivas (IV), que mide el porcentaje de hogares con criaderos de Aedes aegypti; el índice de recipientes positivos (IR), que refleja la proporción de contenedores con larvas; y el índice de Breteau (IB), que contabiliza la cantidad de recipientes infestados cada 100 viviendas inspeccionadas, según detallaron desde el Ministerio de Salud de la Nación.
El ciclo de vida del mosquito
Los mosquitos pasan por cuatro estados durante su ciclo de vida. El primer estado es el de huevo. Las hembras de mosquitos los depositan en recipientes con agua y con borde liso generalmente, como floreros, macetas, cubiertas de goma, platitos debajo de las macetas.
Después del estadio de huevo, se convierten en larvas durante 8 a 10 días y luego pasan a ser pupas durante unos dos días. Hasta que finalmente emerge como un adulto.
Los mosquitos pueden adquirir el virus del dengue al picar a una persona que ya tenía la infección. Luego, pueden transmitir el patógeno a otras personas.
La vigilancia del mosquito Aedes aegypti, que también puede ser vector de otras arbovirosis como la fiebre amarilla y la fiebre chikungunya, se basa en la recopilación de datos entomológicos que permiten evaluar el riesgo de transmisión en distintas localidades.
Personal técnico especializado de las Bases Nacionales de Control de Vectores, dependientes de la Dirección de Zoonosis y Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores, en colaboración con equipos provinciales y locales realizan la recopilación de datos.
El monitoreo se lleva a cabo principalmente en las regiones del Noreste Argentino (NEA) y Noroeste Argentino (NOA). Los técnicos inspeccionan viviendas y establecimientos públicos y privados para identificar la presencia de contenedores con larvas de mosquitos.
Además, registran aquellos recipientes que no presentan signos de infestación y documentan el tipo de contenedor, así como las medidas tomadas, ya sea la eliminación o neutralización.
Con la información recolectada tras las inspecciones, se calculan tres índices larvarios fundamentales para medir el riesgo de transmisión vectorial de la infección. Son el índice de vivienda, el índice de recipiente y el índice de Breteau.
Cada uno de estos indicadores ofrece una perspectiva específica sobre la situación epidemiológica de una localidad.
El índice de vivienda se calcula dividiendo el número de viviendas con la presencia de Aedes aegypti entre el total de inspeccionadas, multiplicado por 100. Este índice clasifica el riesgo en tres niveles: bajo (menos del 4%), moderado (entre el 4% y el 35%) y alto (más del 35%).
Por su parte, el índice de recipiente mide la proporción de recipientes positivos en relación con el total de inspeccionados, también expresado en porcentaje. Los niveles de riesgo son similares: bajo (menos del 3%), moderado (entre el 3% y el 20%) y alto (más del 20%).
Finalmente, el índice de Breteau se obtiene al dividir el número de recipientes positivos entre el total de viviendas inspeccionadas, multiplicado por 100. Este índice también clasifica el riesgo en tres categorías: bajo (menos del 5%), moderado (entre el 5% y el 50%) y alto (más del 50%).
Los índices larvarios no solo permiten evaluar la situación actual de una localidad, sino que también son herramientas esenciales para planificar estrategias de control y prevención. Son indicadores que ayudan a identificar áreas prioritarias y a estimar el riesgo de brotes de dengue y otras arbovirosis, como el zika y el chikungunya.
Por ejemplo, en localidades con índices elevados, las autoridades sanitarias pueden intensificar las campañas de concienciación y las acciones de control vectorial, mientras que en áreas con índices bajos, los esfuerzos pueden centrarse en la vigilancia y el mantenimiento de las condiciones actuales.
En este contexto, la participación activa de la comunidad también juega un papel crucial. La eliminación de criaderos en los hogares y la adopción de medidas preventivas, como el uso de mosquiteros y repelentes, son acciones individuales que contribuyen significativamente a reducir el riesgo de transmisión.