Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, encabezó este miércoles la celebración litúrgica que marca el inicio del tiempo de Cuaresma para los católicos, con un llamado a la unidad y la esperanza entre los hondureños.
«Caminemos juntos porque venimos de un mismo amor creador. Recuerda que eres polvo y porque creemos en el mismo Evangelio que es la buena noticia de Jesucristo, sería contradictorio y una pérdida de tiempo caminar solos», expresó Nácher durante la homilía pronunciada en una concurrida misa en la catedral metropolitana.
El mensaje del arzobispo hizo énfasis en el sentido profundo del evangelio del Miércoles de Ceniza, que según explicó, evoca la «sana interioridad y la auténtica exterioridad con la que debemos vivir el ayuno, la oración y la limosna», las tres prácticas fundamentales de este tiempo litúrgico.
Desde primeras horas de la mañana, centenares de creyentes acudieron a los diferentes templos de la capital hondureña para recibir la tradicional cruz de ceniza en la frente, símbolo de penitencia y recordatorio de la finitud humana, según constató la agencia EFE.
Durante la ceremonia en la catedral, el arzobispo impuso personalmente la ceniza a los fieles con la fórmula ritual: «Recuerda que polvo eres y en polvo te has de convertir». Esta ceniza, elaborada a partir de las palmas bendecidas del Domingo de Ramos del año anterior, simboliza el carácter cíclico del tiempo litúrgico.
«Con el signo de la ceniza, al iniciar la Cuaresma, nos abrimos hoy a la entrañable misericordia de Dios», subrayó Nácher, quien reiteró su exhortación a los católicos a «caminar juntos en la esperanza que no defrauda».
En su reflexión sobre las prácticas cuaresmales, el jerarca católico señaló que «cuanto más auténtico sea nuestro ayuno, habrá más solidaridad y menos hambre». Asimismo, destacó que la oración «serena y sin prisas, calma nuestras mentes y fortalece nuestros corazones», mientras que «la limosna vence la indiferencia y ayuda a nuestra alma en un mundo de consumo y posesión que, por sí solo, lo único que hace es crecer la insatisfacción».
Nácher también se refirió a las bienaventuranzas como reveladoras del «misterio de la verdadera felicidad, que reside en el ser para los demás, en el compartir solidario», y mencionó al papa Francisco quien, a pesar de estar «postrado» por problemas de salud, «sigue peregrinando, consciente de que su camino y el nuestro convergen en una meta: la vida plena de Jesucristo resucitado».
La celebración concluyó con un mensaje sobre la verdadera esperanza, que según el arzobispo «no se basa en nosotros mismos ni en sacrificios, sino en Dios, y es la que sostiene nuestro camino sin adormecernos».