Tegucigalpa. – El Viacrucis del Viernes Santo en Honduras se conmemoró con los templos católicos sin fieles por la epidemia del coronavirus, mientras que la tradicional procesión en Tegucigalpa se hizo con las imágenes de Jesucristo, cargando la cruz, y la virgen María, en la parte trasera de dos vehículos.
En la capital hondureña, el viacrucis inició como de costumbre en la iglesia San Francisco, para seguir con las 13 estaciones restantes en diferentes iglesias de las ciudades gemelas de Tegucigalpa y Comayagüela, que juntas conforman la capital.
Muchos de los mensajes de los sacerdotes que participaron en cada estación, frente a la entrada principal de cada iglesia, que lucían adornadas con pequeños altares con flores y motivos religiosos, fueron dedicados a la epidemia de coronavirus.
Los religiosos imploraron porque el mal desaparezca pronto, además de pedirle a la población que no salga de sus casas y cumpla con las recomendaciones para no contraerlo.
Además de abogar por Honduras, los pobres y los enfermos, los sacerdotes también lo hicieron por los que han contraído el coronavirus y “todo el personal sanitario que se está haciendo cargo de esta pandemia, para que el Señor les conceda fortaleza y que su servicio sea bien recompensado en el cielo y aquí en la tierra con nuestro agradecimiento y obediencia a las disposiciones que nos dan”.
Honduras tiene una población de nueve millones de habitantes, de los que en su mayoría son católicos.
A causa del coronavirus, este año, al ser suspendidas las procesiones, tampoco hubo las alfombras de aserrín, de varias cuadras de largo, elaboradas en varias de las ciudades más importantes del país por manos de mujeres, hombres y niños, en hermoso colorido, con imágenes de Jesucristo y otras alusivas a la Semana Santa.
En la duodécima estación del viacrucis móvil en Tegucigalpa, el sacerdote Juan Ángel López dijo que “hoy mueren muchos hondureños en los hospitales, incluso en las calles, sedientos de comprensión y de sentido de fraternidad”.
Cabe destacar que la procesión estuvo encabezada por el canciller de la Iglesia Católica hondureña, sacerdote Carlo Magno Núñez y otros miembros del clérigo de Tegucigalpa, todos utilizando mascarillas o tapabocas y guardando las demás medidas de bioseguridad.
López agregó que “son hasta este momento 100 mil 271 muertos por el Covid-19” y que “la inmensa mayoría de ellos han muerto lejos de su familia, sin el consuelo de amigos y familiares. En cada uno de ellos muere también Jesús”.
Jesucristo también “sigue muriendo en aquellos que mueren por culpa de la violencia, la corrupción o de la indiferencia”, acotó.
En otra estación, se abogó porque cese la violencia criminal que también afecta al país centroamericano, la extorsión de que son víctimas los dueños de muchos comercios, el transporte urbano e interurbano, y por los muertos en accidentes de tráfico por conductores que corren a exceso de velocidad.
En la última estación, la decimocuarta, en la Basílica Menor de la virgen de Suyapa, patrona de Honduras, el cardenal de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez, meditó que “el cristiano tiene que ser portador de una esperanza cierta, que se fundamenta claro en el camino de la cruz, pero el destino es la vida, que no termina”.
“Tantas tumbas que ya no encuentran lugar frente a esta pandemia, tantos cementerios que hasta quieren cerrarse porque hay personas que ya han sido descartadas, marginadas; que busquen por ahí una fosa común, cuando eso no es cristiano”, añadió sobre el coronavirus.
Rodríguez señaló que muchos analistas están preocupados y piensan que después de la pandemia habrá una recesión económica, y “sin duda que la habrá, pero no será el final”.
“La recesión que debemos temer, es volver a lo mismo de antes, a los mismos defectos, a los mismos pecados, volver a la misma división que hay en nuestro país”, recalcó.
El líder religioso advirtió que “Honduras no será la misma cuando se venza esta pandemia, porque la vamos a vencer, pero no podemos volver atrás”.
Durante el recorrido de las 12 estaciones hubo creyentes que asomaban por balcones, ventanas y puertas de sus casas para saludar el viacrucis móvil, mientras que otros salieron a la calle y se arrodillaban para orar con los sacerdotes, guardando las distancias, en cumplimiento a las medidas preventivas contra el coronavirus.
Muchos católicos hondureños siguieron el viacrucis a través de la radio, televisión de la iglesia católica y sus redes sociales.