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Iglesia Católica en Honduras condena la eutanasia y critica a los políticos que se aferran al poder

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Tegucigalpa. – Durante la homilía correspondiente al quinto domingo de la Cuaresma, oficiada por el rector de la Basílica Menor de Suyapa, padre Carlo Magno Núñez, la Iglesia Católica cuestionó a las naciones que aprueban la eutanasia.

En líder religioso condenó las leyes aprobadas en Europa sobre esa práctica, y lamentó que “el deseo de vivir muchas veces se ve truncado con leyes ambiguas adversas a la vida, como esas leyes en Europa, que se están aprobando como la de España en contra de la vida”.

La crítica llega luego que el pasado jueves en España, aprobaran la eutanasia, avalando la ayuda médica para morir, como un “derecho”.

Tras esta aprobación, España se suma a Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Nueva Zelanda y Colombia, aunque este último fue aprobado por decisión del Tribunal Constitucional, no hay una ley aprobada por el Parlamento.

Se conoció que, en la Madre Patria, la podrán solicitar mayores de edad que sufran enfermedades graves e incurables, o un padecimiento crónico que afecte la autonomía y que provoque sufrimiento físico y psíquico intolerante.

Para que el procedimiento se concrete, los solicitantes tendrán que confirmar al menos cuatro veces y en diferentes períodos de tiempo, su voluntad de morir, además, cada caso será analizado varias veces, y se puede desistir en cualquier momento del proceso.

La homilía de este domingo versó sobre el pasaje bíblico en el que unos griegos llegan a Jerusalén y se aceran a los discípulos para manifestarles que querían ver a Jesús y que llegaron porque querían dar culto a Dios durante la pascua que allí se celebraba.

Núñez refirió que los griegos querían ver personalmente a Jesús, deseaban entrar en contacto con Él, seguramente habían oído hablar de Él y de sus obras y se había despertado en ellos un profundo deseo de encontrarse con Él.

“Actualmente en el contexto cultural en el que vivimos, quién quiere ver a Dios o a Jesús, hoy también como los griegos hay muchos buscadores de Dios, sedientos del infinito, la gente busca una referencia que le sirva de orientación, que despierte la esperanza y una respuesta al deseo de vivir que llevamos dentro, pero a veces la respuesta de esa búsqueda que nuestra sociedad ofrece es ambigua y confusa en las personas”, refirió el prelado.

En ese sentido, cuestionó que “el deseo de vivir muchas veces se ve truncado por leyes adversas a la vida, como esas leyes en Europa que se están aprobando, como la de España en contra de la vida a favor de que los ancianos, los mayores, se les pueda aplicar una vacuna y despacharlos, la eutanasia, porque eso es la eutanasia, un crimen en contra de nuestros hermanos mayores”.

Acotó que nosotros como esos griegos sentimos el deseo ardiente de conocer a Jesús, el Señor de la vida, redescubrir de nuevo y acercarnos a Él, pero quién nos facilitará el camino para encontrarnos con Él.

En estos días podemos hacer como los griegos tomarnos un tiempo para acercarnos a Jesús para buscarlos, para adentrarnos en el misterio de su amor infinito, por lo que preguntó si estamos haciendo ese tiempo para encontrarnos con Jesús.

Añadió que cuando Andrés y Felipe le comunican a Jesús que unos griegos querían verlo, Él les contestó que “ha llegado la hora de que sea glorificado el hijo del hombre”, Jesús se dirige no a los gentiles sino a sus discípulos y declara por primera vez que ha llegado la hora en que se manifestara la gloria del hijo del hombre, es decir se va a manifestar su amor fiel hasta el final, hasta la entrega de su vida.

Refirió que, por tres veces, el Señor Jesús repite en el texto, la palabra “hora”, es la hora del amor, de la manifestación del amor hasta el extremo, ha llegado la hora para todos, cuál es la hora, cada uno de nosotros nos podemos preguntar ¿ha llegado mi hora?, ¿ha llegado la hora de optar por el amor como forma de vivir?, se trata de vivir cada día, cada momento siguiendo a Jesús y recorriendo el camino, es decir, vivir la vida con un dinamismo y entrega total.

Asimismo, preguntó si estamos viviendo la vida, la solidaridad, la comprensión del otro, aunque piense distinto que yo, estamos viviendo la hermandad, o como dice el papa Francisco, estamos vivienda la cultura del encuentro, o entre más lejos de los problemas de los demás, mejor, estamos viviendo la hora del cambio en nuestras vidas.

Jesús explica todo eso con una pequeña parábola: “si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo, pero si da muchos frutos da vida, Él mismo se refiere a su muerte y quiere decir que no se puede producir vida sin dar la propia, quiere decir que la vida es fruto del amor”.

Pidió “vivir en ese amor verdadero, morir para dar fruto, es dejar también de aferrarnos a nuestra falsa seguridad de tener el poder, cuántas personas hemos visto que se aferran al poder para seguir haciendo de las suyas, que se aferran al poder, no para servir al prójimo, como dice la doctrina social de la iglesia, el arte de la política es para servir no para servirse, pero aquí entienden lo contrario, aferrarse al poder, el aparentar ser bueno, aunque por dentro sean lobos feroces”.

Más adelante, refirió que Jesús también en su respuesta a los discípulos, les dijo que “el que se ama así mismo, se pierde, el que se aborrece así mismo en este mundo se guarda para la vida eterna”, qué quieren decir esas palabras, quiere decir que dar la propia vida es la suprema medida del amor y esa no es la pérdida para nadie sino su máxima ganancia, quiere decir que vivir de manera egocéntrica es perder lo mejor de la vida.

Apuntó que, por la muerte de Cristo, nosotros tenemos vida eterna, no cualquier vida.

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