Tegucigalpa. – Tras varios meses ausente, el cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez, reapareció este Jueves Santo encabezando la misa crismal en la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa, con la que termina el tiempo de la cuaresma y comienza el triduo pascual, donde manifestó que “estoy celebrando una nueva vida en la pascua, ciertamente lo puedo decir desde el fondo de mi alma, tengo una nueva vida”.
La última vez que Rodríguez ofició una misa fue el 31 de enero pasado antes de caer víctima del Covid-19, por lo que tuvo que ser hospitalizado y ha tenido varias semanas de recuperación.
Durante la misa para renovar las promesas sacerdotales y la bendición de los oleos de los enfermos y los oleos de los catecúmenos, Rodríguez manifestó que el amor y la lealtad de Dios siempre estará con cada ser humano.
En la Basílica Menor de Suyapa se reunieron los sacerdotes de Tegucigalpa y alrededores, cumpliendo con las medidas de bioseguridad para evitar el Covid-19.
En su prédica, Rodríguez destacó el trabajo de cada sacerdote, ya que durante toda la pandemia no se ha dejado de llevar el mensaje de paz a los hondureños.
“Quiero agradecerles de corazón y de forma pública mis queridos sacerdotes su gran trabajo pastoral, su dedicación, sus oficios, sacrificios, cariño y celo pastoral”, manifestó.
“Aunque sabemos que la iglesia está en manos de Dios, también es cierto que sin nuestra mediación humilde y sencilla desaparecería la vida misma de las comunidades”, expresó.
“También deseo animarlos en la lucha porque nunca ha sido fácil servir al Señor, nunca ha sido fácil remar mar adentro y corriendo el riesgo de fatigarse cuando el viento es contrario”, mencionó.
Rodríguez destacó que el trabajo sacerdotal no ha parado aún en medio de la pandemia, lo que es digno de admirar de cada colaborador.
“En este más de año de pandemia ha cambiado radicalmente nuestra actividad pastoral y la misma celebración de la Semana Santa, por lo cual les agradezco por su creatividad, gracias por todos los esfuerzos para llegar a la iglesia doméstica”, subrayó.
“La realidad en que vivimos no se compara con la nueva creatividad y presencias virtuales, salir en los medios a buscar a los alejados y a los indiferentes y pensar que ya no podemos esperarlos o despedirlos a las puertas del templo”, agregó.
Pese a todo ello, el cardenal aseguró que el amor de Dios es infinito para la humanidad y que la nueva normalidad por la pandemia no cambiará eso.
“El Señor nos repite en el salmo 88, contarán con mi amor y mi lealtad, nunca nos va a faltar el amor y la lealtad de aquel que nos amó primero, siempre le podemos decir: Tú eres mi Padre, el Dios que me protege y que me salva”, puntualizó.