La historia tiene dos protagonistas: un extraterrestre y un niño solitario llamado Elliott. (Universal/Kobal/Shutterstock)
Cuando Steven Spielberg tuvo un descomunal éxito con Encuentros cercanos del 3er tipo y un traspié con 1941, fue a lo seguro filmando una producción de su amigo George Lucas llamada Los cazadores del arca perdida. Pero en su cabeza venía dando vueltas un proyecto de ciencia ficción que terminaría convirtiéndose en E.T., el extraterrestre (E.T. the Extra-Terrestrial, 1982). En un comienzo no había mucho apoyo al proyecto y aunque parezca increíble hoy, a Spielberg le costó conseguir un estudio que le diera luz verde a la película. Se trataba de un proyecto muy personal y arriesgado y aun así se convertiría en la película más taquillera de toda la historia del cine.
Por infobae.com
La historia tiene dos protagonistas. Por un lado un extraterrestre que es dejado atrás por sus pares cuando estos son descubiertos por Agentes del Gobierno de Estados Unidos. Por el otro, un niño solitario llamado Elliott, que vive con sus hermanos y su madre y cuyo padre los ha abandonado. Un día Elliott descubre en el cobertizo del jardín de su casa a E.T. y luego del miedo y la sorpresa, se convierte en su mejor amigo. Allí comienza una serie de aventuras en las cuales los niños le esconden a los adultos la existencia del extraterrestre mientras tratan de buscar la manera de ver cómo puede este comunicarse con su planeta.
La película representa como ninguna otra el mundo del director y su cariño por los géneros cinematográficos. Su admiración por John Ford se manifiesta con una escena en la que ET mira El hombre quieto (The Quiet Man, 1952) protagonizada por John Wayne y Maureen O´Hara, y Elliott besa a una nena imitando el famoso beso de aquel film. También hay citas a la saga de La guerra de las galaxias, en un duelo silencioso entre dos amigos taquilleros. Fue La guerra de las galaxias (1977) la que rompió los récords de Tiburón (1975) y finalmente Spielberg volvió a ganar cuando E.T. le sacó a la saga de George Lucas el primer puesto en la taquilla de todos los tiempos.
Pero lo más personal es la representación de la infancia solitaria, uno de los temas favoritos del director. “E.T. fue un amigo que podría ser el hermano que nunca tuve y un padre que no sentí tener más”, declaró alguna vez Steven Spielberg. Elliott está solo y por primera vez encuentra a alguien con quien estar. El director dijo que se inspiró en su propio imaginario de la infancia, algo que lo ayudó a sobrellevar la separación de sus padres. Melissa Mathison escribió el guion con todas las ideas del director, en una historia que es pura fantasía pero a la vez representa como pocas la sensibilidad de la infancia. Un detalle no menor: la película está filmada con la cámara a la altura de Elliott y ET, por ese motivo los adultos aparecen mayormente cortados o vistos desde ese punto. Una decisión estética muy poco habitual con grandes resultados.
Había una escena en la cual Harrison Ford interpreta al director de la escuela donde estudia Elliott. Luego del incidente en la clase de biología, el niño era reprendido por el director, pero Spielberg evaluó que Ford, que venía de protagonizar Los cazadores del arca perdida era demasiado famoso en ese momento y esto distraería a la audiencia. Qué un director tome una decisión así hoy sería impensable, pero por algo Spielberg tiene el nombre que tiene. No necesitó ninguna estrella para realizar la película más taquillera de todos los tiempos.
El éxito de la película hizo que poco años después se reestrenara en todo el mundo y en el 2002 se hiciera un nuevo reestreno con algunas alteraciones. Una edición especial, algo que estuvo de moda y no trajo buenos resultados. Steven Spielberg se arrepintió de los cambios y finalmente les pidió a los espectadores que ignoraran esa versión y vieran solo la original. La edición del trigésimo aniversario volvió a ser la del estreno. Lo que sí figura desde 1984 es el logo de Amblin, la productora de Spielberg, antes de la película. La empresa lleva el nombre del corto del director con el cual comenzó su carrera e incluye la emblemática escena de la bicicleta con el fondo de la luna.
La música de la película, compuesta por John Williams, también es un clásico. Con escucharla, las imágenes de la película vienen a la memoria. Fue uno de los cuatro Oscar que la película ganó aunque mejor dirección, película y guion se quedaron sin estatuilla. Pero lo más complejo que tuvo la producción de la película fue la creación del propio ET. Una compleja mezcla de rostros, voces y movimientos que dieron como resultado esa inolvidable criatura. Una docena de voces, incluyendo a la actriz Debra Winger, formaron parte de su creación y también dieciséis animales fueron tomados parcialmente para crear los efectos de sonido.
Solo faltaba darle un rostro al extraterrestre. No debía ser amenazante ni tampoco tonto. Había que volverlo creíble y querible a la vez. Carlo Rambaldi, el responsable del diseño, trabajó, según se cree, sobre los rostros del poeta Carl Sandburg, un perro pug, Ernest Hemingway y Albert Einstein. Se utilizó un complejo sistema de animatronics, y en algún momento enanos, e incluso un niño, dieron movimiento al muñeco. El costo total fue casi un quinto del costo total de la película, pero valió la pena.
Nunca hubo una secuela, pero sí se habló de ella en un par de ocasiones. Hoy resultaría casi imposible evitar una, pero en 1982 la película fue considerada tanto un éxito popular como una película artística, por lo cual quedó protegida de los deseos de extender el éxito en la dirección equivocada. La propia película extendía su triunfo, no necesitaba una secuela. Hoy sigue siendo considerada un clásico y les cambió la vida a millones de espectadores. Se puede ver en streaming en Paramount Plus y Prime Video. Para quienes la quieren volver a ver y para aquellos que aún no la han visto. Y el mayor placer de todos: mostrarles a los hijos o a la siguiente generación esta película y ver cómo alguien se fascina por primera vez por esta maravillosa historia tan emocionante como asombrosa.