Mapa tridimensional del volcán submarino Hunga construido a partir de datos de NIWA (siglas en inglés del Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera). Fotografía facilitada por NIWA-Nippon Foundation. EFE
El volcán submarino cuya erupción el 15 de enero provocó un enorme tsunami que golpeó Tonga, en el Pacífico Sur, se encuentra “sorprendentemente” intacto a pesar de la explosión, la más fuerte registrada desde 1883, publica este lunes un estudio científico.
La erupción del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, ubicado a unos 65 kilómetros al norte de la isla tongana de Tongatapu, es considerada como la explosión atmosférica más grande desde la erupción del volcán Krakatoa, causó tres muertos y afectó al 85 % de la población de este archipiélago donde viven poco más de 100.000 personas.
Debido a la potencia de este evento, los investigadores del Instituto Nacional de Investigación del Agua y la Atmósfera (NIWA, siglas en inglés) de Nueva Zelanda esperaban encontrar cambios drásticos en el volcán submarino, pero en su lugar lo encontraron prácticamente intacto.
El líder de la expedición científica, el geólogo marino del NIWA Kevin Mackay, dijo en un comunicado que “aunque el volcán parecía intacto, el fondo marino mostraba algunos efectos drásticos de la erupción”.
El equipo del NIWA elaboró un mapa del fondo marino a lo largo de 22.000 kilómetros cuadrados alrededor del volcán, como parte de un proyecto global, que muestra cambios en un área de 8.000 kilómetros cuadrados, del tamaño de la Comunidad de Madrid.
Los investigadores registraron hasta siete kilómetros cúbicos de material desplazado, lo que equivale a tres millones de piscinas olímpicas, con ayuda de aparatos submarinos.
Los expertos también determinaron que el cable de comunicaciones, cercenado durante la explosión y que dejó a Tonga desconectado del resto del planeta durante varios días, se encuentra enterrado bajo 30 metros de ceniza y sedimentos.
“Hay lodo arenoso fino y profundas ondulaciones de ceniza hasta 50 kilómetros de distancia del volcán, con valles excavados y enormes montones de sedimentos”, detalló Mackay.
Los científicos, que viajaron durante un mes en el barco científico RV Tangaroa, pudieron detectar abundantes poblaciones de fauna marina y especulan que estas especies escaparon al impacto por estar fuera de la trayectoria del flujo de la erupción, o lo suficientemente lejos como para evitar la gruesa caída de ceniza.
“Aunque el fondo marino del volcán es en gran parte estéril, los montes submarinos circundantes tienen focos de biodiversidad normal, como corales, esponjas, estrellas de mar y mejillones, lo que indica la resistencia de estos ecosistemas marinos y da cierta esperanza de recuperación”, explicó Malcolm Clark, biólogo marino del NIWA.
Respecto a las características físicas y químicas de la columna de agua, como la temperatura, los nutrientes y la concentración de oxígeno del volcán submarino, el estudio preliminar indica que el volcán podría estar aún en erupción, así como indicios de que algunas cenizas transportadas por el aire todavía no se han asentado completamente en el fondo marino.
Si bien la ceniza volcánica fertiliza las algas oceánicas microscópicas gracias a la concentración de nutrientes y metales traza de la ceniza, su presencia prolongada puede tener un impacto negativo en la producción de alimentos y captura de carbono en el océano.
La investigación del volcán de Tonga -que cuenta con el apoyo del Proyecto de la Nippon Foundation-GEBCO Seabed 2030 para cartografiar los fondos marinos del mundo para 2030- tiene previsto elaborar el mapa de la caldera del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai con un aparato no tripulado.
EFE