Caleb Ewan de Australia gana la tercera etapa del Tour de Francia. 31 de agosto de 2020. REUTERS/Benoit Tessier
La itinerancia y la inmensa caja de resonancia de la prueba confrontan al Tour de Francia con diferentes problemas en cada edición. Repaso de los problemas recurrentes que planean sobre la carrera, cuya edición 2022 comienza el viernes en Dinamarca.
El Covid-19
El nuevo protocolo publicado el martes por la Unión Ciclista Internacional (UCI) toma en cuenta la evolución de la situación sanitaria, con un aumento significativo de los casos positivos recientemente. Tiene por objetivo “reforzar la vigilancia médica del pelotón” y de su entorno, pero toma en cuenta, con pragmatismo, caso por caso. La principal medida es que un corredor asintomático no estará obligado automáticamente a abandonar, contrariamente a lo que sucedió estas últimas semanas, sobre todo en la Vuelta a Suiza.
“La decisión de un eventual aislamiento será tomada de manera colegiada por el médico del equipo afectado, el médico de la prueba y el director médico de la UCI, en base a los elementos clínicos disponibles”, prevé el nuevo reglamento, elaborado por un grupo bajo la responsabilidad del director médico de la UCI, el profesor Xavier Bigard, compuesto por representantes de los ciclistas, de los equipos, de los médicos de las formaciones y de los organizadores.
El Dopaje
Los registros llevados a cabo el lunes en varios países europeos contra corredores y representantes del equipo Bahrain ponen de nuevo en el foco el tema del dopaje. Cerca de un cuarto de siglo después del caso Festina y 12 años después de la última participación de Lance Armstrong en el Tour, el ciclismo no puede bajar la guardia frente a lo que durante mucho tiempo ha sido, de lejos, su problema número 1.
“Mantener la luz encendida”, esta expresión de Roger Legeay, presidente del Movimiento por un Ciclismo Creíble (MPCC), sigue plenamente vigente. Trece de los 22 equipos participantes en la Grande Boucle son miembros de esta organización que se reivindica a la cabeza de la lucha contra el dopaje y fija reglas más estrictas que el reglamento en vigor.
“Estamos obligados a ser más blancos que blanco”, recordaba a comienzos de año la directora de la UCI, Amina Lanaya, en una entrevista al diario francés Ouest-France en la que insistía, más allá de los controles, en la necesidad de las investigaciones y abría el debate sobre una posible remuneración a los delatores.
El ciclismo ha delegado la lucha contra el dopaje en la ITA (International Testing Agency), una agencia independiente con acción en varios deportes. “Son profesionales, saben cómo obtener las informaciones. Pero nosotros, de nuestro lado, tampoco queremos abandonar, por lo que les informamos de lo que pasa”, explicó Lanaya, convencida de la necesidad de privilegiar “la inteligencia, la investigación, la colaboración con las autoridades policiales”. Sin abandonar, evidentemente, los controles tradicionales: “Los test son un medio útil, pero en base a informaciones fiables recogidas de otras fuentes”.
La meteorología
La canícula (frecuente), el granizo (más raramente), la nieve (excepcional). El Tour está a merced de una meteorología que a menudo complica la vida de los corredores y a veces les inmoviliza.
“En la historia del Tour de Francia, solo una etapa ha tenido que ser interrumpida como consecuencia del clima: Tignes, el 26 de julio de 2019”, recuerda el director de la carrera Christian Prudhomme cuando le preguntan por este tema.
Ese día, una violenta tormenta de hielo a la que siguió un desprendimiento de tierra, convirtió la carretera en impracticable a 20 km de la llegada a Tignes. El tiempo computado para la clasificación general se tomó al paso por la cima del col del Iseran. “Somos conscientes que los episodios meteorológicos sorpresivos, ya sea de granizadas o calor, se producen cada vez con más frecuencia”, indica Prudhomme. “Lo vimos con una tormenta de granizo muy violenta en la llegada a Andorra (Arcalis) en 2016, y en el col de Porte en el Dauphiné de 2020”.
¿Qué hacer? “Una vez más hay que adaptarse”, responde el director de la Grande Boucle, aunque recuerda que “una carrera ciclista no se mueve con un chasquido de dedos, la organización del Tour en su itinerancia es enorme”.
En el caso de canícula, una comisión llamada “de condiciones extremas”, con representantes de las diferentes partes afectadas (equipos, corredores, organizadores, UCI), se reúne antes de la salida de la etapa. Pero no se puede decidir anticipadamente. Son decisiones que se toman en cada instante en función de las situaciones de carrera”, concluye Prudhomme.
AFP