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Alerta por el fuerte aumento global de los laboratorios que estudian patógenos muy peligrosos

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Para investigar a los patógenos más peligrosos que pueden afectar a los seres humanos, los científicos utilizan laboratorios de bioseguridad. Allí se pueden estudiar de forma segura y eficaz las muestras y prevenir contagios.

Por Infobae

El número de laboratorios de alta contención que estudian los patógenos más mortíferos conocidos está en auge en el mundo. Si bien ese tipo de centros de investigación se establecen para hacer análisis con medidas máximas de precaución, un nuevo reporte advirtió que el creciente número también aumenta el riesgo de liberación accidental o uso indebido de gérmenes como los virus Ébola y Nipah.

El virus de Ébola es transmitido al ser humano por animales salvajes y se propaga en las poblaciones humanas por transmisión de persona a persona. En 2022 Uganda vivió un brote de ébola producido por la especie Sudán del virus ébola. El brote finalizó en enero de 2023 con sólo 142 casos confirmados o probables.

En tanto, el virus de Nipah puede transmitirse a los humanos a partir de animales (como murciélagos y cerdos), pero también de persona a persona. Ha causado brotes en países como Malasia y Singapur, en Asia.

Los laboratorios de bioseguridad de vanguardia están diseñados no sólo para proteger a los investigadores de la contaminación, sino también para evitar que los microorganismos penetren en el medio ambiente.

Según explicó el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas y Alergia de EEUU, existen cuatro niveles de bioseguridad (BSL) que definen las técnicas de laboratorio, el equipo de seguridad y el diseño adecuados, en función de los tipos de agentes que se estudien en su interior.

Los laboratorios BSL-1 se utilizan para estudiar agentes que no se sabe que causen enfermedades de forma sistemática en adultos sanos. Siguen procedimientos de seguridad básicos y no requieren equipos ni características de diseño especiales.

Los BSL-2 se estudian agentes de riesgo moderado que suponen un peligro en caso de inhalación, ingestión o exposición cutánea accidental. Las medidas de seguridad incluyen el uso de guantes y gafas, así como lavamanos e instalaciones de descontaminación de residuos.

Los laboratorios BSL-3 se utilizan para estudiar agentes que pueden transmitirse por el aire y causar infecciones potencialmente letales. Las manipulaciones de los patógenos se llevan a cabo en un recinto hermético a los gases. Otros elementos de seguridad son la descontaminación de la ropa, ventanas selladas y sistemas de ventilación especializados.

Por último, están los laboratorios BSL-4, que se utilizan para estudiar agentes que plantean un alto riesgo de enfermedades potencialmente mortales para las que no se dispone de vacuna o terapia. El personal de laboratorio debe llevar trajes de cuerpo entero con suministro de aire y ducharse al salir de las instalaciones. Ocupan zonas seguras y aisladas dentro de un edificio más grande.

La experta en bioseguridad Filippa Lentzos, del King’s College de Londres, Reino Unido, inició hace dos años un proyecto de cartografía llamado “Global BioLabs”, junto con Gregory Koblentz, de la Universidad George Mason, de los Estados Unidos. “Cuantos más laboratorios y personas trabajen con patógenos peligrosos, mayores serán los riesgos”, afirmó en diálogo con la revista Science.

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