Tegucigalpa. – Sin tormentas tropicales adelantadas en el calendario, como sí ocurrió en 2019 y 2020, años en los que las primeras se presentaron en mayo, se iniciará este jueves 1 de junio el periodo de seis meses en el que suelen registrarse ciclones en la cuenca del Atlántico.
Los pronósticos de la Administración Nacional de la Atmósfera y los Océanos (NOAA, en inglés) de Estados Unidos, indican que del 1 de junio al 30 de noviembre se esperan entre 12 y 17 tormentas con nombre, con vientos máximos de al menos 39 millas por hora (62 km/h).
Entre cinco y nueve de esas tormentas se convertirían en huracanes con vientos máximos de al menos 74 mph (119 km/h) y entre uno y cuatro de esos huracanes podrían escalar a la categoría de mayor, según la escala Saffir-Simpson.
Este año «esperamos un 40 por ciento de probabilidad de una temporada casi normal, un 30 por ciento de probabilidades de una temporada por encima de lo normal y un 30 por ciento de probabilidad de una temporada por debajo de lo normal», dijo Richard W. Spinrad, administrador de la NOAA, al anunciar los pronósticos el pasado 25 de mayo.
Los meteorólogos de la NOAA van a contar en esta temporada con un nuevo modelo de observación de huracanes que permitirá mejorar en un 15 por ciento la precisión de los pronósticos de trayectoria e intensidad con respecto a los modelos existentes.
Otra novedad es que el Centro Nacional de Huracanes (NHC, en inglés) amplió sus pronósticos del trópico de cinco a siete días.
En 2022 hubo 14 tormentas con nombre en el Atlántico, de las cuales Bonnie, Danielle, Earl, Fiona, Ian, Julia, Lisa, Martin y Nicole alcanzaron categoría de huracán.
El más peligroso fue Ian, que después de azotar al oeste de Cuba y los Cayos de Florida, tocó tierra el 28 de septiembre en el suroeste de la península floridana con vientos máximos sostenidos de 250 km/h (155 mph) y una marejada ciclónica de 17 a 20 pies (de 5.1 a seis metros).
Al menos 156 personas murieron a causa del paso de este huracán, solo en Estados Unidos, y los daños totales causados se calculan en unos 113 mil millones de dólares.