Rodrigo Duterte, ex presidente de Filipinas (2016-2022), forjó su carrera política con un discurso agresivo y una política de mano dura contra el crimen que marcó su mandato con sangre. Su guerra contra las drogas, ejecutada de forma implacable, dejó miles de muertos y lo llevó a convertirse en el primer líder filipino arrestado por orden de la Corte Penal Internacional (CPI) bajo cargos de crímenes contra la humanidad.
Por Infobae
Este martes, Duterte, de 79 años, fue detenido por la Policía Nacional de Filipinas al descender de un avión en el Aeropuerto Internacional Ninoy Aquino, tras regresar de Hong Kong. La orden de captura, emitida por la CPI, responde a las miles de ejecuciones extrajudiciales cometidas bajo su mandato en el marco de su ofensiva contra el narcotráfico.
Nacido en Leyte en 1945, Duterte proviene de un influyente clan político. Su infancia estuvo marcada por episodios de indisciplina: fue expulsado de dos colegios y protagonizó incidentes que reflejaban su carácter temerario. Pese a esto, se graduó en Derecho y Ciencias Políticas, lo que le permitió dar sus primeros pasos en la administración pública.
En 1988, asumió la alcaldía de Davao, una ciudad marcada por la violencia y el narcotráfico. Durante 22 años al frente del gobierno local, aplicó “tácticas de seguridad” que incluían escuadrones de la muerte encargados de eliminar a presuntos delincuentes. Su política de tolerancia cero contra el crimen le valió el apodo de “Harry el sucio”.
Su ascenso a la presidencia en 2016 estuvo marcado por la promesa de erradicar las drogas en seis meses. Ya en el poder, ordenó a la policía disparar a matar a presuntos narcotraficantes y consumidores. Según cifras oficiales, más de 6.200 personas murieron en operativos policiales, pero organizaciones de derechos humanos estiman que la cifra real oscila entre 27.000 y 30.000.
La represión no solo fue ejecutada por las fuerzas de seguridad, sino también por grupos de vigilantes armados que operaban con impunidad. Este despliegue de violencia llevó a la CPI a iniciar una investigación en 2021, que derivó en su arresto.
Duterte no solo pasó a la historia por sus acciones, sino también por su deslenguada retórica. Durante su mandato, pronunció frases que justificaban la violencia y generaron rechazo internacional.
También protagonizó enfrentamientos verbales con líderes internacionales como Barack Obama y el papa Francisco.
Tras dejar la presidencia en 2022, Duterte planeaba volver a la arena política postulándose como alcalde de Davao en las elecciones de mayo de 2025. Sin embargo, su arresto cambia el panorama.
En el ámbito familiar, su hija Sara Duterte, actual vicepresidenta, enfrenta un juicio político en medio de su ruptura con el gobierno de Ferdinand Marcos Jr., con quien había formado una alianza en 2022.
El futuro de Duterte
Con su detención, Duterte podría enfrentar un proceso de extradición a La Haya para ser juzgado por crímenes de lesa humanidad. La CPI considera que su política de ejecuciones extrajudiciales no solo fue alentada desde el Estado, sino que él mismo la justificó públicamente.
Mientras sus seguidores lo defienden como un líder “fuerte y decidido”, sus críticos lo acusan de instaurar un gobierno basado en el miedo y la represión. Ahora, su futuro dependerá de si Filipinas decide entregarlo a la justicia internacional o permitirle enfrentar los cargos en su país.