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Brexit: Gran Bretaña ya no es parte de la Unión Europea

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Londres. – El cataclismo finalmente se concretó. Exactamente a las 23, hora de Londres. Después de tres años y medio de división nacional, tres primeros ministros e interminables debates parlamentarios desde el referéndum de 2016, Gran Bretaña dejó anoche la Unión Europea (UE), con la que compartió un destino común de 47 años.

Para el bloque, es la primera vez en la historia que uno de sus miembros decide partir. Los otros 27 países europeos vivieron ese desgarro con dolor.

«Este no es un fin, sino un comienzo. Es el momento en que aparece el alba y se levanta el telón para un nuevo acto. Es un momento de renovación nacional y cambio. Es el nacimiento de una nueva era.

Es el momento en que comenzamos a unirnos y elevarnos», dijo el premier británico, Boris Johnson, en un discurso a la nación cargado de grandilocuencia, que difundió una hora antes de la oficialización del Brexit.

Parliament Square fue el epicentro de los festejos en Londres de los partidarios del Brexit, con banderas y emoción por la ruptura. La sede del gobierno fue iluminada por la noche con los colores de la Union Jack (la bandera británica), al igual que todos los ministerios y las representaciones de Escocia y Gales.

Un reloj digital también fue proyectado sobre la fachada de la sede del gobierno, donde marcó el último segundo de pertenencia de Gran Bretaña a la UE.

Consciente de las profundas heridas que provocaron estos tres años y medio de enfrentamientos después del referéndum, cuando 52% de los británicos dieron su acuerdo para dejar la UE, Johnson tiene la intención de relegarlas al pasado para que cicatricen.

«El trabajo del gobierno, mi trabajo, es unificar la nación y caminar hacia el futuro», dijo el premier en su intervención televisada, grabada en el 10 de Downing Street por sus mismos servicios.

Pero la tarea unificadora de Johnson no será fácil. Desde temprano, la algarabía de los que decidieron partir y la tristeza de los remainers (proeuropeos) ganaron las calles de todo el país.

En Londres, un impresionante despliegue de banderas británicas adornó la avenida que lleva al Palacio de Buckingham, mientras que grupos de ambos bandos comenzaban a reunirse poco a poco en los alrededores de Whitehall, el barrio de los ministerios y organismos gubernamentales, y en Parliament Square, donde por la noche miles de partidarios del ultraeuroescéptico Nigel Farage entonaron el himno nacional, festejando «la independencia recuperada y la democracia salvada».

La multitudinaria manifestación de orgullo nacional desafió con indiferencia el frío polar arrastrado por un viento violento que soplaba del río Támesis.

Durante la jornada, en una Bruselas ganada por la tristeza, fueron arriadas las banderas británicas, mientras los principales líderes del bloque multiplicaban mensajes expresando su pesar y sus esperanzas de mantener estrechos lazos con el Reino Unido.

Desde París, Emmanuel Macron advirtió que el Brexit es «una señal de alarma» de enorme significación, que debe ser escuchada en toda Europa. El presidente francés reiteró que la campaña por el referéndum de 2016 estuvo basada en «mentiras, exageraciones y cheques prometidos que jamás llegarán».

En La Haya, cuando le preguntaron al primer ministro holandés si había llamado a Johnson para felicitarlo, Mark Rutte contestó que no había motivos para congratulaciones.

Mientras que el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, que tuvo y tendrá en este proceso un papel fundamental, describió como «agridulce» el momento actual, después de tres años de incertidumbre en torno a la posibilidad de una nueva frontera física entre su país y la provincia británica de Irlanda del Norte.

Para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, las futuras relaciones entre Londres y Bruselas nunca volverán a ser iguales. La funcionaria, que estudió en Gran Bretaña en su juventud, lanzó una advertencia al Reino Unido sobre los peligros de un «espléndido aislamiento».

«Sabemos bien que cuando mañana salga el sol comenzará un nuevo capítulo para nuestra unión de 27 naciones», dijo. «Pero la experiencia nos enseñó que la fuerza no reside en un espléndido aislamiento, sino en nuestra unión.

En ningún otro sitio del mundo es posible encontrar 27 naciones de 440 millones de hombres y mujeres hablando 24 idiomas diferentes, dependiendo unos de otros, trabajando juntos y viviendo juntos. Esto no se produjo por accidente o por casualidad. Está asentado en siglos de historia compartida y décadas de experiencia común», concluyó.

Para Michel Barnier, jefe de negociadores de la UE en el Brexit, la relaciones entre el Reino Unido y el bloque nunca serán las mismas, «porque los británicos así lo quisieron».

«La UE respeta esa decisión. Pero ellos deben decidir lo que quieren. ¿Quieren alejarse de las reglas europeas o quieren llegar a una situación de dumping social y competencia desleal? La realidad es que mientras más se alejen de esas reglas, menos acceso al mercado común tendrán», advirtió.

Las negociaciones que establecerán una nueva relación comercial entre Gran Bretaña y la UE comenzarán pasado mañana «y serán extremadamente duras», advirtió Barnier. Y el contexto económico que se avecina para el país no ayudará a Johnson.

Anteayer, el Banco de Inglaterra redujo sus previsiones de crecimiento de la economía en los próximos tres años al nivel más bajo desde la Segunda Guerra Mundial.

Por su parte, para destacar el histórico acontecimiento, el jefe del gobierno británico reunió por la mañana a su gabinete en Sunderland, centro industrial del nordeste de Inglaterra que votó 71.6 por ciento a favor del Brexit en 2016.

Sede de la principal fábrica europea del constructor automovilístico japonés Nissan, el futuro económico de la ciudad y de la empresa, que se habían visto seriamente amenazados con la perspectiva de un no deal, volvieron a ser viables gracias al acuerdo de salida obtenido por Johnson con Bruselas.

Apenas 210 kilómetros al norte, desde Edimburgo, la jefa del gobierno escocés, Nicola Sturgeon, advirtió que la tristeza de dejar Europa estaría «teñida de enojo» en su nación. Al aludir a «los próximos pasos para el futuro de Escocia», la premier afirmó: «Pero eso no es lo que quiero hacer hoy. Quiero referirme a algo mucho, mucho más importante: la esperanza para un futuro mejor.

Un futuro en el cual nuestro camino como país esté determinado por la gente que vive aquí», dijo la líder independentista, que obtuvo de su Parlamento que la bandera azul de Europa con sus 12 estrellas doradas siga flameando en los edificios públicos de Escocia.

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