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Bunbury regresa a los escenarios y anuncia nuevo disco

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Enrique Bunbury está feliz, agradecido, tranquilo. A sus 56 años, la vida (y la medicina) le han dado una segunda oportunidad y está dispuesto a hablar de ello, a sacar a pasar su “máquina de idear historias y proyectos: está a pleno rendimiento”, reconoce, contento.

Por El País

El susto fue grande hace dos años, cuando salió al escenario de Atlanta y se vio ahogado, incómodo, incapaz de seguir adelante y obligado a cancelar su gira. Hasta él dio por hecho que era el fin y anunció su retirada escénica. En el estudio cantaba bien, recuerda ahora, pero no podía subirse al escenario. El caso era raro, los médicos investigaron durante meses y dieron con el quid de la cuestión: tenía alergia al glicol, componente del humo artificial que se lanza en los conciertos. Solucionado. Nada de humo, la vida sigue. En mayo de 2023 lanzó su nuevo disco y, ahora sí, se ha vuelto a subir a los escenarios. Pero también ha sacado libros e incluso un vino.

Bunbury regresó con éxito a los escenarios el 8 de diciembre en Buenos Aires: “No puede haber mejor principio. El público en Argentina es tan pasional, tan brutal, que todos mis nervios se transformaron en una energía. Fue la mejor de las vueltas posibles. Me quitaron todos los nervios que tenía encima y volví a ser quien era”, reconocía este martes. Luego continuó ese mes en Santiago de Chile, Lima, Quito y Bogotá, y ahora llega una segunda pata que el cantante zaragozano ha presentado este 16 de abril. Son seis conciertos de cara al verano. “Para lo que estoy acostumbrado esto es muy poco, un caramelito”, afirmaba contento. Abrirá el 8 de junio en Ciudad de México y el 12 en Guadalajara (ambos con todo vendido), para seguir el 15 en su casa, Los Ángeles, y el 18 de junio en Nueva York. Después cruzará el charco para llenar el WiZink Center de Madrid el 29 de junio (también con entradas agotadas) y cerrar el 6 de julio en su Zaragoza natal, en el estadio de La Romareda.

Bunbury ha querido presentar su nueva gira en la ciudad de Los Ángeles, en la que está asentado desde hace años, donde disfruta conscientemente y con agradecimiento de la discreción. “Tengo una vida bastante anónima, me gusta observar en vez de poder ser observado. Todo lo contrario de la mayor parte de la juventud: para mí el mayor privilegio que puede tener un ser humano es el anonimato”. Tampoco se le ve por las colinas de Hollywood en sus redes sociales, con casi un millón de seguidores, que utiliza exclusivamente de manera profesional: “Busco expresar y comunicar lo que hago profesionalmente, pero no de forma personal. En mis redes no vais a ver lo que he desayunado ni una foto de mis últimas vacaciones. Intento mantener la distancia. Hay gente que se obsesiona con la viralidad y pierde un poco el norte”, afirma.

En los dos conciertos en EE UU el acompañante de Bunbury —para él mucho más que un mero telonero— será el cantante mexicano Siddhartha. “Es un músico muy querido por todos, especialmente por el público mexicano, y va a ser un honor poder compartir escenario. Creo que va a sumar mucho”, aseguraba. “En España no hay artista invitado, en México tampoco. En Argentina también hubo, y en Ecuador y Chile. Depende de ciertas normativas, mi interés es que hubiera en todos los shows”. Su último disco, Greta Garbo, lanzado hace un año tendrá gran protagonismo, pero también los dos anteriores “que se quedaron sin gira, tendrán una presencia importante, aunque es una mirada a todas las épocas, desde Héroes del Silencio, El huracán ambulante, Los santos inocentes… Canciones que no espera el público y otros hits que no se pueden pasar”, desvelaba el cantante sobre un taburete ante una docena de medios en el Kia Center de Inglewood, al sur de Los Ángeles, donde cantará en dos meses.

Sigue la carrera de Siddhartha desde hace años, cuando sacó su primer álbum y es un apasionado de la música de toda América Latina. En la presentación, algunos periodistas y fans alababan sus versiones de temas de José Alfredo Jiménez, como de El Jinete. “Qué honor que le tengan esa consideración…”, respondía él, algo vergonzoso. “He hecho otras versiones: Vámonos, El hijo del pueblo, Ella… El cancionero de José Alfredo es inacabable y una fuente de placer inmenso para los que amamos la música tradicional mexicana”. Su nuevo álbum, que empezará a grabar en agosto y del que prefiere desvelar poco, estará muy centrado en la música Latinoamericana, aunque con canciones nuevas. “Es un disco que tiene una fuerte influencia de la música tradicional latinoamericana. He realizado proyectos que tienen colisión, como Licenciado Cantinas, como Pequeño o El viaje a ninguna parte, que miraban a la música hispana. Mi idea es grabar en un país latinoamericano. Musicalmente ese es el enfoque y estoy buscando un estudio en país latinoamericano”, desvela. Aun no sabe si contará con colaboraciones, no hay nada cerrado. “No está grabado todavía y siempre ocurren cosas durante la grabación, conforme la canción va creciendo vas viendo la posibilidad de que haya una colaboración”, reconoce.

Desde el frenazo total de mayo de 2022 y pese a lo que se pueda pensar, no ha parado. “Estos dos años han sido, por un lado, de búsqueda, para intentar solucionar el problema, hasta que dimos con la causa, que costó varios meses. Luego me metí a grabar Greta Garbo y la vuelta fue en diciembre en Buenos Aires”. Reconoce que en ese tiempo, “para bien o para mal”, le ha dado tiempo a reflexionar y dar forma a más proyectos, “cuestiones creativas que en otras circunstancias tendría que haber apartado o buscado el momento”. Entre ellas, por ejemplo, a leer durante nueve meses las cartas que le mandaron miles de fans, y a escribir de ello y de unas cuantas cosas más, cómo de su relación con sustancias alucinógenas. Leyó cientos de misivas esos meses de parón: “Me gustó mucho más de lo que yo esperaba, pero pensaba que iba a ser más fácil. El segundo día me habían llegado 2.000, me sentí abrumado: ‘Esto es imposible’. Luego encontré una forma de encarar la lectura, para mí lo más complicado. Me gustaba esa lectura semanal, pero me quitaba mucho tiempo. La gente fue muy cariñosa, incluso los que me insultaban fueron muy amables por su tiempo”, reía el cantante.

El tiempo ha pasado pero aquel dolor, tanto el físico como el emocional de pensar que tenía que abandonar los escenarios precisamente en la gira en la que celebraba su 35º aniversario, no se olvida. “Fue algo muy traumático, lo fui arrastrando en los shows”, rememora ahora. “Me costó mucho tomar la decisión de frenar y ver el problema. En Greta Garbo ya hay canciones que hablan o que tienen de trasfondo esta problemática: De vuelta a casa o Desaparecer. En aquel momento pensaba que lo que iba a hacer los siguientes años era grabar discos y no hacer conciertos. ¿Frustrante? Bueno… Cuando tienes un problema —y lo pasé tan mal…— pensaba que era un alivio. Ahora pienso de otra manera: es un alivio saber cuál es la causa y cuál es mi profesión y que he disfrutado tanto a lo largo de los años. Ha habido momentos de euforia y momentos de frustración. Ahora estoy muy bien”. También el paso de la pandemia le ha tocado y le ha hecho ser más consciente: “Una de las cosas es que nos ha hecho pensar de manera diferente, como en hacer pocos planes, pensar mucho más en el presente, vivir con mucha atención, enfocándome en el momento vital. Esto”, afirma, abarcando el espacio con sus manos, “es lo que tenemos que disfrutar”.

“Pienso poco en el público y eso ha conseguido mantener una relación de fidelidad y de confianza, saben qué les ofrezco, que no estoy moviéndome por los dictados de la industria o de las disqueras”, reconocía el cantante acerca de cómo, año tras año y con 40 años de carrera a sus espaldas, sigue en activo, renovándose con los tiempos pero sin cambiar demasiado. Sabe que tener el favor del público es un lujo del que pocos disfrutan. Y se emociona un poco al mirar atrás y darse cuenta de lo que supone, tras todo lo vivido, tener una audiencia fiel: “No lo doy por hecho, lo considero un milagro. Presentar un show en el Madison Square Garden y otro en Los Ángeles… no contaba con esto”.

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