Tegucigalpa – La Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), señaló este martes que con la pandemia de Covid-19 aumentó la exclusión educativa, la calidad del aprendizaje disminuyó y se hizo evidente la falta de gobernabilidad a favor de la estabilidad del sector.
El organismo de sociedad civil indicó lo anterior durante el sexto foro de la serie “Estado de país: Honduras 2022”, en el cual abogó para que la problemática se sitúe en primer plano de la agenda social y del actual gobierno.
La ASJ expuso entre los principales desafíos del sistema educativo los altos niveles de exclusión. En 2021, un millón 146 mil 688 niños y jóvenes se encontraban fuera del sistema de educación prebásica, básica y media, y (con excepción de primero a sexto grado) en todos los niveles la cobertura es inferior a 50 por ciento, con: 25 por ciento en prebásica, 42 por ciento en educación básica, 28 por ciento en educación media y 17 por ciento en educación superior.
Se estima que apenas dos de cada 10 estudiantes matriculados contaban con conexión a Internet durante la pandemia de Covid-19; no obstante, el 30 por ciento de los centros educativos continúan cerrados, de acuerdo a información oficial.
Para 2019, el 52 por ciento de los menores de edad entre seis y 17 años no estudiaban por falta de recursos económicos, mientras la población más rica tiene 64 por ciento más acceso a educación a nivel básica y media, en comparación con la población más pobre.
En Honduras, cada día 491 niños, niñas y jóvenes abandonan el sistema educativo; es decir que, en un año, se pierden 98 mil 198 estudiantes, además de los que ya estaban excluidos.
El segundo gran desafío a nivel educativo es la baja calidad de los aprendizajes. En 2018, 70 por ciento de los estudiantes hondureños no lograba el estándar internacional mínimo en lectura y 85 por ciento no lo alcanzó en matemáticas.
Los estudiantes que asisten a escuelas públicas tienen 53 puntos menos en matemáticas que los estudiantes de escuelas privadas, lo que equivale a casi dos años de escolaridad y, en comparación con el promedio latinoamericano, los jóvenes hondureños muestran entre dos y tres años de atraso en lectura, matemáticas y ciencia.
En 2021, 71 por ciento de padres de familia reportaron que su hijo o hija había recibido menos de ocho horas de clase a la semana, aunque debieron recibir 25 horas.
El tercer desafío identificado por ASJ es una gestión institucional deficiente por falta de financiamiento, descentralización mal manejada y débil gobernanza.
En los últimos años se observa una tendencia decreciente del presupuesto asignado a Educación como proporción del Producto Interno Bruto (PIB). En 2021, el 96 por ciento del Presupuesto se invirtió en el pago de personal docente y administrativo, lo que restringe que el presupuesto pueda ser invertido en infraestructura y en programas para mejorar la calidad educativa.
Por otro lado, durante la pandemia del Covid-19 y hasta la fecha, no se ha continuado evaluando el desempeño docente. Esto, a pesar de que se había hecho de forma consistente desde 2013.
Mientras tanto, la selección de directores departamentales, municipales y distritales de Educación se ha llevado a cabo bajo sesgo político, pese a que se desarrollan bajo el formato de concursos de escasa credibilidad.