Tegucigalpa – Durante la homilía dominical en la Basílica Menor de Suyapa, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez hizo un fuerte llamado a la conciencia nacional, advirtiendo que el mundo, y en particular Honduras, se ha vuelto sordo a la voz de Dios.
Enfatizó que el afán por el dinero, incluso mal habido, está llevando a la sociedad a la degradación, resaltando que este fenómeno se ha vuelto especialmente preocupante en un país afectado por el crimen organizado y la corrupción.
Rodríguez hizo hincapié en que honrar a la patria no debe limitarse a las celebraciones del 15 de septiembre, cuando se conmemora la independencia de Honduras, sino que debe ser una práctica diaria.
Para él, honrar a la patria significa actuar con verdad, justicia, decencia y honradez, valores que deberían regir tanto la vida pública como privada.
Expresó preocupación por la violencia familiar, refiriéndose a los casos en los que hijos han llegado a matar a sus padres por intereses económicos, y se preguntó «¿Dónde está la honra en Honduras?»
El cardenal recordó que la verdadera forma de honrar a los padres y a la patria implica una conducta ética y honesta, sin caer en las tentaciones del robo, el engaño o la violencia.
Además, cuestionó las celebraciones patrióticas que se desvían hacia el desenfreno, sugiriendo que una auténtica conmemoración debe centrarse en la verdad y la justicia, y no en actos superficiales o festivos sin sentido.
De cara al próximo 15 de septiembre, cuando se celebran los 203 años de independencia, Rodríguez instó a los hondureños a aprovechar la ocasión para reflexionar sobre la palabra de Dios y abrirse a los valores de justicia, libertad y amor. Señaló que el país necesita urgentemente volver a los principios de ética y moral, especialmente en la formación de los niños y jóvenes.
Asimismo, el cardenal advirtió sobre la «sordera espiritual» que afecta a la sociedad hondureña, señalando que aunque estamos en la era de la comunicación, vivimos incomunicados y cada vez más aislados.
Criticó el hecho de que el afán por el dinero mal habido esté reemplazando los valores espirituales, subrayando que seguir este camino solo lleva a la perdición, sin importar cuánto dinero se acumule. «¿De qué sirve el dinero si al final no se tiene nada y se termina en la cárcel?», cuestionó.
Finalmente, llamó a los hondureños a abrir sus oídos a la palabra de Dios y a dejar de imitar a quienes creen que el dinero lo puede comprar todo, instando a la sociedad a recuperar el verdadero sentido de justicia y moralidad.