Tegucigalpa, – Durante la homilía celebrada este domingo en la catedral metropolitana San Miguel Arcángel de Tegucigalpa, el cardenal Óscar Andrés Rodríguez, condenó el conflicto bélico entre Estados Unidos e Irán, al tiempo que se refirió al caso del joven Wilson Berríos quien ha recibido la solidaridad de los hondureños luego que su rostro fuera desfigurado a consecuencia de un potente petardo que inescrupulosos le lanzaran en la cara.
-El líder religioso preguntó si Honduras está cerca de Dios o quiere seguir en lo mismo, matándonos unos a otros.
-Llamó a los sicarios a cambiar su corazón de piedra por un corazón de carne.
“Empezando un año nuevo con misiles, con bombas, con muerte y con un avión derribado por error dicen, qué contraste con un Dios que viene a traernos la paz. El mundo a los límites de otra guerra, cuando estamos lejos de Dios, lo que impera es la muerte, la violencia, la sangre”, lamentó el purpurado.
En ese sentido, el líder religioso preguntó si Honduras está cerca de Dios o quiere seguir en lo mismo, matándonos unos a otros. “Esos jóvenes, esos adultos, esos sicarios, tienen que encontrarse con la palabra de Dios, de lo contrario van hacia el camino de la perdición y llevan a la perdición a otras personas”, fustigó.
Por esa razón, pidió que, si conocemos a una persona que está lejos de Dios, que hagamos todo lo posible para anunciarles la palabra, para acercarlos a Dios, para que se conviertan y puedan cambiar un corazón de piedra, en un corazón de carne, para que conozcan la dignidad de toda persona humana, aún de la persona más pobre y humilde.
“No puede ser que haya algunos que quieran quitarle la vida a personas que son amadas de Dios. Este joven Wilson (Berríos), que sufrió esa bomba que le estalló en su cara ha recibido gracias a Dios tanto amor de nuestro pueblo y lo sigue recibiendo y debemos seguir orando por él que está en esa situación de buscar recobrar su vida y su dignidad a través de su rostro”, refirió Rodríguez.
Cuestionó por qué las personas se llenan de maldad, cuando están lejos de Dios y hacen cosas tan horribles. Cada uno de nosotros es un hijo amado de Dios y el que atenta contra la vida de otro, atenta contra el amor de Dios y tiene que convertirse, tiene que cambiar, y tenemos que llevar ese mensaje, yo trato de hacerlo desde aquí del pulpito, pero ustedes tienen que hacerlo directamente, personalmente, cuando conocen a alguien que es violento, que está lejos de Dios, para que se acerque, para que cambie, para que su corazón de piedra se convierta en corazón de carne y podamos respetarnos y amarnos los unos a otros”, insistió.
Señaló que ojalá que en este 2020 aquellos que viven haciendo el mal reciban la palabra de Dios.
En la homilía dedicada este domingo al bautismo del Señor Jesús, el prelado refirió que Cristo como cualquier otro pecador hizo fila para ser bautizado por Juan El Bautista, como un hombre cualquiera.
“El Señor Jesús que no tenía pecado, se equipara a un penitente más, esa es la novedad de un Dios que asume nuestra condición humana en la apariencia de pecador y se hace solidario con cada uno de nosotros los pecadores, con la necesidad de un cambio, de una humanidad distorsionada por el pecado.
El Señor Jesús humilde que nos enseña la humildad, por eso la palabra de Dios nos dice: los humildes serán enaltecidos y los soberbios serán humillados”, reseñó.
Añadió que, para comenzar el año nuevo, es precisamente la humildad, reconocernos delante de Dios, que necesitamos de Él, que necesitamos de su gracia porque somos sujetos al pecado, a la tentación, a la debilidad humana.
Acotó que Jesús se hace solidario con los sufrimientos, con la ceguera, con las heridas, con las esclavitudes y con los desgarros de tantos corazones, hombres y mujeres de todos los tiempos.
Advirtió que hay otras voces que nos pueden aturdir y otras voces que nos pueden impedir escuchar dentro de nosotros esa voz que nos asegura que somos amados, que podamos abrir nuestro corazón para escuchar la voz de Dios contemplando a Jesús este domingo en el río Jordán, estamos invitados a vivir la solidaridad como el Señor Jesús, estamos llamados a crear la cultura de la solidaridad.
La propuesta a esta sociedad hondureña insolidaria, es reconstruirla sobre las bases más humanas, verdaderas y justas, escuchando lo que dice Jesús el amado del Padre y por eso no puede terminar nuestro tiempo de Navidad como una ceremonia más.
“Ya se va el Belén, ya se van los arreglos navideños y ahora viene el tiempo ordinario, a mí no me gusta esa terminología, porque el tiempo del cristiano no es ordinario, es extraordinario, es un tiempo de gracia que Dios nos concede para poder hacer el bien. Este año 2020 no puede transcurrir simplemente como un año más rutinario, un año de más de lo mismo, tiene que ser un año lleno de bien”, puntualizó.