Tegucigalpa – La tensión política en el Congreso Nacional de Honduras alcanza nuevos niveles mientras legisladores reconocen públicamente la creciente desconfianza ciudadana y revelan profundas divisiones internas que paralizan la función legislativa.
El diputado liberal Yahvé Sabillón realizó una autocrítica sin precedentes al reconocer el descontento popular con los 128 legisladores, señalando las limitaciones estructurales que impone la Ley Orgánica del Congreso como un obstáculo fundamental para el funcionamiento eficiente de la institución.
«El pueblo está molesto y con justa razón. No podemos esconder los números negativos», admitió Sabillón.
La crisis se ha agudizado con la reciente controversia sobre el Presupuesto General de la República.
El presidente del Congreso, Luis Redondo, acusó a las bancadas del Partido Liberal y Nacional de obstaculizar deliberadamente su aprobación, llegando a cancelar la sesión programada para el 23 de diciembre.
Redondo denunció presuntas amenazas contra diputados que apoyan el presupuesto, incluyendo intimidaciones relacionadas con futuras candidaturas.
Según Sabillón, el problema es sistémico y afecta la capacidad de acción de los legisladores: «Si el presidente del Congreso no convoca, ¿qué podemos hacer nosotros? Absolutamente nada».
Esta parálisis institucional ha resultado en períodos prolongados de inactividad legislativa y el estancamiento de proyectos importantes, como una iniciativa para formar especialistas médicos.
La situación actual refleja una crisis más profunda en el sistema legislativo hondureño, donde la fragmentación política y las restricciones institucionales han creado un ambiente de desconfianza y paralización que amenaza con socavar la efectividad del poder legislativo en momentos críticos para el país.