Más de tres años después, la pandemia por el coronavirus aún no ha terminado. A nivel mundial, casi 2,8 millones de personas en el mundo fueron diagnosticadas con el COVID y se reportaron más de 16.000 defunciones durante el último mes.
Por Infobae
La mayoría de las personas que tienen la infección se recuperan por completo, pero más del 10% de los afectados experimentan diversas secuelas que se engloban como el síndrome de COVID prolongado o “COVID de larga duración”, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Niñas, niños y adolescentes también pueden tener ese problema.
Investigadores de Sudamérica han realizado diferentes estudios sobre esas secuelas del síndrome en colaboración con expertos de otras regiones o por separado. Además, aún se llevan a cabo estudios en curso que realizan un seguimiento a los pacientes, pero ya han alcanzado algunos resultados que permiten comprender más una afección que no existía.
Fue en septiembre de 2020 cuando la OMS lo empezó a reconocer al COVID prolongado como un síndrome en su clasificación internacional de enfermedades.
Por el momento, la duración del síndrome en cada paciente es difícil predecir. “Queda mucho por aprender sobre la afección posterior a la COVID-19, pero algunas investigaciones en curso muestran que los pacientes pueden presentar síntomas persistentes durante semanas o meses después de la COVID-19. Las investigaciones también muestran que los pacientes pueden mejorar con el tiempo”, aclaró la agencia sanitaria de Naciones Unidas.
Aquí van 5 conclusiones que compartieron con Infobae expertos que han realizado estudios o han hecho revisiones de trabajos sobre la problemática:
1- Fue “diagnosticado” por los propios pacientes en 2020
“El COVID prolongado es una categoría que no tuvo un origen estrictamente en el ámbito médico-profesional sino en el médico-social”, escribieron Mauricio Cervigni, investigador del Conicet y del Centro de Investigación en Neurociencias de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, y Miguel Gallegos, del Conicet de Argentina y la Universidad Católica del Maule en Chile, en un artículo en la Gaceta Médica de México.
Fueron los propios pacientes que habían tenido la infección en 2020 quienes llamaron la atención del personal de la salud sobre las secuelas. Los pacientes se han organizado a través de redes sociales y comenzaron a documentar la persistencia de diversos síntomas durante semanas o meses. También hay pacientes que denunciaron no ser tenidos en cuenta e incluso, llegaron a sufrir estigmatización y dificultad en el acceso a los servicios de salud.
“Las secuelas del COVID hicieron más visibles la importancia de atender la salud mental de las personas. Esto obliga a considerar que se deben construir políticas públicas de salud mental que también incluyan a las personas con el síndrome del Covid prolongado”, dijo el doctor en psicología Cervigni, en diálogo con Infobae. En el trabajo publicado, también participaron Pablo Martino y Tomás Caycho Rodríguez, de la Universidad Privada del Norte, en Lima, Perú.
2- Las secuelas afectan a diversos órganos y sistemas del organismo
“Si bien todavía se lo está investigando, el COVID prolongado es una condición híbrida en la cual interactúan factores biológicos, psicológicos y socioculturales”, comentó Cervigni.
Los síntomas más frecuentes del COVID prolongado son fiebre, tos, dolor de cabeza, dolores musculares, y pérdida del olfato. También los pacientes tienen secuelas como fatiga, dificultad para realizar actividades físicas, confusión mental, problemas respiratorios, dificultad de atención, deterioro de la memoria, trastornos del sueño y disminución de la calidad de vida.
En algunos casos, hay pacientes con estrés, ansiedad y depresión tras la infección por el coronavirus. Otras secuelas son pérdida de cabello, hinchazón y decoloración de pies o manos, descamación de la piel o manchas rojas en los pies.
3- Habría menos afectados tras la variante Ómicron y la vacunación
Ricardo Allegri, investigador en neurociencias del Conicet y jefe del departamento de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría del Instituto Fleni en Buenos Aires, forma parte del grupo asesor de la OMS sobre COVID Prolongado.
“Cuando se desarrolló la pandemia, empezamos a hacer trabajos sobre las secuelas. Lo que hemos registrado que tras la emergencia de la variante del coronavirus Ómicron en noviembre de 2021, los casos de personas con COVID prolongado han ido en descenso”, afirmó Allegri.
Simultáneamente, en el segundo año de la pandemia también fue aumentando la cobertura de vacunación contra el COVID en la población, un cambio que también podría haber influido en el descenso de los casos de personas con secuelas.
4- La falta de concentración es una secuela frecuente
Si bien todavía no se conocen bien los mecanismos por los cuales la infección por el virus altera al sistema nervioso central, una de las secuelas es el problema de la falta de concentración que tienen algunas personas.
“Hicimos un estudio con 45 pacientes que habían hecho una consulta neurológica y habían tenido la infección. Los comparamos con un grupo de personas sanas. Los pacientes fueron evaluados 142 días después de haber tenido el COVID en promedio”, contó Allegri, que publicó el trabajo junto con Lucía Crivelli y colegas en la revista Arquivos Neuro-Psiquiatria.
“Encontramos diferencias significativas en cuanto a la memoria, la atención y las funciones ejecutivas del cerebro en los pacientes con el COVID prolongado”, subrayó. Como intervención, muchos de los pacientes pasaron a realizaron ejercicios mentales para mejorar la atención y se han recuperado.
5- Niños y adolescentes pueden tener el COVID prolongado
Si bien muchos de los síntomas del COVID en niñas, niños y adolescentes son leves, la infección puede dejar secuelas en ellos. Investigadores del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet junto colegas de otras instituciones médicas hicieron un estudio que incluyó a 639 niños y adolescentes, que habían dado positivo al COVID por testeo entre junio de 2020 y junio de 2021. Los compararon con 577 niños que no tuvieron la infección.
“Los padres de los chicos completaron una encuesta sobre los síntomas que el hijo/a tuvo por al menos 3 meses después del diagnóstico de infección por SARS-CoV-2. Observamos que aumentó entre tres y siete veces el riesgo de cefalea, mareo, pérdida del gusto, disnea, tos, fatiga, dolor muscular y pérdida de peso en los chicos que tuvieron la infección. La pérdida de olfato sólo se registró en niños infectados”, contó a Infobae la científica Lourdes Arruvito, del Conicet en el INBIRS.
También determinaron que haber adquirido la infección del COVID con síntomas, tener mayor edad y comorbilidades, como los chicos que eran inmunocomprometidos o tenían enfermedades respiratorias, eran predictores independientes de tener síntomas a largo plazo.