Tegucigalpa – La tarde caía sobre el campus de UNITEC mientras los asistentes tomaban sus asientos. El aire estaba cargado de expectación. Por primera vez, el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep) había logrado reunir a tres de los cuatro precandidatos presidenciales del Partido Nacional en un debate que prometía ser revelador: Ana García, Jorge Zelaya y Roberto Martínez.
El auditorio guardó silencio cuando comenzaron las exposiciones. El desarrollo económico fue el primer tema en la agenda, y las diferencias en los enfoques no tardaron en manifestarse.
Ana García, con voz firme, defendió una visión centrada en el empoderamiento local: «Necesitamos restablecer la seguridad y apoyar a nuestros emprendedores con capacitación y capital semilla», declaró, mientras sus palabras resonaban en la sala.
Jorge Zelaya, por su parte, apostó por una perspectiva más estructural, enfatizando la inversión en infraestructura y capital humano. Roberto Martínez sorprendió a la audiencia con una propuesta audaz: financiamiento a PYMEs con 0% de interés.
La tensión aumentó cuando se abordó el tema de la pobreza extrema. García defendió la restauración de programas sociales como «Vida Mejor», mientras Zelaya, con tono categórico, afirmó: «La pobreza no se combate solo con bonos, sino con oportunidades de trabajo y seguridad jurídica». Martínez, en cambio, apostó por modernizar las iniciativas tradicionales de «pan, techo y trabajo».
El debate alcanzó su punto más álgido durante la discusión sobre seguridad ciudadana y derechos humanos. La voz de Ana García se quebró momentáneamente al lamentar el fracaso del gobierno actual en materia de seguridad, proponiendo una solución tecnológica: la georreferenciación de delitos. Martínez, con puño cerrado sobre el podio, abogó por el fortalecimiento institucional, mientras Zelaya enfatizó la necesidad de profesionalizar la policía.
El silencio en la sala se hizo más profundo cuando se abordó el tema de los feminicidios. Zelaya propuso una reforma cultural, Martínez defendió penas más severas, y García, con particular énfasis, abogó por potenciar los Centros Ciudad Mujer.
En materia de salud, las propuestas fluyeron como un río caudaloso: desde la telemedicina defendida por Martínez, hasta el programa de becas para médicos de García, y la contratación masiva de personal sanitario propuesta por Zelaya.
El debate concluyó con el tema de la corrupción, donde cada precandidato mostró sus cartas finales. García hizo un llamado a la responsabilidad colectiva, Zelaya defendió el retorno de una comisión internacional anticorrupción, y Martínez apostó por soluciones tecnológicas.
Mientras el sol se ponía en Tegucigalpa, el debate había dejado clara una cosa: Honduras se encuentra en una encrucijada, y cada precandidato representa un camino diferente hacia el futuro. La participación ciudadana y la rendición de cuentas emergen como pilares fundamentales en cualquiera de estas rutas, pero será el pueblo hondureño quien, en las urnas, decida qué visión prevalecerá.