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Dos de cada tres niños menores de un año sufren de trastornos digestivos

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Tegucigalpa – Los trastornos gastrointestinales en niños pequeños son más comunes de lo que generalmente se cree, afectando a dos de cada tres niños menores de 12 meses. Se estima que aproximadamente el 32 por ciento de las consultas al pediatra se deben a constipación o estreñimiento, y hasta un 40% de los bebés sufren de cólico infantil.

Esto se debe a que el sistema digestivo de los niños es inmaduro al nacer y debe adaptarse a las nuevas condiciones de vida, lo que ocasionalmente puede causar molestias. Aunque generalmente estos trastornos no son críticos para la salud del niño, sí pueden impactar su desarrollo y la calidad de vida. Por lo cual, es fundamental comprender cómo mantener una buena salud digestiva y cómo prevenir estos padecimientos.

Según el especialista en gastroenterología pediátrica, el doctor Jorge Palacios, una alimentación equilibrada desde temprana edad tiene un impacto significativo en la adaptación y desarrollo del sistema digestivo, físico y nervioso.

  1. Crecimiento adecuado: Los nutrientes esenciales obtenidos de una dieta equilibrada promueven el crecimiento óptimo de los órganos, incluido el sistema digestivo. Los tejidos y células se forman correctamente cuando se les proporcionan los componentes adecuados.
  2. Fortalecimiento inmunológico: Los estímulos inmunes adecuados (lactancia materna, nutrientes saludables, micronutrientes y vitaminas, entre otros; aportan a desarrollar un sistema inmunológico fuerte, reduciendo la probabilidad de sufrir infecciones, alergias y otras enfermedades.
  3. Prevención de enfermedades a corto y largo plazo: Una dieta rica en vitaminas, minerales y fibra ayuda a prevenir problemas digestivos comunes, como el estreñimiento. Además, reduce el riesgo de enfermedades crónicas en la edad adulta, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares.
  4. Desarrollo de la microbiota intestinal: Una dieta equilibrada y con los ingredientes adecuados fomenta la diversidad de bacterias beneficiosas en el intestino, lo que mejora la digestión y la absorción de nutrientes.
  5. Formación de hábitos saludables: Los patrones alimentarios establecidos en la infancia a menudo persisten en la vida adulta. Si los niños aprenden a disfrutar de alimentos nutritivos desde pequeños, es más probable que mantengan hábitos saludables a lo largo de su vida.

Los prebióticos y aporte a la salud digestiva de los niños

Para evitar trastornos digestivos se recomienda a las madres amamantar al niño en un ambiente adecuado para que el niño no se distraiga, haga conciencia sobre sus mecanismos de hambre y apetito, lo cual podrá mejorar su alimentación. El doctor Jorge Palacios, especialista en Gastroenterología Pediátrica, recomienda dar al niño leche materna exclusiva al menos durante los primeros seis meses de vida.

“Se ha comprobado que el Lactobacillus reuteri, prebiótico presente en la leche materna y que se aloja en el tracto intestinal, ejerce un efecto antiinflamatorio, reduce la cantidad de bacterias productoras de gas y, por ende, reduce el tiempo de llanto por cólico infantil. Este prebiótico puede ayudar en el manejo del estreñimiento al mejorar los movimientos intestinales y aumentar la frecuencia de las deposiciones de los niños”, explicó el doctor Palacios.

Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, confieren beneficios a la salud, entre ellos un adecuado funcionamiento del sistema digestivo.

Existen diversas formas en las que un niño puede consumir probióticos como el L. reuteri, además de la leche materna, en algunos suplementos líquidos o en polvo, que pueden ser administrados directamente al niño, siguiendo las indicaciones del pediatra. Algunos alimentos lácteos infantiles, como NAN ExpertPro Comfort 3, y el suplemento en polvo, NANCARE Comfort, de Nestlé, están fortificados con probióticos como L. reuteri.

“Para crear hábitos alimenticios saludables, es importante que los cuidadores inicien a brindar a los niños alimentación complementaria a partir de los seis meses de edad. Además, promover una alimentación receptiva, al interactuar con el niño mientras está siendo alimentado, para interpretar adecuadamente las señales de hambre y/o saciedad. Esto permite ofrecerle sólo la cantidad que está deseando ingerir, no la cantidad que satisface al adulto que lo está alimentando”, enfatizó el Dr. Palacios.

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