Tegucigalpa – El arzobispo de Tegucigalpa, José Vicente Nácher, pronunció una conmovedora homilía durante la misa del domingo, llamando a la feligresía católica a abrir sus corazones para encontrarse con Dios y recibir su designio espiritual para el mundo, revelado en Cristo Jesús.
Con gran elocuencia, el guía espiritual expresó: «Encontrar y dejarme encontrar. Providencia y libertad. No solo se trata de encontrar algo, sino a alguien. Alguien que podría actuar sin nosotros, pero no quiere hacerlo sin nosotros. ¿Qué encuentra quién encuentra el Reino de los Cielos? Encuentra el designio de Dios para con este mundo manifestado en Cristo Jesús».
La reflexión se centró en la importancia de meditar sobre la presencia de Dios en nuestras vidas: «En definitiva, lo que se encuentra es a Jesucristo. Hasta que cada uno, en sentido profundo, no encuentra a otra persona, no podrá encontrar su propia profundidad. Hasta que uno no encuentra a Dios, no podrá descubrir que Dios habita en él desde siempre, y viceversa».
El arzobispo basó su enseñanza en la lectura del evangelio de San Mateo, donde Jesús explicó el reino de los cielos a través de tres parábolas. Monseñor interpretó que «en las tres parábolas de hoy, el que encontró tuvo que tomar una decisión: vender para comprar; perder la propia vida para ganar la Vida de Cristo».
Destacó que si el Reino no vive en nuestro interior, nuestro anuncio será solo teórico. También enfatizó que el Reino de Dios es más grande que nosotros, no nos pertenece, sino que nosotros le pertenecemos, y debemos compartirlo con nuestro anuncio para que otros también lo encuentren.
El arzobispo Nácher calificó las enseñanzas del día como «enormes» y agregó que las lecturas nos enseñan que el Reino de Dios se encuentra y se nos da al mismo tiempo. Parafraseando a Benedicto XVI, afirmó que se empieza a ser cristiano al encontrar a Cristo, a quien estamos predestinados a amar, y dejarnos encontrar por Él, quien nos eligió desde antes de nacer nosotros. En conclusión, instó a todos los presentes a abrir sus corazones para recibir y compartir el amor y la sabiduría divina en sus vidas y en el mundo.
