Tras haber traído a la Tierra y analizado en laboratorio las primeras muestras de Bennu, expertos de la Agencia Espacial de EEUU teorizaron sobre el origen de este errante vagabundo estelar de agua y carbono.
Por Infobae
Después de siete años de espera, el 24 de septiembre último la nave OSIRIS-Rex de la NASA, volvió de su largo viaje con una carga preciosa: 250 gramos de un lejano asteroide.
Ni bien tocó tierra, un grupo de científicos llevó la cápsula con el material del asteroide Bennu a un laboratorio provisorio instalado en pleno desierto de Utah, lugar del aterrizaje. Al otro día ya estaba en Houston, la casa de la NASA.
Pero abrir el contenedor de las muestras de Bennu, lo que suponía ser una tarea sencilla, fue un dolor de cabeza para los científicos. La cantidad aspirada por la nave bloqueó el mecanismo de apertura del contenedor de las muestras y solo se pudo recuperar en un principio el material que había desbordado.
Finalmente, en enero, los expertos de la NASA lograron destrabar el mecanismo y llegar a las muestras prístinas sin contaminarlas, a los efectos de estudiarlas con la última tecnología disponible. Es más. Una parte de Bennu sigue aislada, esperando a ser estudiada por una tecnología superior en el futuro.
Actualmente, una gran parte de las muestras es estudiada a nivel escala atómica, en el Laboratorio Kuiper-Arizona de Análisis de Astromateriales de la Universidad de Arizona, nada menos que por Dante Lauretta investigador principal de OSIRIS-REx, que no dudó en calificar esta semana este material como “un fragmento de un antiguo mundo oceánico”.
“Tenemos más de 1000 partículas que miden más de medio milímetro, 28 partículas que miden más de un centímetro y la partícula más grande mide 3,5 centímetros. Así que es una gran colección llena de piedras realmente grandes”, dijo Lauretta sobre los 200 miligramos que su laboratorio recibió.
Las muestras de Bennu contienen abundantes cantidades de agua encerrada en minerales como arcillas y también son ricas en carbono, nitrógeno, azufre y fósforo. Las muestras de OSIRIS-REx representan el reservorio prístino más grande de dicho material en la Tierra.
“Vamos a estar ocupados durante mucho, mucho tiempo estudiando este material. Esta es una enorme cantidad de muestra para nosotros. Las muestras de OSIRIS-REx tienen una corteza de fosfato nunca antes vista en meteoritos. Estas altas concentraciones de fosfato se han detectado en mundos oceánicos extraterrestres”, afirmó el experto.
Y citó por ejemplo a Encélado, la luna de Saturno, que tiene fosfatos, un elemento clave para la vida, y en niveles mucho más altos que los océanos de la Tierra. “El asteroide Bennu puede ser un fragmento de un antiguo mundo oceánico. Esto todavía es muy especulativo. Pero es la mejor pista que tengo ahora para explicar el origen de ese material”, remarcó Lauretta.
La clave del estudio de este material del meteorito Bennu es que fue tomado por la nave de la NASA sin que mediara ninguna contaminación. Los asteroides estudiados en la Tierra sufren el choque y quemadura de su capa externa a medida que ingresan en nuestra atmósfera.
“Hay todo un ámbito de material al que nunca tendremos acceso si sólo dependemos de los meteoritos”, añadió Lauretta. La mayoría de los meteoritos que soportan su ardiente caída a través de la atmósfera terrestre y se recuperan son fragmentos de asteroides.
Agua y carbono en el asteroide
Las muestras de polvo y roca de Bennu recogidas en la misión espacial OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification and Security – Regolith Explorer) de la NASA, contienen evidencia de un alto contenido de carbono y agua, que en conjunto podrían indicar que los componentes básicos de la vida en la Tierra.
“La muestra OSIRIS-REx es la muestra de asteroide rica en carbono más grande jamás enviada a la Tierra y ayudará a los científicos a investigar los orígenes de la vida en nuestro propio planeta para las generaciones venideras”, fueron las primeras palabras del administrador de la NASA, Bill Nelson, cuando se dio a conocer el material a la prensa.
“El análisis inicial de la muestra nos revela abundante agua en forma de minerales arcillosos hidratados que contienen carbono”, precisó el Nelson, quien destacó que este descubrimiento no tiene precedentes.
“Con casi un 5% de carbono en peso, siendo el carbono el elemento central de la vida, superando con creces nuestro objetivo de 60 g, esta es la muestra de asteroide rica en carbono más grande jamás devuelta a la Tierra. Las moléculas de carbono y agua son exactamente el tipo de material que queríamos encontrar. Nos van a ayudar a determinar el origen de elementos que podrían haber dado lugar a la vida”, afirmó sobre los 250 gramos que en total logró traer a la Tierra la cápsula espacial.
Diego Bagú, astrónomo de La Plata, explicó a Infobae que “la Tierra no es el único lugar del sistema Solar en el que podemos encontrar agua. De hecho, existen lo que denominamos, desde hace algunos años, los ‘mundos oceánicos’. Hacemos referencia a lunas de otros planetas, principalmente a dos de ellas: Europa (luna Júpiter) y Encélado (luna de Saturno). Por debajo de sus cortezas heladas, se encuentran sendos océanos de agua líquida”.
“Estudios realizados en Encélado a partir de las observaciones de la misión Cassini a Saturno, han mostrado importantes concentraciones de fosfatos en el vapor expulsado, tal cual géiseres terrestres, desde el interior de esta Luna”, indicó el experto.
Y agregó: “Ahora, en las muestras del asteroide Bennu recolectadas y traídas a la Tierra por parte de la misión OSIRIS-Rex (NASA), se han encontrado ciertas cortezas de fosfatos en concentraciones similares a las halladas en el vapor de Encélado, lo cual indica, quizás, una relación entre este tipo de asteroides y las lunas con sus respectivos planetas. A lo largo de toda su historia (5.000 millones de años) en el sistema Solar han existido, primordialmente a inicios del mismo, gran cantidad de colisiones, lo cual ha permitido el intercambio de material entre objetos celestes”.
Para Bagú, los fosfatos son claves para la constitución de las moléculas de ADN tal cual las conocemos en nuestro planeta. “El hallazgo de estos constituyentes químicos en vastas y diversas regiones del sistema Solar no deja de acrecentar las expectativas de hallar, en algún momento, vida más allá de nuestro propio lugar en el universo”, remarcó.
Los expertos de la NASA brindarán más detalles de las muestras de Bennu en la 55ª Conferencia de Ciencia Planetaria y Lunar del próximo mes que se celebrará en The Woodlands, Texas.
A esa prestigiosa reunión se han presentado más de 70 resúmenes de producción científica. “A partir de marzo todo esto se dará a conocer al mundo. Así que el equipo está trabajando intensamente”, concluyó Lauretta.