Tegucigalpa – Durante la homilía dominical celebrada en la Basílica de Suyapa el Arzobispo de Tegucigalpa, Cardenal Óscar Andrés Rodríguez, celebro la fiesta de la Ascensión del Señor, quien pronunció que somos discípulos misioneros de Jesús, testigos de su muerte y resurrección, lo que se resume en discípulos del amor.
El religioso explicó que la ascensión es un aspecto más del misterio pascual de Jesús, Él participa de la misma vida de Dios y, por lo tanto, en lo más alto del cielo.
“El cielo no es un lugar, es una nueva dimensión, es un estado distinto, el estado del resucitado y los resucitados en Él. El cielo es la plenitud de nuestra vida humana y de este mundo, la realización plena en Dios de todas las posibilidades de amor, paz, libertad interior y de felicidad que todo ser humano lleva adentro”, señaló.
Agregó que cada vez que en la tierra hacemos la experiencia del bien, de la felicidad, amistad, de la paz y del amor, empezamos a construir la realidad del cielo.
La fiesta de la ascensión significa que nuestro final está en Dios y no en la nada, no en lo absurdo, porque el final de Jesús no fue la muerte, sino la vida.
La ascensión significa, que nuestro horizonte es Dios, significa esa sed de transcendencia de todo ser humano que se realiza plenamente en Jesús resucitado, refirió el purpurado.
Explicó que la ascensión que hoy celebramos, es una fiesta de esperanza y que el futuro del ser humano y del mundo no está en las armas nucleares, está en Dios.
“Podrán ir mal las cosas, podrá ir mal la economía, podrán ir mal las situaciones personales, la política, pero la vida será siempre más fuerte que todo lo que amenaza y dificulta en nuestra vida.
La esperanza cristiana no es la actitud que conduce a desentendernos de los problemas del presente y despreocuparnos de los sufrimientos de este mundo y especialmente de los pobres.
Esa frase que el ángel le dirige a los discípulos, ¿qué hacen ahí mirando al cielo?, es aquí donde tenemos que poner en práctica que creemos en la resurrección de Cristo y creemos que nuestro final es Dios.
Rodríguez se preguntó ¿dónde encontrar la fuerza, el sentido, el horizonte, para seguir trabajando por un mundo más humano?, para seguir trabajando por una Honduras mejor, como recuperar la esperanza, en esa vida definitiva de la que estamos tan necesitados, solo quien se ha encontrado con el resucitado, puede vivir su vida con esperanza y con alegría.
El evangelio de hoy termina diciendo, se volvieron a Jerusalén con alegría, la alegría es una de las principales características del discípulo de Cristo, la tristeza, el derrotismo, la amargura, se oponen a la esperanza cristiana.
En la entraña del mensaje de Jesús está presente la alegría, Dios nos quiere hacer partícipes de su alegría, haciéndonos descubrir que el valor y el sentido profundo de nuestra vida está el ser amados y recibidos por él.
“Necesitamos recobrar esa alegría que permanece en los momentos difíciles y dolorosos de nuestra vida”, manifestó,
Detalló que el papa Francisco nos ha mandado un mensaje muy profundo en el que dice que necesitamos vencer la sordera interna, ya se nos olvidó escuchar.
Estamos en la etapa de la escucha, como se le ha olvidado al mundo la escucha, a pesar de que nunca como hoy tenemos todas las tecnologías capaces de escuchar; sin embargo, se nos olvidó escuchas a los demás y tantas veces nos escuchamos, solo a nosotros mismos.
“No podemos seguir como anestesiados en la conciencia, la conciencia mundial que está viendo que Rusia está destruyendo a Ucrania, un país autónomo e independiente que tiene derecho a vivir su soberanía y no a ser conquistado por el imperialismo de las fuerzas y armas, pero cuánta indiferencia y cuántos que por razones políticas dicen yo ahí no me meto, pero la humanidad es una sola y el sufrimiento de la humanidad no puede dejarnos indiferentes”, recriminó el prelado.
Refirió que “las tragedias que vemos constantemente en Estados Unidos con matanzas de niños, simplemente por quedarse indiferentes ante un armamentismo que no tiene razón de ser, el cardenal se preguntó ¿por qué necesita el mundo armas para matar y destruir?
Algo que quiero que lo reflexionemos mucho, el mundo de hoy, más que buscar la bondad y el bien, busca el consenso, “ojalá que nuestros legisladores escuchen este mensaje, porque el diálogo, el consenso es lo principal y no los votos atropellando la vida y los valores morales, no todo se vale, hay que buscar la verdad y el bien”, señaló.
Por eso, en esta fiesta de la ascensión del Señor, “podemos volvernos de corazón a él, para decirle, Señor, gracias a tu muerte y resurrección, todo ser humano tiene entrada en la vida plena, en la alegría sin fin, concédenos hoy, renovar nuestra esperanza y recordarnos, que nuestro destino es vivir siendo felices contigo, sin padecer, ni morir”.