San Carlos (Costa Rica) – Considerado por los pueblos indígenas de América como un regalo de los dioses, el milenario cacao busca resurgir en Costa Rica con productos finos y orgánicos, pero también mediante iniciativas turísticas y educativas destinadas a rescatar el legado de este fruto.
El cacao es originario de Suramérica y poco a poco se fue expandiendo hacia el norte hasta llegar a Centroamérica y México, donde las culturas indígenas lo consideran un regalo de los dioses, de cuya semilla surgió una bebida espesa que contenía maíz, vainilla y hasta Chile.
Hay rastros de que el cacao ya se consumía en las culturas indígenas de México y Centroamérica desde hace unos 3.800 años, explicó a EFE el biólogo experto en cacao, Carlos Chavarría.
Chavarría dirige en La Fortuna de San Carlos, en el norte de Costa Rica, el Rainforest Chocolate Tour, un atractivo turístico en el cual los visitantes pueden conocer los arboles de cacao y la fruta en sus diferentes etapas, y posteriormente ser testigos del proceso mediante el cual se saca la semilla, se seca y se muele, para finalmente añadirle agua caliente.
Lo que los indígenas llamaban «bebida de los Dioses» es un chocolate espeso que conserva las ricas propiedades antioxidantes del cacao que benefician el corazón y la regulación de la presión arterial, entre otras.
El cacao, además, es considerado un cultivo amigable con el ambiente, que fija carbono, mantiene las cuencas de ríos, protege nacientes de agua y mitiga el cambio climático en zonas vulnerables.
Chavarría explicó que los chocolates comerciales que se venden en cualquier lugar contienen bajas cantidades de cacao y mucha azúcar, por lo que resaltó el trabajo que se está desarrollando en pequeñas comunidades de Costa Rica para producir chocolates finos con alta cantidad de cacao.
LOS ESFUERZOS PARA RESCATAR EL CACAO
En el 2019, la Organización Internacional del Cacao reconoció la calidad del cacao costarricense, como país exportador del 100% cacao fino o de aroma, producido en comunidades rurales, la mayoría indígenas, del norte, el caribe y el sur de Costa Rica, situadas entre 0 y 500 metros sobre el nivel del mar, que es el hábitat ideal del cacao.
El área sembrada en Costa Rica es de aproximadamente 4.000 hectáreas y la producción está en manos de 3.041 pequeños productores indígenas quienes emplean prácticas agrícolas que se comparten de generación en generación.
Costa Rica tienen en marcha un Plan Nacional de Cacao 2018-2028, una estrategia que busca consolidar a 10 años la agrocadena del cacao.
Este plan incluye un programa de financiamiento del Sistema de Banca para el Desarrollo que tiene como meta duplicar el área cultivada de cacao en Costa Rica.
El Sistema estatal Banca para el Desarrollo (SBD) de Costa Rica y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) ejecutan también un proyecto para levantar información detallada sobre fincas de cacao mediante el uso de drones, como insumo para diseñar planes que permitan a los productores ser más rentables y mejorar su calidad de vida.
HISTORIA, TURISMO Y EDUCACIÓN
El Rainforest Chocolate Tour, además de los turistas, es visitado por estudiantes de primaria y secundaria a quienes les enseñan sobre la historia del cacao que está muy ligada al desarrollo de Costa Rica en la época colonial.
Chavarría relató que la semilla de cacao fue una de las primeras monedas en la época colonial y que fue utilizada por unos 80 años tanto de forma oficial como extraoficial.
Con el desarrollo global la producción de cacao también llegó a países africanos, que en la actualidad son los principales proveedores de la industria.
El tour del chocolate es uno de los atractivos de la zona norte de Costa Rica, país que poco a poco está permitiendo la llegada de turistas internacionales tras seis meses de la pandemia de la COVID-19.
El sector turístico de Costa Rica ha sido uno de los más golpeados por la pandemia debido a que la visitación extranjera ha estado en cero, aunque el turismo nacional ha dado un cierto respiro.
Costa Rica, un país de cinco millones de habitantes, recibía antes de la pandemia a unos 3 millones de turistas extranjeros, lo que se constituye a esta actividad como uno de sus principales motores económicos.
EFE