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¿El cambio climático provocó la excepcional ola de incendios en Canadá?

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El humo que ahoga a millones de personas en Norteamérica desde hace días es fruto de 441 incendios forestales que están activos en estos momentos en Canadá, una cifra muy superior a lo normal debido a los peores efectos del cambio climático.

Desde enero, las llamas han quemado 3,8 millones de hectáreas de bosque y vegetación en Canadá cuando la cifra media en la última década había sido de 250.000 hectáreas.

“El cambio climático tiene su papel. Esta primavera ha sido muy seca en el este de Canadá”, explicó este jueves a Efe Kent Moore, profesor de Física de la Universidad de Toronto especializado en el estudio de la meteorología y la crisis climática.

Huracanes y sequedad

Moore también señala en el caso específico de Nueva Escocia, que en los últimos días ha experimentado dos incendios forestales sin precedentes, los efectos del huracán Fiona, que en septiembre de 2022 devastó esa provincia del Atlántico de Canadá.

Los vientos de Fiona derribaron miles de árboles. “Esos árboles ahora están muertos, se están pudriendo y son básicamente más combustible para las llamas”, explicó el profesor canadiense.

Por supuesto, los científicos han vinculado el aumento de la intensidad y el número de huracanes en el Atlántico al calentamiento global.

Pero aunque los incendios de Quebec y Ontario, en la zona oriental y central de Canadá, son los que centran la atención del público, porque su humo es el que cubre ciudades como Nueva York, Washington y Filadelfia, en EE.UU., y Toronto y Ottawa, en Canadá, en el oeste canadiense las llamas son incluso más intensas.

Moore de nuevo señala a los efectos de la crisis climática. “En los incendios de Columbia Británica y el norte de Alberta, el cambio climático también está jugando un papel fundamental porque está adelantando la primavera”.

Primavera adelantada

Eso significa que las olas de calor que la región sufre periódicamente también se están adelantando, y con ellas los incendios forestales.

Hay que recordar que una ola de calor extremo a finales de junio y principios de julio de 2021, con temperaturas que llegaron a los 49,6 grados centígrados en el interior de Columbia Británica, causó la muerte de al menos 619 personas e incendios forestales que destruyeron completamente varias comunidades.

Para este verano, las previsiones son preocupantes porque la primavera no está siendo, como es habitual, una época húmeda, y los meses estivales son especialmente secos en Canadá.

Moore también advirtió que este año le ha tocado a Canadá pero que en la ruleta rusa que se ha convertido el clima, el próximo año los afectados pueden ser otras regiones en la parte superior del hemisferio norte.

“Hace dos años fue Siberia donde se produjeron graves incendios forestales”, dijo.

Adiós al efecto espejo del Ártico

Moore también está preocupado por los efectos del humo de los incendios en la salud porque las partículas que el viento arrastra a las urbes norteamericanas son especialmente microscópicas y se depositan en las zonas más profundas de los pulmones.

Pero incluso si los vientos, que ahora soplan hacia el sur en dirección a las zonas más habitadas de Norteamérica, cambiaran hacia el norte, a las regiones árticas, los problemas no desaparecerían.

En ese caso, las partículas acabarían depositadas en el Ártico, oscureciendo el hielo y eliminando parte de la capacidad de reflexión de la radiación solar de la región, lo que a su vez contribuiría a acelerar el calentamiento global.

“Lo que más me preocupa es que estamos viendo los efectos del incremento de la temperatura media del planeta de 1,1 grados. Y estamos teniendo problemas para responder a su impacto cuando las predicciones es que alcanzaremos 1,5 grados en los próximos años”, concluyó Moore.

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