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El desfile de Victoria’s Secret vuelve tras cuatro años de paro: ¿regresarán los “ángeles” tras la polémica?

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Victoria’s Secret ha cerrado 2022 a la baja, con una caída del 6,5% en sus ventas y de nada menos que el 46,1% en sus beneficios. “Terminamos el año, el primer ejercicio completo como una empresa independiente y cotizada, con una reducción a doble dígito en nuestro nivel de inventario, y entramos en 2023 de manera prudente”, ha expresado el consejero delegado de la marca, Martin Waters.

La empresa facturó 6.344,3 millones de dólares en 2022, mientras que su beneficio se ha situado en 348,1 millones de dólares, casi la mitad de lo que ganó en 2021.

Por El País

2018 había sido su annus horribilis. El show de Victoria’s Secret de 2018 fue el menos visto de la historia, con solo 3,3 millones de espectadores, desde que comenzase a retransmitirse por televisión en el año 2001. Las ventas de la firma continuaban en descenso (en 2018 perdió un 50% de su valor).

Ese mismo año, el director de marketing de L Brands, Edward G. Razek, encargado de desarrollar, entre otras cosas, el desfile anual y el inventor del concepto de ángel, concedió una entrevista a la edición estadounidense de la revista Vogue donde aseguró que su espectáculo nunca incluiría a una mujer transgénero. También insistió en que el público “no tiene interés” en la inclusión de modelos de talla grande.

Aunque más adelante pidió disculpas, su mirada trasnochada sobre el cuerpo femenino ya había pasado factura a la marca. Razek dimitió al año siguiente, en 2019, precisamente cuando una de sus exángeles, la modelo Bella Hadid, desfiló para Savage X Fenty y afirmó que “nunca” se había sentido “tan sexy” que desfilando para la firma comandada por Rihanna. ¿El motivo? En Victoria’s Secret, Razek indicaba a las modelos qué posturas y actitudes adoptar al recorrer la pasarela, mientras que la cantante simplemente pedía a las suyas que hicieran aquello que les ayudara a sentirse sexis.

Esta sutil diferencia cambiaba el enfoque de los desfiles de lencería, permitiendo a sus protagonistas ser algo más que objetos de deseo, y convertirse en sujetos activos sobre la pasarela. No era el único ángel que se revelaba: Adriana Lima colgó sus alas en 2018 y no volvió a desfilar con Victoria’s Secret, asegurando que estaba harta de la dictadura de la perfección y de las presiones sobre su físico: “No volveré a quitarme la ropa por una causa vacía”, declaró.

Por su parte, Gisele Bündchen, que firmó su contrato con la marca a sus 19 años, confesó en una autobiografía que después de años desfilando en ropa interior empezó a sentirse incómoda. “Me sentía cada vez menos relajada cuando me fotografiaban caminando por la pasarela con solo un biquini o un tanga”, contó la modelo brasileña en el mismo libro en el que afirmaba haber sufrido ataques de pánico y tener pensamientos suicidas durante uno de los periodos más exitosos de su carrera.

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