El equipo brasileño gana por 2 a 1 al argentino en el Maracaná de Río de Janeiro con goles de Cano y Kennedy.
Por El País
El mapa del fútbol sudamericano tiene doble cara. Si a nivel de selección es el tiempo de Argentina, vigente campeona de América y de la Copa del Mundo, a nivel de clubes se acrecienta el predominio brasileño. Fluminense venció por 2-1 a Boca Juniors en una dramática final resuelta en tiempo suplementario en el estadio Maracaná de Río de Janeiro y se consagró campeón de la Copa Libertadores por primera vez en la historia. Un resultado que confirma una hegemonía brasileña que empezó en 2019. Aunque no pudo completar el partido, al salir lesionado en el final del segundo tiempo, el lateral brasileño Marcelo -25 títulos con el Real Madrid- volvió a sumar un nuevo trofeo en su carrera, esta vez a sus 35 años y en lo más alto de América.
Otro viejo cacique del fútbol brasileño, Felipe Melo, también se coronó con el Fluminense, aunque los héroes de la final fueron el argentino Germán Cano y John Kennedy, autores de los goles, ambos de hermosa resolución. El colombiano John Arias también jugó un buen partido para el ganador, mientras que el peruano Luis Advíncula empató transitoriamente para Boca y el colombiano Frank Fabra fue expulsado.
Fluminense es el 26º club que se incorpora a la lista de campeones de la Copa Libertadores, el décimo de Brasil. Los argentinos, sin embargo, siguen liderando la tabla de países de equipos que ganaron más Copas, aunque el recuento es de 25 frente a 23. La última alegría argentina fue el título que River Plate ganó en 2018, también contra Boca, en el Santiago Bernabéu. Desde entonces, el Flamengo –dos veces-, el Palmeiras –otras dos- y ahora el Fluminense levantaron la Copa. Es la primera vez que los equipos de un mismo país suman cinco títulos seguidos. Entre 1967, Racing y Estudiantes –por triplicado- habían vestido la Copa de celeste y blanco, al igual que el Independiente con su tetracampeonato de 1972 a 1976. Ya en este siglo, los brasileños se anotaron los títulos de 2010 (Inter), 2011 (Santos), 2012 (Corinthians) y 2013 (Atlético Mineiro).
Mientras el Fluminense se tomó la revancha de lo que hasta ahora había sido su única final, la derrota ante Liga de Quito en 2008, Boca se mantiene con seis títulos, a uno del máximo ganador de clubes, Independiente, con siete –aunque su última alegría fue ya hace muchísimo tiempo, en 1984-. Los xeneizes suman tres frustraciones seguidas en el partido decisivo: ante el Corinthians en 2012, River en 2018 y este sábado.
Mundial de clubes
Fluminense será ahora el representante sudamericano en el Mundial de Clubes, que se jugará del 12 al 22 de diciembre en Yeda, Arabia Saudita. Entre otros equipos, también participarán el Manchester City, como vigente campeón de la Liga de Campeones; el León de México, como ganador de la Liga de Campeones de la Concacaf; y el Al-Ittihad, de Arabia Saudita, como campeón de la liga local.
En medio de un Maracaná fantásticamente dividido entre hinchas argentinos y brasileños, cada equipo apostó a sus armas habituales. El Fluminense, como virtual local, con la pelota y Boca, como virtual visitante, a la espera, agazapado, con menos posesión pero con las mejores situaciones lideradas por el uruguayo Edinson Cavani, aunque en verdad aproximaciones, sin excesivo peligro para el arco de Fábio. En esa quietud, el desarrollo parecía favorecer a los argentinos –técnicamente neutrales- cuando llegó el primer gol a los 36 minutos, por medio de Cano, un argentino casi desconocido en su país que llegó a Brasil hace dos años tras un gran paso por el fútbol colombiano y se convirtió en la insospechada figura del Fluminense.
No sólo eso: con 13 tantos, Cano también se confirmó como el máximo anotador de la edición 2023 de la Copa. Desde principios de siglo, en 2000, cuando el brasileño Luizao anotó 15 goles para el Corinthians, ningún jugador producía semejante racha goleadora en un mismo año. Más allá de la gran definición de Cano, el acierto del delantero argentino fue cómo burló a Advíncula y encontró un hueco en el área: al fútbol se gana con la pelota y generando espacios.
Boca, un viejo zorro del fútbol sudamericano, debió entonces salir a hacer lo que menos prefería en los planes iniciales, buscar el empate. Con los roles invertidos, el Fluminense se dedicó a esperar a su rival y quedó incómodo: aunque los argentinos no llegaban, tampoco se resignaban, en especial a partir de un gran trabajo de Ezequiel Fernández en la mitad de cancha. Así fue que un remate desde afuera del área de Advíncula significó el 1-1 a los 27 minutos del segundo tiempo. La habitual fuerza psicológica de los equipos argentinos se hizo presente también en el Maracaná, aunque en el tiempo suplementario llegó el desnivel a partir de un golazo de Kennedy a los 9 minutos. Talento sobre mentalidad. En medio del delirio, el propio goleador fue expulsado por festejar subido a las tribunas del Maracaná, pero la diferencia numérica le duró poco a Boca: sobre el final de esa etapa, también Fabra vio la tarjeta roja.
Boca terminó la segunda fase como un subcampeón extraño: no ganó ningún partido. El equipo argentino había llegado a la final tras haber perdido un solo partido –ante Deportivo Pereira, en la primera fase-, pero a la vez con un récord muy curioso: sin triunfos en los duelos directos. Tras cuatro triunfos en la primera ronda, a partir de los duelos a eliminación directa jugó seis encuentros y no logró ningún triunfo durante los 90 minutos. Sobrevivió a los octavos de final (ante Nacional de Uruguay, 0-0 y 2-2), los cuartos de final (contra Racing de Avellaneda, 0-0 y 0-0) y a las semifinales (frente a Palmeiras de Brasil, 0-0 y 1-1) gracias a su formidable eficacia en los penaltis.
Semejante rareza hizo recordar las campañas de otros dos finalistas atípicos, uno campeón y otro subcampeón. En 1988, el PSV Eindhoven de Holanda ganó la Copa de Europa (hoy Liga de Campeones) sin haber ganado ninguno de sus últimos cinco partidos, pero sobreviviendo gracias a empates favorables por la regla del gol de visitante y los penaltis en la final ante el Benfica. En 2011, Paraguay llegó a la final de la Copa América tras cinco empates consecutivos, sin ningún triunfo, y perdió en la final ante Uruguay.
La final también será recordada por la previa de los últimos días, cuando decenas de miles de hinchas argentinos invadieron Río de Janeiro y fueron atacados por simpatizantes del Fluminense. La situación llevó a la Conmebol a una reunión de urgencia para pedirles a los dirigentes de ambos clubes que intercedieran ante sus ultras para que cesasen los actos de violencia. Semejante movilización de hinchas argentinos no alcanzó para evitar el título del Fluminense, el nuevo campeón de América en su casa, el Maracaná.