Moscú – El módulo científico multiuso de Rusia Naúka llegó hoy a la Estación Espacial Internacional (EEI) con 14 años de retraso sobre los planes iniciales y tras un viaje de ocho días en órbita no ausente de problemas que hacía por momentos temer por el éxito de la misión.
El Naúka se acopló a las 13.29 GMT al segmento ruso de la EEI, donde sustituye al módulo ruso Pirs, que fue hundido el pasado lunes en el océano Pacífico y que estuvo en servicio durante 20 años en la plataforma orbital.
“¡Felicidades Oleg!”, señaló el Centro de Control de Misión en Moscú al cosmonauta Oleg Noviski, que tuvo un papel clave a la hora de guiar de manera manual al Naúka en los últimos metros al mecanismo de acoplamiento de la EEI.
Menos de una hora antes del acoplamiento el módulo ruso no estaba en la trayectoria original prevista, problema que se solucionó rápidamente cuando la EEI volaba sobre el este de Kazajistán.
“!Hay contacto!” con el puerto nadir del módulo de servicio Zvezdá, se congratuló el director general de Roscosmos, Dmitri Rogozin.
El nuevo módulo ruso, cuyo lanzamiento estaba planeado inicialmente para 2007, despegó el pasado día 21 del cosmódromo ruso de Baikonur, en la estepa kazaja, con su compañero de viaje, el brazo robótico europeo (ERA) de la Agencia Espacial Europea (ESA), a bordo.
UN VIAJE LLENO DE OBSTÁCULOS
El Naúka, con una masa de 20,3 toneladas y que es el laboratorio espacial más grande lanzado jamás al espacio por Rusia, emprendió así un viaje de ocho días rumbo a la EEI que estuvo marcado por adversidades.
Tras años de retrasos y desafíos técnicos y programáticos, el viaje del módulo ruso no iba a ser menos incierto.
Minutos después de desplegar sus paneles solares y antenas, el centro de recepción de señales en Barnaúl, Siberia, dejó de recibir temporalmente datos de telemetría del Naúka.
En Tierra el equipo de la agencia espacial rusa, Roscosmos, no sabía inmediatamente si el módulo se había separado con éxito del cohete portador y efectuado su primer encendido para elevar su órbita, lo que provocó que Rogozin se llevara “un pequeño susto”.
Durante toda la semana, la última vez la víspera, los especialistas rusos tuvieron que probar el sistema de propulsión del Naúka y efectuar maniobras correctivas de órbita.
La incertidumbre sobre el viaje del módulo multiuso aumentó el fin de semana pasado cuando se tuvieron que resolver problemas con el sistema de aproximación y enganche automático Kurs.
Todo ello pese a que el Naúka, dado su problemático historial, fue sometido en Baikonur a más de 700 verificaciones de distinto tipo.
EL LABORATORIO FINALMENTE LLEGÓ
Superados todos los obstáculos, el módulo puede ser aprovechado ahora por los cosmonautas, que en septiembre tienen previsto hacer dos caminatas espaciales para ponerlo a punto.
El Naúka es el primer módulo que Rusia ha enviado a la EEI desde 2010, cuando el Rassvet -utilizado principalmente para el almacenamiento de carga y puerto de acoplamiento- llegó a la estación, y el primero doméstico pesado desde 2000, cuando se lanzó el Zvezdá.
De 13 metros de longitud, 4,2 metro de diámetro en su parte más ancha y un volumen presurizado de 70 metros cúbicos- cuenta con cinco puertos de enganche y con treinta lugares de trabajo, que permitirán efectuar trece nuevos experimentos en distintos campos.
El módulo puede generar oxígeno para hasta seis personas y reciclar la orina para obtener agua potable.
El Naúka lleva además un inodoro, el segundo del que dispondrá el segmento ruso, una cabina para un tercer cosmonauta y el ERA, la carga más preciada de la ESA.
LA CARGA MÁS PRECIADA, UN BRAZO ROBÓTICO EUROPEO
El ERA es muy parecido a un brazo humano y es el primer robot capaz de “caminar” alrededor del segmento ruso de la EEI, lo que facilitará la vida de los cosmonautas en el mantenimiento de la estación y en sus caminatas espaciales.
La plataforma internacional ya tiene dos brazos robóticos: Canadarm2 y el Sistema Manipulador Remoto del Módulo Experimental japonés.
Con una longitud de más de 11 metros, sus siete articulaciones le permiten manejar cargas útiles de hasta 8 toneladas con un amplio rango de movimiento y trabajar con una precisión de 5 milímetros.
Puede ser controlado desde dentro y fuera de la EEI y, teóricamente, incluso operar de manera autónoma. Sus cuatro cámaras infrarrojas apoyarán las inspecciones fuera de la estación.
El astronauta francés Thomas Pesquet, de la ESA, recibirá el ERA y trabajará en su instalación.
En total se necesitarán cinco caminatas espaciales para poner en funcionamiento el brazo robótico europeo.