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El mundo despide a Isabel II: La Reina que selló su nombre en la historia mundial

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Este jueves, en el Reino Unido, el reloj marcaba las 12:30 m. (6:30 a. m. en Colombia) cuando el Palacio de Buckingham, tan discreto y sucinto como siempre, emitió un inquietante comunicado. En pocas líneas, los médicos expresaban su preocupación por el estado de salud de la reina Isabel II.

Por eltiempo.com

Minutos después de ese mensaje, los familiares de la monarca empezaron a llegar a Balmoral, el castillo de descanso de la familia real en Escocia, donde reposaba Isabel II.

Exactamente seis horas después llegó la fatídica noticia: “La reina murió en paz en Balmoral esta tarde. El rey (Carlos, hijo de Isabel II) y la reina consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana (viernes)”, decía el comunicado oficial de la corona británica.

Con el fallecimiento de la reina, de 96 años de edad y 70 de reinado –el más largo en la histórica de la monarquía británica (1952 -2002)–, se va uno de los personajes claves de la historia reciente.

En estas siete décadas, Isabel II cumplió, sin cuestionar, el mandato impuesto desde su nacimiento de “vivir para servir”, como lo aseguran sus biógrafos. Fue testigo y partícipe de las decisiones políticas y económicas más importantes no solo de su país, sino de la geopolítica internacional, tras la Segunda Guerra Mundial.

Desde que accedió al trono, en tiempos de la decadencia del poder imperial de la Gran Bretaña hasta el fin de su reinado, Isabel II se granjeó un halo como matriarca de generaciones de británicos, que la vieron como símbolo de estabilidad y confianza.

Por el despacho de Isabel II en el Palacio de Buckingham pasaron 15 primeros ministros británicos, desde Winston Churchill, el hombre que lideró el triunfo en la Segunda Guerra Mundial, pasando por Margaret Thatcher, la famosa ‘Dama de hierro’, hasta Liz Truss, con quien la reina se reunió el martes encomendándole su última petición pública: que formara Gobierno tras ser elegida líder del Partido Conservador, en sustitución de Boris Johnson.

Además, se reunió con doce de los 14 presidentes que tuvo EE. UU. durante este tiempo, sumado a decenas de líderes del resto del mundo. De todos, Isabel mostró fascinación con Churchill, a quien consideró como su mentor y amigo durante sus primeros años regentando a los británicos.

Y es que su reinado capoteó momentos claves de la historia del siglo XX y de este.

Durante la Guerra Fría, las relaciones con los dirigentes del bloque soviético y sus aliados fueron escasas. Nikita Jruschov fue recibido en el Palacio de Windsor en 1956. Después hubo que esperar hasta 1989 y la perestroika para que un lejano sucesor, Mijaíl Gorbachov, tuviera de nuevo ese honor, marcando la disolución de la Unión Soviética, y con ello, el fin del enfrentamiento global.

Otro de los episodios en los que fue protagonista se dio en medio de la difícil relación bilateral entre su país y Argentina por cuenta del conflicto por las Islas Malvinas. Si bien la monarca no decidió, sí avaló las acciones adoptadas por la entonces premier británica Margaret Thatcher (1979-1990), relativas a la guerra, que dejó 649 argentinos muertos, 255 británicos y tres isleños.

Más recientemente, Isabel II estuvo en el centro de la atención en 2016, cuando los británicos decidieron abandonar la Unión Europea (UE). Y es que aunque la reina no tuvo ningún papel en la aplicación del brexit, los problemas para llegar a un acuerdo legislativo alcanzaron a la soberana.

Años después, el 28 de agosto de 2019, el entonces primer ministro Boris Johnson le solicitó a la monarca que suspendiera el Parlamento para dificultar las maniobras de los diputados partidarios de la UE.

La Reina Isabel II llega al Norman Porch del Palacio de Westminster en Londres para la apertura estatal del Parlamento en la Cámara de los Lores el 9 de mayo de 2012. EFE/EPA/SUZANNE PLUNKETT

Trabajadora incansable

En estos 70 años, Isabel visitó cerca de 117 países alrededor de los cinco continentes y se estima que cubrió al menos 12 millones de kms. Eso sumado que, aún entrada en años, la reina trabajaba sin descanso con extenuantes jornadas que, a veces, se alargaban hasta la madrugada.

Sin embargo, en los últimos meses apenas se le había visto en público, y exhibía una imagen frágil. Los rumores decían que padecía de cáncer y que el covid-19, que sufrió a comienzos de año, la había debilitado. Además, usaba una cánula y sufría de artritis, lo que la limitaba en su movilidad.

Pese a que largas horas de su vida las dedicó a estar en su oficina en Buckingham, no fue casualidad que sus días terminaron en Balmoral, la morada favorita de su marido Felipe, quien falleció en abril de 2021.

Con la imagen de hablar pausado, caminar rápido y mirada franca, la soberana gobernó los destinos de millares de británicos y de su prolífera familia, incluidos sus cuatro hijos, ocho nietos y 12 bisnietos. A ella se le atribuyen cualidades de una dedicación tranquila y sin quejas al deber, incluso en la vejez.

“Esto le ganó el respeto generalizado en el Reino Unido y en el extranjero, incluso entre los llamados ‘republicanos’ que están ansiosos por la abolición de la monarquía”, le aseguró a EL TIEMPO la experta en temas de la realeza británica, Mónica Elliston, quien detenta el famoso blue badge o insignia azul, que la acredita como guía turística oficial en Inglaterra.

Según el biógrafo de la realeza, Robert Lacay, la reina le dio a la corona una vida que nadie esperaba. Al contrario, sorprendió al demostrar la fuerza y la importancia de la monarquía, más allá de la función de “desplegar una alfombra de felicidad”.

Como monarca, la reina parecía cada vez más consciente del papel moderno de la monarquía, permitiendo, por ejemplo, la televisión de la vida doméstica de la familia real en 1970 y tolerando la disolución formal del matrimonio de su hermana en 1978.
Además de su papel clave como personaje del siglo XX, durante su reinado, Isabel II tuvo que maniobrar con los escándalos dentro de la propia familia.

En la década de 1990, la corona se enfrentó una serie de desafíos. En 1992, un año al que Isabel se refirió como el “annus horribilis” de la familia real, el príncipe Carlos y su esposa, Diana, princesa de Gales, se separaron.

Las críticas se intensificaron después de la muerte de Diana en 1997, especialmente después de que la reina inicialmente se negó a permitir que la bandera nacional ondeara a media asta sobre el Palacio de Buckingham.

Y aunque a inicios de la década del 2000 su popularidad volvió a recrecer, años después regresaron nuevamente las polémicas. Fue un golpe fuerte para la reina la renuncia del príncipe Enrique, duque de Sussex, y su esposa, Meghan, duquesa de Sussex, a sus roles reales en marzo del 2020.

Luego, la realeza también se vio golpeada con el escándalo protagonizado por Andrés, considerado su hijo favorito, que tuvo que abandonar la vida pública debido a su amistad con el financiero estadounidense Jeffrey Epstein, acusado de explotar sexualmente a menores.

Lo cierto es que más allá de estos episodios, el mundo cerró este jueves una era con la muerte de Isabel II. Pues, fallecidos otros nombres universales, como Nelson Mandela, Juan Pablo II, o recientemente Mijaíl Gorbachov, Isabel II era la mayor figura viva del siglo XX.

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