Soldados del regimiento de Gotland patrullan el puerto de Visby, en medio de crecientes tensiones entre la OTAN y Rusia por Ucrania, en la isla sueca de Gotland FOTO: TT NEWS AGENCY VIA REUTERS
La adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN será, sin duda, otro gran fracaso para la Rusia de Vladimir Putin, que inició la invasión en Ucrania para, entre otros motivos, frenar el acercamiento de Kiev a Europa y a Estados Unidos. Tanto Suecia como Finlandia han mantenido tensos lazos con su vecino ruso durante mucho tiempo.
Por lapatilla.com / Con información de La Razón
El difícil pasado de Suecia y Finlandia con Moscú se remonta a los siglos XVII y XVIII, cuando los zares del Imperio Ruso intentaron conquistar Finlandia, entonces una parte del reino sueco. El rey Carlos XII de Suecia invadió y conquistó partes de Rusia a principios del siglo XVIII, pero perdió una batalla en Poltava, en la actual Ucrania, ante el zar Pedro el Grande. Este hecho marcó el final de Suecia como una potencia importante en el norte de Europa. Suecia perdió Finlandia ante Rusia en una guerra en 1809, convirtiendo a Finlandia en un territorio autónomo del imperio ruso, el Gran Ducado de Finlandia.
FINLANDIA
En medio del caos que surgió de la Revolución Rusa de 1917, Finlandia declaró su independencia el 6 de diciembre de ese año. Después de algunas décadas de la independencia de Finlandia y justo antes de la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaron un pacto de no agresión que incluía un protocolo secreto que asignaba a Finlandia, así como a Estonia y Letonia, como parte la “esfera de influencia” soviética.
El Ejército Rojo de Joseph Stalin atacó Finlandia en 1939, comenzando lo que se conoció como la Guerra de Invierno en la que Finlandia luchó por sí sola contra el intento de invasión soviética. Las peticiones de ayuda militar de Finlandia a los aliados occidentales quedaron sin respuesta, lo que provocó que Helsinki se aliara con la Alemania nazi en una segunda guerra contra la Unión Soviética entre 1941 y 1944.
Finlandia perdió alrededor del 10% de su territorio ante la Unión Soviética en el Armisticio de Moscú en septiembre de 1944. Tuvo que reubicar a 400.000 habitantes, o el 11% de su población, de los territorios perdidos y pagar indemnizaciones de guerra por valor de 300 millones de dólares, lo que equivale a unos 4.900 millones euros (5.300 millones de dólares) al tipo de cambio actual.
Finlandia también tuvo que firmar el Acuerdo de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua con Rusia en 1948, cimentando un grado de dependencia económica y política y aislándola militarmente de Europa occidental. El presidente finlandés Urho Kekkonen, en el cargo entre 1956 y 1982, se centró en mantener relaciones amistosas y estrechas con Moscú para preservar la independencia evitando el conflicto, una táctica conocida como finlandización.
El final de la Guerra Fría permitió a Finlandia salir de la sombra de Rusia y adherirse a la Unión Europea en 1995, así como a la eurozona en 1999. Su integración en la UE y la firma de su cláusula de defensa mutua significó que Finlandia cambiaba de la neutralidad a la no alineación militar, pero Finlandia optó por permanecer fuera de la alianza de defensa occidental OTAN .
Hasta 2020, solo alrededor del 20% de los finlandeses querían que Finlandia se uniera a la OTAN en las encuestas, y la mayoría de la gente creía que la paz se mantenía mejor manteniendo relaciones amistosas y vínculos económicos con Rusia. La invasión de Rusia a Ucrania cambió el sentido entre los finlandeses, con alrededor del 76% de la gente a favor de unirse a la OTAN y solo el 12% en contra.
SUECIA
Suecia y Rusia no han estado en guerra desde 1809, cuando Suecia perdió Finlandia ante el imperio ruso. Ya en el siglo XX, Suecia prestó algunos aviones militares a Finlandia, cuando fue atacada por Rusia durante la Guerra de Invierno en 1939, pero se mantuvo neutral durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. El papel oficial de Suecia como estado neutral le permitió ser un país crítico tanto de la Unión Soviética como de Estados Unidos, pese a ello, tenía un acuerdo secreto por el que Estados Unidos acudiría en defensa de Suecia en caso de un ataque soviético desde la década de 1960 en adelante.
Suecia y la Unión Soviética mantuvieron varias trifulcas diplomáticas a lo largo de la Guerra Fría, a menudo relacionadas con infracciones supuestas o probadas de submarinos de las aguas suecas por parte de los soviéticos. El incidente más grave de los años 50 se produjo cuando aviones de guerra soviéticos derribaron dos aviones suecos, uno militar y otro civil, con pocos días de diferencia sobre el mar Báltico en 1952. La Unión Soviética no reconoció oficialmente que derribó los aviones hasta 1991.
En 1981, en lo que en Occidente se denominó el incidente del Whisky on the Rocks, un submarino encalló en la costa en el sur de Suecia. Suecia dijo que detectó radiación que indicaba que el buque estaba armado con armas nucleares. Después de 10 días de tensos intercambios diplomáticos, el submarino fue sacado y devuelto a los soviéticos.