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Empleados de Silicon Valley, en vilo por reforma de la visa

El centro tecnológico de California está impulsado especialmente por trabajadores extranjeros calificados, pero los gigantes tecnológicos prefieren a quienes son titulares de visas H-1B antes que a los solicitantes de tarjetas verdes.

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En Estados Unidos, los inmigrantes, tanto con papeles como indocumentados, están intranquilos debido a la política migratoria de línea dura de la administración de Donald Trump.

Por DW

Kabir (nombre cambiado a su pedido) es un ingeniero indio que trabaja en una startup de Silicon Valley. Actualmente, se encuentra en EE. UU. con una visa llamada H-1B, para la cual es necesario contar con un empleador patrocinador, que debe presentar una petición ante los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de EE. UU. (USCIS).

Quedarse sin empleo sería una pesadilla para él, explica a DW, por eso le preocupa que se puedan implementar las reformas que planea Trump.

«Invertimos en este país, contribuimos con él y, sin embargo, conseguir un visado de trabajo sigue siendo una lucha. Desde el primer día, solo se nos permite estar 90 días sin trabajo; hay que conseguir un empleo o irse del país. Vivimos constantemente bajo esa presión”, explica Kabir.

La llamada tarjeta verde le permitiría una estadía permanente en EE. UU., así como trabajar y vivir allí indefinidamente. Pero hay un millón de solicitantes antes que él, explica, y el tiempo oficial estimado para obtener la Green Card es demasiado largo.

Trabajadores con visa H-1B, en el limbo

Como muchos otros profesionales con visa H-1B, el futuro de Kabir en EE. UU. es incierto. Creado en 1990, el programa H1B para trabajadores calificados fue diseñado para cubrir las necesidades del mercado laboral. La duración inicial de una visa temporal suele ser de tres años, prorrogable por tres años más.

Sin embargo, según los expertos, el programa no está funcionando como se esperaba. Los empleadores utilizan indebidamente el programa para «sustituir, competir, socavar y perjudicar» a los empleados nativos en el mercado laboral estadounidense, afirma Ron Hira, profesor asociado de la Universidad Howard, en Washington D.C., e investigador sobre asuntos laborales.

Según expertos, los trabajadores con H-1B están atados temporalmente a sus empleadores y no tienen los mismos derechos que los estadounidenses. Probablemente, apenas se atrevan a decir «no” a sus jefes, ya que «perder su trabajo significa perder su visa”, destaca Hira a DW. El empleador controla su estatus legal, y eso lo coloca en una situación altamente vulnerable.

Silicon Valley y los empleados extranjeros

El centro tecnológico de California está impulsado especialmente por trabajadores extranjeros calificados, pero los gigantes tecnológicos prefieren a quienes son titulares de visas H-1B antes que a los solicitantes de tarjetas verdes.

«Cuando se maneja una gran compañía tecnológica, es preferible contar con empleados estables, que no pueden irse fácilmente y ganan salarios bajos. Es una decisión de tipo económico”, explica Vivek Wadhwa, director ejecutivo de Vionix Biosciences.

Irónicamente, los líderes de muchas de las grandes empresas de Silicon Valley son ellos mismos inmigrantes. Sundar Pichai, de Google, y Satya Nadella, de Microsoft, por ejemplo, son de ascendencia india. Jensen Huang, creador de Nvidia, es de Taiwán. Eric Yuan, fundador y director ejecutivo de la empresa de videoconferencias Zoom, es de China. Y, por supuesto, el multimillonario sudafricano Elon Musk, el creador de SpaceX y Tesla.

La migración tecnológica india podría verse afectada

Los líderes de la industria tecnológica «definitivamente, influirán en las decisiones políticas de Trump sobre la visa H-B1”, ya que son los más beneficiados por ella, dice el director ejecutivo de la Cámara Central de Comercio de Silicon Valley, Harbir Kaur Bhatia.

A diferencia de su primera presidencia, ahora Trump ha suavizado su postura y ha expresado su apoyo a la inmigración calificada, señala Bhatia a DW.

Los más afectados por una reforma de la visa H-1B serían los profesionales indios, más del 70 por ciento de todos los titulares de este tipo de documento. Además, suelen ser blanco de odio y ataques por, supuestamente, quitarles puestos de trabajo a los estadounidenses y rebajar los salarios.

Ron Hira dice que India tiene un fuerte interés en preservar el programa H-1B, no sólo porque los trabajadores indios envían grandes remesas a su país, sino también porque las empresas indias de servicios de tecnología informática dependen en gran medida de las visas H-1B para operar sus negocios de subcontratación.

«Es una gran fuente de ingresos para el país», comenta Hira, motivo por el cual, las empresas indias se oponen a una reforma que reduciría sus ganancias.

Sin embargo, hartos del sistema y sus incertidumbres, muchos inmigrantes calificados deciden regresar a la India y construir sus propias compañías. Vivek Wadwha pronostica que, dentro de los próximos cinco a diez años, India tendrá múltiples centros tecnológicos como Silicon Valley.

Si la administración Trump empeora la situación de los trabajadores extranjeros calificados, subraya Wadhwa, «este debate sobre inmigración le estallará en la cara a Estados Unidos”, y muchos de los inmigrantes se irán con su talento y su capacidad de innovación a otra parte.

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