Por: Matt Schudel | The Washington Post
Durante más de 6 décadas, el crooner italoestadounidense encantó al mundo con un insuperable registro vocal y su permanente sonrisa. “El mejor cantante del mundo”, según Frank Sinatra.
Pocos artistas han realizado un segundo acto tan notable y duradero como Tony Bennett. Tuvo su primer éxito de ventas en 1951 con “Because of You”, y más de 60 años después volvió a encabezar las listas de éxitos, colaborando con la estrella pop Lady Gaga para convertirse en la persona de más edad que ha tenido un álbum número 1. Fue el cantante de la era pre-rock, el más popular de la historia.
Era un retrógrado vestido de esmoquin cuya carrera se tambaleó en los años sesenta y setenta, cuando se negó a cantar música que consideraba por debajo de su talento. Luego, con su hijo al frente de un renacimiento tardío de su carrera, Bennett comenzó a conectar con el público más joven de la generación MTV y alcanzó el estrellato por segunda vez en la década de los años 90, sin cambiar su estilo clásico ni aflojarse la corbata.
Sus álbumes estuvieron en las listas de éxitos de todas las décadas, desde los años 50 hasta la década de 2020. Era una estrella antes de que Elvis Presley grabara su primera canción y seguía en la cima de su carrera en la era de Lady Gaga, Katy Perry y Jay-Z, dándole lo que el crítico Gary Giddins llamó “la última carcajada más larga de la historia”.
“Tony Bennett posee una de las grandes voces y carreras como cantante de los últimos 60 años”, dijo John Edward Hasse, un historiador de la música que durante mucho tiempo fue conservador de la música estadounidense en el Museo Nacional de Historia Americana del Instituto Smithsoniano. “No hay muchos cantantes, y mucho menos músicos, que hayan alcanzado esa durabilidad. Tiene el fraseo y el sentido del ritmo de un músico de jazz, así como un sentido de la espontaneidad. Él personifica valores estéticos clásicos y atemporales”.
Inicios de la carrera de Tony Bennet
Tony Bennett empezó siendo un ídolo de los bobby-sox (N. de la R: los adolescentes de las décadas del 40 y 50 del siglo XX) al estilo de Frank Sinatra y se convirtió en una estrella a principios de los 50 con éxitos como “Because of You”, “Rags to Riches”, “Stranger in Paradise” y una versión pop de “Cold, Cold Heart” del cantante country Hank Williams.
Cuando grabó para el sello Columbia, trabajó sobre todo con el productor Mitch Miller, que lanzó a la fama a muchos cantantes pero a menudo les endilgaba canciones novedosas de dudoso mérito. Bennett negoció con Miller cierta libertad artística.
Como resultado, su catálogo se equilibró entre azucaradas melodías pop y material más desafiante, que a menudo interpretaba con destacados músicos de jazz. Perfeccionó un estilo que apenas cambió a lo largo de los años. Cantaba baladas con una cálida intimidad, saltaba por encima de las melodías de ritmo rápido con un swing entusiasta y a menudo terminaba las canciones con un final de ópera, a todo pulmón.
En 1961, justo cuando el rock and roll estaba a punto de eclipsar el pop tradicional preferido por Bennett, su pianista, Ralph Sharon, le sugirió que probara un tema nuevo para una gira por la costa oeste de Estados Unidos.
Grabó “I Left My Heart in San Francisco”, del poco conocido equipo de compositores formado por Douglass Cross y George Cory, en una sola toma en 1962, y se publicó como cara B del sencillo Once Upon a Time. Aunque no alcanzó el número 1, San Francisco se convirtió en uno de los discos más vendidos de 1962 y permaneció en las listas durante casi tres años. Le valió a Bennett sus primeros premios Grammy, al disco del año y a la mejor interpretación vocal masculina en solitario.
Cantó “San Francisco” en el estreno del programa Tonight Show de Johnny Carson el 1 de octubre de 1962, y durante el resto de su carrera siguió siendo su canción de cabecera. Cada vez que un equipo deportivo de San Francisco participaba en un partido definitorio, Bennett solía aparecer en persona para cantar su balada a la ciudad “donde los pequeños teleféricos suben a medio camino de las estrellas”.
A la pregunta de si alguna vez se cansaba de la canción, respondía: “¿Alguna vez te cansas de hacer el amor?”.
Durante unos años, el éxito de “I Left My Heart in San Francisco” lo ubicó en constante demanda. Pasó de los clubes nocturnos a escenarios más prestigiosos, como el Carnegie Hall.
“Para mí, Tony Bennett es el mejor cantante del mundo”, dijo Sinatra a la revista Life en 1965, en el apogeo de la fama. “Me emociona cuando le veo. Me conmueve. Es el cantante que transmite lo que el compositor tiene en mente, y probablemente un poco más”.
De 1962 a 1966, Bennett publicó 15 álbumes. Apareció en programas de televisión y actuó ante la familia real británica.
Pero cuando el rock and roll se apoderó de la cultura popular a finales de los sesenta, pasó a ser considerado un viejo conocido. A mediados de los setenta grabó un par de álbumes con el pianista de jazz Bill Evans que fueron elogiados por su profunda expresividad y sensibilidad, pero no fueron grandes éxitos.
Al mismo tiempo, su turbulento segundo matrimonio se desmoronaba, estaba muy endeudado y, según admitió más tarde, había desarrollado una dependencia de las drogas. El mayor de sus dos hijos, Danny, antiguo guitarrista de rock, examinó sus tambaleantes finanzas, que incluían impuestos impagos y negocios fallidos, y preguntó a su padre qué quería conseguir con su carrera.
Tony Bennett dijo que haría cualquier cosa menos comprometer su integridad musical. Recordó la última conversación telefónica que mantuvo con Bill Evans.
“Piensa sólo en la verdad y la belleza”, le dijo el pianista. “Olvídate de todo lo demás. Concéntrate en la verdad y la belleza, eso es todo”.
El renacimiento artístico
En parte como respuesta a la muerte de Evans en 1980 –consecuencia del abuso de drogas–, juró dejar la cocaína y otras drogas y volvió a dedicarse a cantar. Contrató a su hijo Danny como manager.
En 1986 volvió a Columbia Records y continuó con su repertorio habitual: Cole Porter, Irving Berlin, Duke Ellington y los hermanos Gershwin. En lugar de cantar para los mismos fans de siempre, apareció en programas nocturnos de entrevistas, en MTV y en festivales de rock alternativo y otros lugares donde el público más joven podía escucharlo. Aprovechó el renacimiento de los estilos pop tradicionales que comenzó en la década del 80, cuando Linda Ronstadt grabó discos con Nelson Riddle, antiguo arreglista de Sinatra.
Se lo escuchó en episodios de Los Simpson. Su éxito de 1954 “Rags to Riches” sonó durante los créditos iniciales de Buenos muchachos, de Martin Scorsese. Hizo cameos en películas como Get Shorty, Casino, Swingers y Analyze This.
De vuelta al estudio en la década de 1990, registró más de una docena de nuevos álbumes, entre ellos Here’s to the Ladies (1995), Bennett Sings Ellington, Hot & Cool (1999) y The Art of Romance (2004), que figuran entre los mejores de su carrera. Volvió a grabar canciones que había interpretado en su juventud, mientras su envejecida y granulada voz de tenor bruñía las letras con toda una vida de experiencia.
Se convirtió en una especie de emisario paternal para una generación que nunca había oído hablar de Cole Porter. “Se ha convertido en el mejor cantante de su clase”, escribió el crítico Francis Davis en la revista The Atlantic en 1990. “Además de hacer una virtud de la ligera ronquera que se ha deslizado en su voz con la edad, da a sus actuaciones una profundidad autobiográfica comparable a la que Sinatra logró en su última época de esplendor”.
Ganó premios Grammy por su tributo a Sinatra en 1992, Perfectly Frank, y por Steppin’ Out, un homenaje a Fred Astaire, en 1993. En 1994, el especial MTV Unplugged que grabó fue un acontecimiento nacional, y el álbum que lo acompañaba ganó dos Grammy, incluido el de “álbum del año”. Incluso después de recibir el premio Grammy a toda una carrera en 2001, siguió recibiendo premios por sus actuaciones, incluido al “mejor álbum vocal pop tradicional” con Lady Gaga en 2022, por Love for Sale.
Bien entrados los 80, llegó a dar hasta 200 conciertos al año. Fue presentador en la gala de premios de MTV, recibió el Kennedy Center Honors en 2005 y fue nombrado maestro del jazz por el National Endowment for the Arts en 2006.
En 2011, el álbum Duets II con Amy Winehouse, Faith Hill y otros jóvenes cantantes, alcanzó el número 1 de la lista Billboard, por delante de artistas de hip-hop, country y rock and roll. Tres años más tarde, volvió a la cima con Cheek to Cheek, un álbum de temas clásicos grabado junto a Lady Gaga. Entonces tenía 88 años y se convirtió en el artista de más edad en conseguir un número 1.
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