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Es la segunda persona del mundo curada de VIH, viajó a la Argentina y advierte: “La prevención aún es la mejor cura”

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Era 2017, sobre el final de septiembre. Adam Castillejo abrió el frasco de los antirretrovirales que había tomado durante años para tratar el VIH que le habían diagnosticado en 2003, sacó uno, lo miró, y lo volvió a meter en el frasco. Ya no lo necesitaba. Estaba curado. “Era mi cumpleaños, así que me dije a mí mismo: ‘Feliz cumpleaños, Adam, ¿qué mejor regalo que haberte curado de una enfermedad incurable?’.

Por infobae.com

Cuando se anunció el éxito de su tratamiento públicamente, a Castillejo, que es chef profesional, no se lo conoció por su nombre y apellido sino como “el paciente de Londres”. Erala segunda persona en el mundo que la ciencia consideraba curada tras el diagnóstico del virus casi veinte años antes. La cura había llegado en medio de un procedimiento de altísimo riesgo que era, en principio, un último recurso ante el cáncer linfático que avanzaba sobre su cuerpo y que había sido, en 2012, lo que Adam llama “una segunda sentencia de muerte”.

“Fueron dos sentencias de muerte. El VIH y el cáncer. Entonces cuando se confirmó que estaba curado de las dos cosas sentí que me había ganado la lotería: curado de dos enfermedades incurables”, le dice Adam a Infobae en la habitación en la que en unos minutos va a prepararse para la conferencia de prensa que lo trajo a la Argentina. Es que es uno de los participantes centrales del XXI Simposio Científico Regional de Fundación Huésped, que se extenderá hasta este viernes en Buenos Aires.

Un diagnóstico, un estigma

“Tenía 22 años cuando me diagnosticaron VIH. Sentí odio, resentimiento, culpa. Y el estigma. Años después, integrantes de mi familia me dirían que por qué no les había contado sobre mi diagnóstico antes, pero da mucho miedo contar que tienes VIH porque te enfrentas a la discriminación”, cuenta Castillejo. En 2003, cuando recibió el diagnóstico, le dijeron que viviría entre cinco y diez años. “Me dijeron que disfrutara de la vida, me desearon mucha suerte y me abrieron la puerta del consultorio para que me fuera. Fue durísimo”, recuerda.

Tardó en acceder al tratamiento con antirretrovirales. “En aquel entonces, los protocolos implicaban que tenías que tener la enfermedad más avanzada para que empezaran a tratarte. Ahora eso cambió y se empiezan los tratamientos apenas se detecta el virus, pero hace veinte años no era así. Yo no llegué a desarrollar la enfermedad”, describe “el paciente de Londres”, que nació en Caracas, Venezuela, pero que piensa en inglés porque lleva viviendo en la capital británica más de la mitad de su vida.

“Sentía la enorme responsabilidad de no transmitir el virus a la vez que sentía el estigma. Hay una narrativa sobre el VIH que aún permanece, que es que se trata de una enfermedad vinculada a determinado grupo de personas, que se ponen en riesgo. Es una enfermedad humana y cualquiera que tenga relaciones sexuales sin protección se está exponiendo, eso hay que terminar de entenderlo”, subraya Adam, que trabaja en la concientización sobre el virus, así como en tender puentes entre la comunidad científica y las personas que han sido diagnosticadas con el virus, y en la “difusión de la esperanza de que encontraremos la cura”, según describe. “Se cree que el VIH surgió en San Francisco y en el Village de Nueva York en los ochenta, y es una enfermedad que evolucionó durante décadas hasta ser lo que fue en el momento de su estallido”, suma.

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