ATLANTA (AP) — El expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter, un cultivador de maní de Georgia que cumplió un período turbulento en la Casa Blanca para luego ganar fama y galardones, incluido el Premio Nobel de la Paz, por su trabajo humanitario en el mundo, ha muerto. Tenía 100 años de edad.
El presidente estadounidense más longevo murió el domingo, más de un año después de ingresar en cuidados paliativos, en su casa de la pequeña localidad de Plains, Georgia, donde él y su esposa, Rosalynn, quien falleció en noviembre de 2023 a los 96 años, pasaron la mayor parte de su vida, informó el Centro Carter.
Carter, un demócrata sureño moderado y exgobernador de Georgia, derrotó al presidente republicano Gerald Ford en 1976, pero en su intento de reelección en 1980 perdió ante Ronald Reagan, quien ganó por amplio margen.
Después de su presidencia inició una incansable actividad en favor de los derechos humanos en el mundo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 2002.
En 1976, una campaña intensa e inteligente que destacó su honestidad proyectó a Carter del cuasi anonimato a la Casa Blanca en la primera elección presidencial después del escándalo de Watergate. El hombre de la pequeña población de Plains fue presentado como símbolo del Nuevo Sur.
Su principal logro fue tal vez el tratado de paz que negoció entre el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menajem Begin en 1978.
Pero Carter tuvo un regreso ignominioso a Georgia, tras una presidencia socavada por una inflación de doble dígito, una crisis energética que obligó a los estadounidenses a hacer largas colas para cargar gasolina y la crisis de los rehenes en Irán que duró 444 días. Su hora más sombría fue el intento fallido de rescatar a los rehenes en Irán en abril de 1980, en el cual murieron ocho estadounidenses.
Profundamente abochornado por el repudio de los ciudadanos, Carter se forjó empeñosamente un nuevo papel en la escena mundial, como pacificador, promotor de la democracia y defensor de los derechos humanos. Esa tozudez que perjudicó su presidencia lo benefició como pacificador solitario que soslayaba los canales diplomáticos e iba, como dijo en 1994, “a lugares donde otros no van”, como Corea del Norte, Etiopía y Liberia.
“Puedo decir lo que quiero. Puedo reunirme con quien quiera. Puedo dedicarme a los proyectos que me agradan y rechazar los que no”, dijo en una entrevista en 1990.
Ayudó a desactivar situaciones tensas en las Coreas y a evitar una invasión estadounidense de Haití en 1994. Estas actividades le dieron enorme prestigio y le valieron reiteradas nominaciones al Premio Nobel de la Paz, que le fue otorgado en 2002.
Sus detractores decían que Carter usurpaba la política exterior estadounidense, que solía ser ingenuo en su trato con dictadores hostiles y que su objetivo era redimirse ante los ojos de la historia. Pero sus admiradores sostenían que lo movían su estricta fe bautista y su anhelo de hacer lo posible por beneficiar a la humanidad.
“Es verdad que me emociono y me conmuevo profundamente”, dijo Carter en una entrevista con The Associated Press en 1994, cuando explicó por qué su voz se ahogaba al hablar sobre su trabajo. “Me avergüenza un poco, pero así soy yo”.
James Earl Carter Jr. nació en Plains, Georgia, el 1 de octubre de 1924, siendo el mayor de cuatro hijos. Se graduó de la Academia Naval en 1946 y ese mismo año se casó con Rosalynn Smith, una vecina de Plains. Tuvieron cuatro hijos.
Después de siete años en la fuerza de submarinos, pidió el retiro cuando murió su padre, regresó a Plains y se hizo cargo del negocio familiar. Se dedicó a la política local y en 1962 ganó una banca en el Senado estatal al impugnar una serie de irregularidades en la votación después de ser derrotado en el recuento inicial.
Se postuló a gobernador en 1966, perdió y regresó en 1970 para ganar. Como sucesor del gobernador segregacionista Lester Maddox, Carter dijo en su discurso al asumir: “Les digo con toda franqueza que el tiempo de la discriminación racial ha pasado”.
Escasamente conocido en la escena nacional, se postuló a la presidencia en 1974 con una campaña sin lujos, en la que se alojaba en las casas de sus partidarios. Tras la renuncia de Richard Nixon debido al escándalo Watergate, Carter basó su campaña en restaurar la confianza de los ciudadanos en el gobierno.
“Si alguna vez les miento, si alguna vez hago una declaración engañosa, no voten por mí. No merecería ser su presidente”, repetía Carter en cada discurso.
Carter y Rosalynn fueron a pie a su juramentación, donde fue el primer presidente al que tomaron protesta llamándolo por su sobrenombre: siempre prefería que lo llamaran Jimmy.
Entre los logros de su gobierno se cuentan la desregulación parcial del transporte aéreo, ferroviario y en camión; la designación de mujeres y miembros de las minorías étnicas a la judicatura y otras funciones; la reserva de millones de hectáreas en Alaska como parques nacionales o refugios de vida silvestre; el indulto a la mayoría de los que evadieron el servicio militar durante la guerra de Vietnam; la creación de los departamentos de Energía y Educación; la ratificación de los tratados del Canal de Panamá, la normalización de las relaciones con China y los históricos acuerdos de Camp David, en los que Egipto reconoció al Estado de Israel.
En materia de política exterior se dedicó a promocionar los derechos humanos, en particular en los países sudamericanos como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, gobernados por dictaduras militares represivas.
Pero una serie de sucesos en el exterior paralizaron la última etapa de su presidencia.
Cuando Carter aceptó que el sha de Irán, derrocado y exiliado, recibiera tratamiento médico en Estados Unidos, el 4 de noviembre de 1979, los seguidores del ayatolá Ruhollah Khomeini tomaron la embajada estadounidense en Irán, lo que dio comienzo al enfrentamiento por los rehenes. Las negociaciones con el caótico régimen iraní para liberar a los rehenes se vieron interrumpidas una y otra vez, y en abril de 1980, Carter ordenó un intento de rescate militar que fracasó.
Exasperados por la inflación y por el enfrentamiento con Irán, los estadounidenses respondieron al llamado del republicano Ronald Reagan por un “Estados Unidos nuevamente fuerte”. Carter perdió las elecciones en todos los estados excepto seis, y los republicanos ganaron la mayoría en el Senado.
Después de escribir sus memorias presidenciales, Carter fue profesor de la Universidad Emory en Atlanta y junto con Rosalynn fundó el Centro Carter, un ambicioso instituto de investigaciones y actividad política. En sus memorias, Carter describió que después de la humillante derrota, él y su esposa “decidimos que sería mejor seguir usando mi influencia, tal vez con mayor libertad que hasta ahora, para promover los mismos ideales que había abrazado durante mi presidencia”.
En ese sentido, supervisó elecciones democráticas en países como Nicaragua y Haití, así como los primeros comicios palestinos.
Carter escribió una decena de libros, entre ellos un cuento para niños, una colección de poesía y un relato de su vida espiritual.
Carter fue operado el 3 de agosto de 2015 para extirparle un tumor en el hígado. El 12 de agosto, el Centro Carter informó que el cáncer se había extendido a otros órganos. Su padre, hermano y dos hermanas murieron de cáncer de páncreas, y su madre también padeció el mal.
En una conferencia de prensa el 20 de agosto, Carter dijo con modestia y buen humor que se sentía “perfectamente en paz con lo que sea que suceda”.
“He tenido una vida maravillosa”, dijo. “He tenido miles de amigos, he llevado una vida emocionante, aventurera y gratificante. Por eso me sentía sorprendentemente tranquilo, mucho más que mi esposa”.