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Irán reactiva la diplomacia de los rehenes en un año clave para la negociación nuclear

Teherán utiliza el encarcelamiento arbitrario de occidentales como herramienta de su política exterior.

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No habían pasado ni 20 minutos del juramento de Ronald Reagan como presidente de Estados Unidos, el 20 de enero de 1981, cuando la República Islámica de Irán liberó a los 52 estadounidenses que había mantenido secuestrados casi 450 días en la Embajada de ese país en Teherán.

Por infobae

Se cree que esa crisis y los rocambolescos intentos fallidos de liberar a los rehenes abocaron a la derrota al demócrata Jimmy Carter. La liberación de los secuestrados se consideró una especie de regalo para Reagan. Aquella toma de rehenes se reveló como una herramienta de influencia tan formidable que el régimen iraní nunca la ha abandonado.

Hoy, la diplomacia de los rehenes sigue siendo una estrategia clave de su política exterior, cuya última manifestación ha sido el arresto en diciembre de la periodista italiana Cecilia Sala, liberada el 8 de enero. Esa baza se ha empleado también en una cuestión que afronta un año clave: la negociación nuclear, cuando el próximo 18 de octubre expira el Plan de Acción Integral Conjunto, rubricado por Irán y las potencias occidentales para garantizar que el programa iraní de enriquecimiento de uranio no se dirigiera a fabricar armas atómicas, a cambio de un alivio de las sanciones internacionales contra el país.

Irán ha utilizado tradicionalmente el encarcelamiento arbitrario de occidentales “por dos razones”, enumera desde Francia el politólogo David Rigoulet-Roze, experto en Oriente Próximo e investigador del Instituto de Relaciones Internacionales Estratégicas (IRIS). Algunos rehenes son arrestados para “obtener algo a cambio, como la liberación de personas, en particular iraníes condenados en Europa por participación en actos terroristas”, como sucedió en 2023 con el cooperante belga Olivier Vandecasteele o ahora con Sala, que recuperó la libertad a cambio de la excarcelación en Italia del ingeniero iraní Mohammad Abedini, cuya extradición pedía Estados Unidos por proporcionar piezas para los drones que mataron a tres soldados estadounidenses en Jordania.

Otra motivación es cobrar supuestas deudas de otros países o recuperar fondos congelados iraníes en el extranjero. Ese fue el caso de un canje de prisioneros entre Teherán y EE UU en 2023, posibilitado por el desbloqueo por parte de la Administración de Joe Biden de 6.000 millones de dólares (5.600 millones de euros) de ingresos iraníes del petróleo.

Un documento del centro de estudios estadounidense Stimson Center señala, sin embargo, que la toma de rehenes experimentó un “giro” en 2014, en plena negociación del acuerdo nuclear de 2015. Pasó de ser “una táctica oportunista y reactiva” a convertirse en “una herramienta estratégica de la política exterior iraní”, especialmente en cuanto a la negociación nuclear. El rehén estadounidense Jason Rezaian, encarcelado entre 2014 y 2016, recordaba en sus memorias cómo Ben Rhodes, asesor de política exterior de Barack Obama, le confirmó que él había sido una “víctima” de esas negociaciones.

Desde que la primera Administración de Donald Trump sacara unilateralmente a Estados Unidos del pacto nuclear y reinstaurara las sanciones estadounidenses en 2018, esa tendencia se ha acelerado, advierte el informe del centro de estudios.

Disposición a dialogar

Más allá de que el caso de Cecilia Sala sea paradigmático en cuanto a su uso para excarcelar a un iraní preso en Europa, su puesta en libertad y la de otra rehén europea cinco días después —la feminista germano-iraní Nahid Taghavi— apuntan ahora a un nuevo impulso a esa diplomacia de los rehenes en un momento en el que el presidente iraní, el moderado Masud Pezeshkian, y su vicepresidente y muñidor del acuerdo nuclear de 2015, Javad Zarif, han reiterado su disposición a dialogar. El mismo 13 de enero en el que Taghavi aterrizaba en Alemania tras cuatro años recluida, una delegación iraní se reunía en Ginebra con los tres países europeos firmantes del acuerdo nuclear: la propia Alemania, Francia y Reino Unido. El objetivo del encuentro era tratar de reactivar las negociaciones sobre esa cuestión. Faltaba solo una semana para la investidura de Trump.

“Irán está impulsando ahora la toma de rehenes, porque, antes de las elecciones en Estados Unidos, el régimen confiaba en que los demócratas ganaran”, añade desde París el expreso político iraní Taghi Rahmani. Con Trump, a quien saben hostil, en la Casa Blanca, Teherán “cree que es más fácil presionar a Europa”. Es en esa ecuación donde entran los rehenes, asegura el marido de la encarcelada nobel de la Paz Narges Mohammadi.

“Las expectativas [de Irán] sobre Trump no son muy altas”, corrobora el historiador Clément Therme, autor de un informe sobre la diplomacia de los rehenes del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). Este experto cree que Teherán “está tratando de dividir” a los europeos. La relativamente rápida liberación de Cecilia Sala, que estuvo retenida 21 días, puede ser vista como una concesión a Italia, a diferencia de lo que sucede con otros nacionales de países de la UE que llevan años encarcelados en Irán en condiciones que el ministro de Exteriores francés, Jean-Noël Barrot, asimiló hace días “a la tortura”.

Al menos una decena de occidentales o iraníes con doble nacionalidad se encuentran aún en esa situación. La mayoría son ciudadanos europeos, acusados de espionaje o de cargos que pueden ser castigados con la pena de muerte como la “corrupción sobre la tierra”. Cuatro son nacionales de otro de los países que participa en el diálogo de Ginebra: Francia. Se trata de Nazak Afshar, francoiraní encarcelada en 2016; los profesores Cécile Kohler y Jacques Paris, arrestados en mayo de 2022, y Olivier Grondeau, un turista detenido ese mismo año, que acaba de revelar su identidad.

Resentimiento hacia Francia

El experto Rigoulet-Roze cree que los iraníes “consideran que Francia desempeña un papel muy especial” en la cuestión nuclear, y alude al “resentimiento” hacia ese país, que atribuye sobre todo al papel de París en la adopción del llamado mecanismo snapback, integrado en el acuerdo nuclear de 2025. Según este especialista, esa cláusula se añadió por presiones del entonces ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius.

Ese mecanismo permite restablecer automáticamente todas las sanciones internacionales, las de la ONU y la UE, contra Irán, en caso de incumplimiento grave de las cláusulas del pacto que Teherán dejó de cumplir progresivamente cuando Estados Unidos lo abandonó. Para activar el snapback, basta con que un país firmante del acuerdo nuclear lo plantee al Consejo de Seguridad de la ONU y que uno de sus miembros permanentes presente la petición. Estados Unidos se retiró del acuerdo y ya no puede hacerlo, pero Francia, que es uno de esos miembros permanentes, sí, destaca el investigador.

El pacto nuclear recoge además la imposibilidad de que otro miembro con derecho a veto, como Rusia o China, aliados de Irán, lo ejerza para evitar el restablecimiento de las sanciones. Esa “espada de Damocles” contra Teherán, describe Rigoulet-Roze, es una amenaza real. El nuevo secretario de Estado de Trump, Marco Rubio, aludió el 21 de enero en el Congreso a que Trump buscará “la posible activación del snapback”.

Los rehenes franceses dan a Irán “un cierto margen de maniobra”. Sin embargo, coincidiendo con el caso de Cecilia Sala, se observa un “cambio de paradigma” en París, añade Rigoulet-Roze. El ministro de Exteriores francés presenta ahora la liberación de los rehenes franceses “como una condición previa” de las negociaciones con Irán. Mientras, Teherán “está tratando de ganar tiempo”. El 18 de octubre, el acuerdo de 2015 expira “y ya no podrá activarse el mecanismo de restablecimiento automático de las sanciones”, concluye el investigador.

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