A veces el estrellato llega de la noche a la mañana, y eso es justo lo que le pasó a Jennifer Lawrence. La actriz consiguió una nominación al Oscar por el drama indie Winter’s Bone: una distinción que le sirvió velozmente para unirse a dos sagas muy relevantes para la industria: por un lado X-Men, donde interpretó a Mística a partir de X-Men: Primera generación, y por otro Los juegos del hambre, donde sería Katniss Everdeen hasta el final.
Por 20Minutos
Cuando aún mantenía el compromiso con ambas franquicias ganó el Oscar por El lado bueno de las cosas de David O. Russell, en una vorágine de proyectos y grandes interpretaciones que la dejó agotada. Por eso, poco después, quiso empezar a tomarse las cosas con calma.
La última vez que vimos a Lawrence fue en No mires arriba, monumental éxito de Netflix que coprotagonizaba con Leonardo DiCaprio. Parece haber hecho buenas migas con el director, Adam McKay, pues volverá a ponerse a sus órdenes en Bad Blood (interpretando a la controvertida empresaria Elizabeth Holmes) mientras colabora con Paolo Sorrentino en su siguiente film y algo antes, este otoño, la reencontramos en su faceta más dramática en Causeway.
La actriz sigue trabajando sin pausa, pero ahora escoge los proyectos con más detenimiento, y según asegura se debe al agotamiento que sufrió en los primeros días de su estrellato. “Creo que perdí la sensación de control”, declara para Variety.
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