Keyla cantó “Amor Eterno” antes de morir, relata el doctor Edgar José Velásquez, amigo de la joven

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Tegucigalpa. – El médico Edgar Velásquez Orellana, amigo de la fallecida Keyla Patricia Martínez Rodríguez, habló por primera vez sobre lo sucedido, horas antes de que la estudiante universitaria de enfermería perdiera la vida y diera inicio uno de los casos más polémicos en el país.

Revelador testimonio el del doctor Edgar José Velásquez quién contó a medios de comunicación, todo o parte de lo sucedido desde el momento de su captura en compañía de Keyla Martínez hasta su encierro.

Según el relato del médico de profesión, al momento de ser detenidos un oficial le llamó la atención y trató de increparle, pero él lo ignoró lo que molestó mucho al uniformado.

“Y es que me vas a dejar hablando solo”, e inmediatamente dio la orden para que le colocaran las esposas y registran su automóvil.

“Yo les dije que no tenía nada en mi carro, que no tenían por qué registrarme e incluso no me dejaron sacar mi mascarilla”, aseveró Velásquez.

Seguidamente los dos, tanto Keyla como él fueron subidos a la paila de la patrulla y se les trasladó a la posta policial del municipio de Intibucá.

Camino al establecimiento policial, el médico molesto solicitó a los oficiales que le quitaran las esposas pues le apretaban mucho, momento en el que la fallecida lo tranquilizó para que no discutiera con nadie, “Edgar, doctor, tranquilícese, no discuta con ellos lo están molestando, escúcheme a mí”, le decía Martínez.

Relata que al momento de llegar a la posta los agentes le hicieron dar sus datos y dejar prendas como relojes, pulseras en una bolsa pero que ni así le dejaron ponerse la mascarilla.

Seguidamente le llevaron hacia la celda, “me condujeron y vi las bartolinas continuas, en las primeras de ellas estaba Keyla solo sujeta de los barrotes, estaba llorando y decía que no había hecho nada que ella no merecía estar ahí”, relata.

Apuntó que “en la celda de mujeres solo estaba Keyla, pero en la de va habían otras 10 personas, pedí que me dejaran hacer una llamada porque me leyeron mis derechos, aun así no me dejaron hacer nada”.

Velásquez agregó, que a pesar de estar en una celda oscura con otras personas, descubrió que los que lo acompañaban eran personas “humildes” y sin intenciones de hacer daño, pues se les detuvo por salir de trabajar luego de pasada la hora del “toque de queda”.

Prosiguió contando que, “escuchaba a Keyla pero no la podía ver, yo le decía cálmese licenciada no se ponga así, mañana vamos a ir a comer baleadas para desayunar, nos vamos a reír de esto mañana”.

Asimismo, el médico agregó que los hombres que le acompañaban en la bartolina escucharon la desesperación de la joven y ayudaron a calmarla.

“Ella lloraba, solicitaba que la sacaran y al escucharla descontrolada traté de hacerle plática, de darle ánimo, yo le pedí que me cantara porque ella cantaba muy bien”, acotó.

Prosiguió que “ella nos cantó amor eterno y otro de los jóvenes le pidió que cantara Navidad sin Yí, estuvo así por unos minutos y de repente ella dijo, me quiero morir, me voy a colgar con mi suéter”.

Velásquez sostuvo que él en compañía de los demás prisioneros, trataron de persuadirla para que dejara de decir cosas como esas.

“Yo le dije, licenciada deje de decir eso, las palabras tienen poder ya vamos a salir de acá tranquila, y como a los tres minutos de decir eso ella no nos volvió a contestar”, manifestó.

Añadió que “pasados 3 o 5 minutos de silencio, le gritamos al guardia que viniera a ver qué pasaba con ella y al llegar el policía entró a la celda y la sacó desmayada”.

“Yo les dije que me dejaran verla porque soy médico, pero hicieron caso omiso de mis palabras y solamente se la llevaron de ahí”, manifestó el profesional.

El médico puntualizó que horas más tarde fueron a preguntar por él y le avisaron que su amiga Keyla Martínez había muerto.

“No puedo explicar lo que se siente en ese momento, los jóvenes que estaban conmigo les comenzaron a gritar que eran unos irresponsables y se indignaron igual que yo”, apuntó.

El médico Edgar José Velásquez Orellana, quien acompañaba la noche del sábado 6 de febrero pasado a la estudiante universitaria de enfermería, Keyla Patricia Martínez Rodríguez de 26 años en un sector de la ciudad de La Esperanza, Intibucá, reveló este jueves en el programa Conclusiones de CNN en Español, que la joven si habló de quitarse la vida con su suéter.

El profesional de la medicina envió sus condolencias a la familia de Keyla y está dispuesta a revelar todo el “infierno” que vivieron con la joven que murió bajo custodia policial en una bartolina de la posta de La Esperanza ya que se considera una víctima de esta situación y se identifica con lo que le está sucediendo a los parientes de la estudiante de enfermería porque está del lado de la legalidad.

Detalló que Keyla era una amiga que conoció en su trabajo en el centro médico donde laboraban al igual que es amigo también de su hermana Nancy Carolina Martínez, y era una amistad muy sincera y de mucho respeto a las que les tiene mucho cariño con ambas jóvenes que estudiaban y trabajaban, lo que él admira y eso los hizo tener puntos en común y desde hace tres años y medio forjaron una amistad bastante sincera.

Indicó que desde el domingo 7 de febrero le comenzó a brindar declaraciones a la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC), y en ese sentido, relató que el sábado a eso de las 11:35 de la noche fueron interceptados y requeridos por dos patrullas policiales cuando se conducían en su automóvil y le pidieron los documentos y les entregó el carné de médico, la licencia de conducir y los documentos del automóvil y tras revisarlos uno de los agentes le preguntó que si no sabía que estábamos en toque de queda, a lo que le respondió que si y que ya se dirigían hacia sus casas.

Añadió que el oficial a cargo le profirió una serie de palabras a las que no les puso atención y el oficial lo increpó y le dijo; “y es que me vas a dejar hablando solo”, e inmediatamente les dio la orden de bajarse del carro y tras salir del automóvil, los agentes procedieron a abrir las cuatro puertas y el baúl del vehículo por lo que les preguntó por qué le estaban abriendo su carro, que no llevaba nada y por qué le hacían eso.

Fue entonces que el oficial dio la orden de que le colocaran las esposas, lo que le molestó ya que anteriormente no había pasado por una situación similar, les reclamó por qué le hacían eso si no es un criminal, que no le había hecho nada a nadie y el policía le dijo que quién era él para hacer ese tipo de comentarios y ordenó que lo subieran a la paila de una de las patrullas y lo mismo hicieron con Keyla, mientras que le pidió a otro agente que se llevará su vehículo.

Cuando iban camino a la posta él les dijo que las esposas le estaban lastimando a lo que le preguntaron si alguien lo había golpeado, mientras Keyla lo trataba de calmar, diciéndole “Edgar, doctor, tranquilícese, no discuta con ellos, ellos lo están molestando, escúcheme a mí, no discuta y me trató de calmarme hasta que llegamos a la posta policial”.

Relató el momento en que ya se encontraban en detención en la estación policial, donde los bajaron de la paila de la patrulla y una agente femenina se hizo cargo de Keyla, y los pusieron a hacer fila frente al escritorio donde una persona estaba tomando datos también a otras personas que habían sido requeridas. A Keyla fueron mujeres policías las que le tomaron los datos y a él oficiales hombres.

Indicó que al momento de tomarle los datos, no lo dejaron ni colocarse la mascarilla que andaba en su vehículo ni tampoco le quitaron las esposas, lo despojaron de sus prendas personales como el reloj, una pulsera que portaba en su muñeca izquierda, el cargador del teléfono celular que andaba en la bolsa y preguntó que pasó con su aparato móvil y lo llevaron esposado a su vehículo para que identificara el carro y uno de los oficiales abrió el automóvil y sacó su celular y lo introdujo dentro de una bolsa negra donde metieron todas sus pertenencias.

En ningún momento le quitaron su faja ni los zapatos, pero en ningún momento le permitieron que se pusiera la mascarilla, mientras tanto, a un metro y medio le estaban tomando los datos a Keyla. Cuando le terminaron de tomarle los datos, firmó y lo condijeron hacia la celda y en el camino vio que había bartolinas continuas y en la primera celda estaba Keyla quien estaba de pie, sola sujeta de los barrotes de la celda, estaba llorando y estaba diciendo que ella no había hecho nada, que por qué la habían encerrado, que ella no merecía estar ahí, que la sacaran, luego a él lo introdujeron a la celda adyacente donde estaban otras 10 personas del sexo masculino. Eran 11 en una sola celda y Keyla estaba sola en la bartolina de al par.

Indicó que antes de que lo metieran a la celda, les solicitó a los policías que le permitieran hacer una llamada telefónica ya que después de tomarle los datos le leyeron sus derechos donde se establece que tenía derecho a una llamada, sin embargo, no lo dejaron hacer la llamada.

Retomó que en la celda estaba con otras 10 personas desconocidas y como estaba oscuro le dio un poco de temor, ya que jamás había tenido ese tipo de experiencia en sus 40 años, y sobre todo porque portaba su billetera y sus documentos, pero da gracias porque las personas que estuvieron con él esa trágica noche, son personas humildes, quienes venían saliendo de sus trabajos después de las 9:00 de la noche y que fueron arrestadas por violentar el toque de queda.

Contó que al escuchar que se comunicaba con Keyla y ésta le contestaba porque “si se podían escuchar, pero no se podían ver, le decía cálmese licenciada, no se ponga así, mañana vamos a salir de aquí en la mañana, esto va a ser un cuento, vamos a tener cuento para contarle a los amigos, nos vamos a reír mañana, mañana vamos a ir a comer baleadas para desayunar, no se preocupe, pero ella estaba llorando, ella dijo por qué me tienen aquí, yo no hice nada, etc., los jóvenes que estaban conmigo también trataron de darle ánimo, le decían no está sola, estamos aquí a la par, no se preocupe muchacha, no se preocupe joven porque no la conocían y así fueron transcurriendo unos 20 a 25 minutos cuando llegó un oficial me sacó de mi celda y me llevó al lado de una cancha que tienen ahí y me tomó una fotografía en banner que tiene amarillo en la parte de atrás y me tomó la fotografía y me dijo esta fotografía no va a salir en redes sociales e inmediatamente me volvió a introducir a la celda”.

Agregó que durante ese tiempo, Keyla les solicitó a las agentes que quería ir al baño y una mujer policía la llevó al sanitario que queda exactamente frente a la celda donde se encontraba él, ella entró, luego salió y la volvieron a meter a la bartolina.

“Durante ese tiempo, ella lloraba, ella solicitaba que por qué la tenían allí, que la sacaran, estuvimos platicando, tratando de darle ánimo, yo le solicite que me cantara porque ella cantaba muy bien, entonces le pedí que nos cantara una canción para pasar el tiempo y que en la mañana íbamos a salir y que esto solo iba a ser un cuento más”, acotó.

Ella les cantó una canción que se llama “Amor Eterno”, y uno de los jóvenes le pidió que interpretara otra canción, cántese “Navidad sin Ti” y ella cantó dos, tres párrafos de cada una de las canciones y luego estuvieron tratando de calmarla de hablar y de repente ella dijo: “yo me quiero morir, yo me voy a colgar con mi suéter y nosotros comenzamos a decirle licenciada no diga eso, yo le dije, licenciada las palabras tienen poder, no diga esas cosas, ya vamos a salir de acá, tranquila, no diga esas cosas, y como a los tres minutos de haber dicho eso, ella no nos volvió a contestar, durante ese todo ese tiempo a nosotros no nos hicieron ningún tipo de ronda para ver qué pasaba en la celda”.

Cuando se percataron que Keyla ya no les respondía y que había pasado un silencio de tres a cinco minutos comenzaron a gritar todos los que estaban en la celda que fueran a ver a la muchacha para conocer qué pasaba y aproximadamente a los 10 minutos llegó un policía con una linterna, iluminó la celda de Keyla y se fue rápidamente hacia atrás y regresó con cuatro personas más, abrieron la celda y sacaron a Keyla en peso agarrando cada una de sus extremidades y la joven iba inconsciente.

“Yo solicité que me dejaran tomarle los signos vitales porque yo era médico, que me dejaran revisarla, hicieron caso omiso ni me escucharon y se fueron, después en un momento regresó alguien tomó una fotografía y se volvió a ir y desde aproximadamente, ahora que yo sé la hora en que la llevaron al hospital, calculo que eran las 2:00, las 2:15, o 2:20 tal vez, yo volví a tener noticias o volvieron a revisarnos hasta las 2:00 de la mañana”, describió.

Apuntó que a esa hora, él pensó que Keyla estaba en un mejor lugar y nunca se imaginó ninguna tragedia, y llegó el subcomandante responsable de la posta policial y preguntó que quién es el doctor, entonces él se identificó y le preguntó, usted por casualidad tiene su cédula de identidad y le respondió que sí y le consultó que para qué la quería y le respondió que es que tenía que hacer una declaración y le preguntó de qué, a lo que le dijo: “su amiga está muerta”.

“No puedo explicar lo que se siente en ese momento, los jóvenes que estaban conmigo, yo le entregué mi cédula, él se fue y los jóvenes que estaban conmigo en la celda empezaron a gritar y a decirles que eran unos irresponsables, que servían solo para dañar a la población a las personas que pasaban por el pasillo porque ya sabíamos que Keyla estaba sin vida”.

Aproximadamente a las 7:00 de la mañana regresó el comandante y le solicitó a un agente que por favor abriera la celda para que los sacara y lo llevó a la entrada de la posta donde les habían quitado las pertenencias personales, se las entregaron, excepto las llaves del vehículo, y le dijeron que ya estaba en libertad y les solicitó que lo dejaran hacer una llamada y lo llevaron a una oficina donde había buena señal y llamó directamente a su padre a quien le dijo que necesitaba que llegara a la posta policial porque tenía una situación, puntualizó Velásquez Orellana.

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