Tegucigalpa – El fallecimiento repentino del obispo Roberto Camilleri conmueve a la comunidad religiosa hondureña. A sus 72 años, el líder eclesiástico dejó un legado de dedicación y entrega total al servicio religioso, como lo afirma el portavoz de la Conferencia Episcopal de Honduras (CEH), Juan Ángel López.
El padre Emilio Herrera relató el trágico incidente que condujo a su muerte, señalando que el obispo fue encontrado inconsciente en su habitación y que, a pesar de los esfuerzos médicos, su vida no pudo ser salvada.
Camilleri, reconocido por su vigor y pasión por su labor, era conocido por su devoción inquebrantable y su enfoque incansable en las labores religiosas. El día anterior a su fallecimiento, su alegría y entusiasmo reflejaban una profunda paz interior, dejando entrever que el llamado del Señor ya se aproximaba.
Nacido en Hamrun, Malta, el 24 de abril de 1951, Camilleri se unió a la orden franciscana y fue ordenado sacerdote en 1975 por el Papa Pablo VI en Roma.
Su dedicación al servicio religioso lo llevó a convertirse en un maestro de novicios en Malta antes de iniciar su labor misionera en Honduras. Durante su tiempo en el país, sirvió como párroco en La Libertad y más tarde en El Calvario en Comayagüela.
Nombrado obispo auxiliar de Tegucigalpa en 2001 por el Papa Juan Pablo II, su servicio en la Diócesis de Comayagua dejó una huella significativa en la comunidad religiosa local. En junio de 2022, fue elegido como presidente de la Conferencia Episcopal de Honduras, desempeñando un papel crucial en el desarrollo espiritual y social de la región. Su partida deja un vacío irremplazable en la vida de todos aquellos que lo conocieron y apreciaron su valiosa labor.
